CAPÍTULO 15

1.3K 106 8
                                    

Jeno subía el ascensor directo hasta la puerta de entrada a su casa. Tenía la respiración atravesada en la garganta, y los nervios no se habían ido en absoluto. Es más, estaba peor que antes, y eso era decir mucho en realidad. Casi nunca se sentía así.

Entró, despacio y sin hacer ruidos. Era temprano, a comparación de la hora, en que solía volver todos los días, pasada el medio día o la siesta y es por eso que no se sorprendió al encontrar en perfecto silencio y vacío el lugar. Todo estaba como lo había dejado, incluso el desayuno estaba en su lugar. Dedujo que Renjun seguía durmiendo, tal como lo dejó más temprano. Se apresuró, porque amaba encontrar a Renjun durmiendo plácidamente.

Se dirigió a su habitación, donde el nido de su omega se encontraba y sonrió como un tonto cuando lo vio acurrucado con un par de sus buzos pegados a su mejilla. Su cuerpo parecía más pequeño entre las mantas y los cojines. Amaba su cabello revuelto de las mañanas.

Sabía que Renjun usaba su ropa cuando se iba a trabajar, pero nunca acotó nada. Él se los colocaba, usaba y dejaba a la vista para que el omega los usara en su nido para intensificar su aroma, era sabido que los omegas que anidaban hacían eso. Pero de saberlo a verlo era algo muy distinto, y volvió a morir de amor... si eso era humanamente posible.

El omega era una maraña hermosa de carne, huesos y mantas. Una dónde él quería enterrarse y acostarse junto a él.

Se acercó despacio, y oyó un suave ronquido que le erizó la piel. Gateó hasta él, y se colocó a su lado con sumo cuidado, no queriendo despertarlo. Seguramente necesitaba dormir un poco más. Retiró su cabello con delicadeza, y entre sueños el omega siguió su toque sutil murmurando algo que no había logrado entender. Fijó su vista en el vientre del chico. Estaba pasando las dieciséis semanas, faltaban cuatro más y podrían saber el sexo de cachorro. Era magnífico poder apreciar el crecimiento de ésta, semana a semana.

— Renjun, — susurró suave luego de una media hora en dónde se dedicó a observarlo y pensar. Acarició su rostro para lograr despertarlo sin que se asuste. — Soy yo, Jen. Bebé, — lo llamó. Se removió en su lugar y sus hermosos ojos verdes hicieron acto de presencia. Parpadeó.

— Jen, — murmuró. Jeno sonrió. — ¿Qué sucedió, alfa? — Preguntó, con la voz pastosa y somnolienta de siempre por las mañanas. El alfa le besó la frente. Estaba cálido.

— Está todo bien, tranquilo, amor, — lo calmó. Acunó su mano en la nuca del chico y lo trajo hacia su cuerpo. Renjun se acomodó en el pecho del alfa. Aspiró el fuerte aroma de su alfa, llenándose con ello los pulmones. Jamás se cansaría de ello.

— ¿Tu padre? — Preguntó rápido. — ¿Qué... por qué has venido tan pronto? No me digas que te ha echado por mi culpa, alfa, — sentía un poco apretado el pecho de pensar en que a su alfa le hubiera pasado algo malo. Y todo por culpa suya.

En su mente se imaginó mil escenarios distintos y cada uno salía con un resto peor que el anterior.

Jeno negó.

— No, omega, — contestó rápido, dejando un beso en su coronilla y llenando sus pulmones del aroma del chico. Dulce y que lograba calmarlo siempre. — No, por supuesto que no. Tú no te preocupes por nada, al cachorro no le va a hacer bien, Renjun. —

— ¿Entonces... qué sucedió? —






— ¿Qué acabas de decir? — Preguntó el alfa mayor. Sus ojos clavados en los de Jeno.

— Conocí a Renjun hace un tiempo, papá, — siguió el ojiazul. — Está viviendo conmigo, en el penthouse donde solía pasar mis celos. Por eso no he vuelto a casa, pero- —

𝐁𝐮𝐫𝐝𝐞𝐥 | ♡ 𝐍𝐨𝐑𝐞𝐧 ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora