• Epílogo •

203 34 28
                                    

Para el primer aniversario de muerte de Yuuichirou, Shinya organizó una ceremonia para las personas cercanas a su sobrino

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Para el primer aniversario de muerte de Yuuichirou, Shinya organizó una ceremonia para las personas cercanas a su sobrino. Así que se reunieron en el cementerio a eso de las nueve de la mañana frente a su lápida.

Su padre llegó primero, acompañado de su hermana, la cual estaba en silla de ruedas ahora y no hablaba o veía del todo. Tenri encendió una rama de incienso y puso flores, sus demás hijos observaron en silencio, y luego se acercaron a presentar sus respetos.

Los siguientes fueron Shiho y Lacus, acompañados de sus padres y Ferid, que había sido invitado también. Los dos adolescentes presentaron sus respetos, arrodillándose frente a la tumba por unos largos minutos. Luego saludaron al padre del Ichinose, para después retirarse sin más.

Por su parte, Ferid se quedó por otro rato, aprovechando para saludar a Yuu y luego a su padre.

—¿Cómo va todo, Ichinose-san? —inquirió amable. Él parecía tan desganado.

—Como se puede, supongo —contestó sin emoción en su voz. Shinya, a su lado, apretó su brazo.

—Gracias por venir, Bathory-san, apreciamos mucho su presencia —intervino él, amable—. Supe que se comprometió, felicidades.

—Oh, sí, gracias —sonrió un poco avergonzado—. Ahora, si me disculpan.

Ferid se fue, y con el pasar de los minutos, solo quedaban ellos dos en el cementerio. Parecía que todos habían seguido adelante con sus vidas y las de ellos se habían detenido cuando Yuu se fue. Como si el tiempo no pasara para ellos y en lugar de eso, se hubiera estancado.

—Buen día, Guren-san, Shinya-san —saludaron detrás de ellos.

Ambos se giraron, encontrando a Mikaela de pie allí, llevaba un traje completamente negro y un ramo de rosas rojas. Los dos se movieron hacia él.

—¿Cómo estás, Mikaela? —saludó Guren, a lo que recibió un asentimiento.

—Lamento llegar tarde, no quería estar rodeado de personas —excusó caminando hacia la tumba.

—No te preocupes por eso, seguramente a Yuu le agrada que hayas venido a visitarlo, aunque sea un poco tarde —animó el albino.

—Sí...

Mikaela se hincó frente a la tumba, acarició la fría piedra con su mano y dejó el ramo de rosas sobre ella. Observó las fotos una vez más, notando lo gastadas que estaban. De su bolsillo, sacó su cartera y de ella, tomó una pequeña fotografía de ambos. La había tomado unos meses antes de que Yuu se suicidase. En ella, ambos estaban sonriendo y tardó mucho en darse cuenta de que él lo miraba con ojitos soñadores.

Habían ido al cine y le había ganado un peluche en una máquina de garra, así que la sonrisa en el rostro de su adorado Yuu-chan era genuina. Dio un largo suspiro, y la dejó sobre la lápida.

The letters [MikaYuu] |Short-Fic| (Terminado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora