VIII

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Habían pasado algunas semanas desde que ocurrió el último gran incidente. Loki había sido liberado de los brazaletes Stark anti-magia y todo había vuelto a la normalidad, aunque Tony se había vuelto mucho más distante desde entonces. Apenas se acercaba a él, prefiriendo pasar días enteros encerrado en su taller.

Hace algún tiempo, Loki sufría cada vez que Tony decidía abrazarlo o besaba su frente sabiendo que todo ese cariño no subiría hasta dónde él quería.

Ahora, que evitaba tocarlo en absoluto, rogaba por volver a aquél entonces. Las travesuras no estaban ayudando a ganarse su atención, y el resto de vengadores habían comenzado a mirarlo con pena, así que había decidido salir antes de comenzar a sentirse ahogado en la torre.

Pateó una lata de Coca-Cola mientras bajaba por el camino cuesta abajo cuando escuchó los gritos. Provenían de una mujer en el callejón, que sujetaba con nerviosismo su bolso frente a un hombre con un revólver en la mano. Se dio media vuelta para irse, después de todo no conocía a esa mujer y no era su problema.

Pero otro grito lo detuvo antes de desaparecer. Era de un niño, no llegaría a los diez años. Había salido de su escondite, detrás de los botes de basura, exigiendo que dejara en paz a su madre. Y la mujer, horrorizada, volvió a chillar pidiéndole que corriera antes de que el hombre cambiara de objetivo.

—Oye, idiota —Loki se había teletransportado, poniéndose en medio del hombre y los otros dos—. Si te vas ahora mismo, no te haré nada.

—Mamá, mira, ¡es Loki! ...es de los malos —había dicho el niño mientras su madre le tapaba la boca para que dejara de hablar.

El ladrón disparó su arma asustado, hiriendo al dios en el hombro, que siseó de dolor.

—¿Me has disparado? ¡¿Sabes que tardaré horas en curarme?! ¡Y el alcohol de Bruce duele!

Loki agitó sus dedos y la pistola fue envuelta en un halo de energía verde, que la comprimió hasta volverla una bola de metal inservible. El hombre miró con horror como había quedado indefenso y acorralado ante el dios de las travesuras.

—No sé que sigue ahora —Loki se llevó los dedos a la barbilla con un gesto pensativo —. No voy a golpearte porque sería desagradable mancharme la ropa con tu sangre. ¡Ya sé! ¡Te convertiré en una gallina!

El hombre chilló ante la imagen de él picoteando gusanos por el resto de su vida y de inmediato se puso de rodillas, comenzando a suplicar.

—¡Entrégame a la policía, por favor!

Loki compuso su sonrisa traviesa y unas cadenas de energía verde inmovilizaron al hombre.

—¿Creéis que podéis encargaros de él ahora?

La mujer asintió sacando su Stark-phone para llamar a la policía.

—Estás herido, ¿quieres que llame a una ambulancia para ti?

Loki negó, era una herida sin importancia. Quizás incluso podría aprovecharla para conseguir atención de Tony.

Pero ella sacó un pañuelo de su bolso y presionó su herida para evitar que saliera más sangre.

—Muchas gracias, por salvarnos la vida.

Las mejillas de Loki se sonrojaron y acto seguido desapareció de allí en una voluta de humo.


***


—¡Loki!

El adolescente dio al botón de pausa del mando y el videojuego quedó estático mientras él se giraba en el sofá y miraba a Tony. El adulto estaba sonriendo de oreja a oreja con el periódico en la mano.

Magia rebeldeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora