II

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Hey, bello durmiente.

Loki abrió los ojos ante el suave zarandeo, la luz del Sol se filtraba ya por la ventana y él estaba babeando sobre el pecho de Tony Stark. Sus mejillas se sonrojaron ante los recuerdos de la noche anterior, había sido un estúpido mostrando a ese midgardiano su lado más vulnerable.

—Al menos tienes que dejarme ir al baño, ya hay suficientes fluidos en esta cama.

Loki deshizo el abrazo en ese momento y Tony pudo escapar de la habitación volviendo a los pocos minutos. Cuando lo hizo, miró al niño y arrugó la nariz: su cabello estaba lleno de nudos y aún llevaba la ropa de los días anteriores, tan sucia y rota como en el momento en el que vino. Por suerte, los moratones de su cara habían comenzado a tomar un tono amarillo, señal de que pronto desaparecían. Ventajas de ser un alienígena con capacidades supercurativas.

—Vamos, niño. Llevas al menos dos días sin bañarte; no sé qué tan común sea el aseo diario en Asgard, pero no vas a pasar otro día así.

 El suelo estaba lleno de pedazos de cerámica y cristales rotos de la noche anterior esparcidos por toda la habitación, así que tuvo que tomar al niño por debajo de las axilas para evitar que pisara nada descalzo hasta llevarlo al cuarto de baño de esa misma planta. No era ni mucho menos el más grande de la torre, pero, aun así, era bastante amplio. Elegante, minimalista, con mármol gris recubriendo sus paredes y una enorme bañera en el centro que Tony comenzó a llenar de agua templada.

—En primer lugar, hay algo que me ha estado molestando desde que viniste.

Tomó unas tijeras plateadas de uno de los cajones y el cuerpo de Loki se tensó al instante comenzando a alejarse de él hasta verse acorralado.

—Maldita sea, mocoso, ¡quédate quieto! —la puerta había sido bloqueada por Jarvis para que el dios en miniatura no escapara, pero Loki no se iba a dejar capturar con facilidad y gateó entre las piernas de Tony como una lagartija — Oye, ¿qué es eso?

Tony señaló una esquina a la que el niño miró y aprovechando ese segundo de distracción cortó su flequillo con un movimiento rápido de tijeras. Loki frunció el ceño ante el engaño, comprobando que las hebras negras que caían por su rostro ahora eran mucho más cortas.

—No fue tan malo ¿verdad? No es el mejor corte, quizás Pepper lo pueda emparejar más tarde, pero al menos ahora puedes ver sin esa cortina de pelo en medio —el niño no respondió, parecía bastante confundido, ¿qué pensaba que iba a hacer con las tijeras? La respuesta vino no mucho después, cuando comenzó a quitarle la ropa para meterlo en el agua.

Tuvo que llevarse la mano a la boca para reprimir una arcada. Hasta ahora solo había visto las marcas de golpes en el cuerpo demasiado delgado del dios. Deducía que en Asgard no le habían tratado bien y, aunque no simpatizaba con la idea de golpear a un niño, una parte de él no podía evitar comprender el odio que se había ganado por méritos propios.

Pero esto superaba por mucho sus expectativas.

El cuerpo del menor estaba lleno de cortes. Algunos parecían muy profundos, causadas por algún objeto afilado de bastante envergadura. Un arma blanca, seguro. Estaba aliviado de que las heridas ya no sangraran, pero las cicatrices rojas tenían mal aspecto. De pronto se sintió terriblemente enfermo, entendía porque Thor había estado tan desesperado como para traer a Loki a la torre de vengadores. El único lugar donde esperaba que su hermano pequeño no fuera torturado al desaparecer de su vista era con sus principales enemigos.

El humor del adulto había cambiado hasta volverse sombrío, ¿Quién sería capaz de apuñalar a un niño?

—Voy a hacer una llamada, ¿vas a poder bañarte tú solo?

Magia rebeldeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora