Capítulo 10

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—¡Es una catástrofe! —chilló Doly tras colgar el teléfono, luego se incorporó a la mesa y explicó llorando— El padre Rogelio ha dicho a última hora que mañana no puede realizar la boda, porque se rompió una tubería en la iglesia e intentando arreglarla destruyeron gran parte del sistema hidráulico y la inundación provocó un corte que acabó con el sistema eléctrico. Le he propuesto realizar la ceremonia aquí pero ha dicho que no, que su iglesia no presta tales servicios. Por Dios, ¿qué vamos a hacer?

—Tranquila, doña Doly, eso tiene solución. Él aceptará —le dijo Ricardo tranquilamente sacando su celular y poniéndose de pie, después de dos timbres el padre Rogelio contestó y Ricardo comenzó a hablar con él—: Padre… si, ya escuché eso y me parece irrelevante… le pagaré el dinero
necesario para que reconstruya su iglesia desde los cimientos… claro que todo se resuelve con dinero, no sea ingenuo, padre… la boda se realizará aquí y usted nos va a casar, solo debe decidir si lo hace por las buenas o por las malas… Si esa es su última palabra, está bien, pero que conste que le advertí y le ofrecí una vía favorable para usted.

—¿Y? —preguntó Doly cuando Ricardo colgó el teléfono, pero él no contestó, en cambio marcó otro número y comenzó a dar órdenes en Inglés; después de medio minuto
colgó y Doly preguntó otra vez—: ¿Y?

Ricardo no contestó volvió a la mesa dónde todos habían dejado de comer para mirarlo y se sentó juntó a Nadia que lo observaba con expresión reprobatoria.

—Esas cosas que pediste no pueden ser legales —comentó enfadada— Eso es demasiado extremista, pobre hombre. Ricardo llama ahora mismo y manda a deshacer todo lo que hiciste.

—Tranquila, gorgeous —se resistió él tomándole la mano y besándosela
delicadamente— Si hace lo que debe hacer no le pasará nada en absoluto y puedes estar segura de que lo hará. Solo me estoy ocupando de que cumpla su palabra, es un medio para llegar a un fin, love, nada malo va a pasarle al padre.

—Diga —contestó Doly al teléfono de la casa, interrumpiendo la conversación—. Si, padre, gracias por recapacitar... Si, imagino que algo lo hizo replantearselo... No se preocupe, yo se lo digo... si lo veremos está tarde para el ensayo de la boda, hasta pronto, padre —Doly
colgó y le dijo a Ricardo llena de alegría—: El padre me pidió que te pidiera perdón por las molestias causadas.

—Tienes bolas, cuñado —lo halagó Rafael— Y buenos contactos.

—¡Gracias, Rafa, sigue animándolo! —protestó llena de sarcasmo Nadia antes de dejar la mesa molesta.

—Voy por ella —anunció Ricardo poniéndose de pie tras escuchar batirse la puerta de la entrada.

—Debe estar junto a la laguna —anunció Samanta—. Queda detrás de los establos, pero dale un par de minutos para que se calme.

—Tía Nadia puede ser muy “temperamental” —agregó Rubén acariciándose una pequeña cicatriz en la ceja izquierda.

—Gracias, jovencita, te debo una —contestó Ricardo a Samanta guiñándole un ojo.

—Gracias, querido —le dijo Doly, tacándole el brazo—. No tengo idea de que hiciste, porque no hablo inglés, pero funcionó. Tráeme a mi niña antes de las tres, para el ensayo.

Ricardo salió de la casa y se dirigió a los establos, encontró la laguna detrás como le dijo Samanta. Nadia estaba sentada en la hierba verde a orillas del agua, lanzando pequeñas piedras que se hundían en el agua. Él se sentó junto a ella y le dijo:

—Love, lo lamento.

—No me lo digas a mí, tú tienes el número del padre Rogelio —respondió Nadia.

Falso gay buenarrónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora