Capítulo 12

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—¿Cómo estuvo la sección de fotos? —preguntó Samanta a Ricardo y a Nadia que llegaban a casa la mañana de la boda con rostros exhaustos.

—Chicos si algún día se casan utilicen dobles para las fotografías —resopló Nadia a Kevin y a su sobrina que se acaramelaban en la entrada.

—¿Pero todavía están así? —gritó Doly desde la puerta— Apresúrense y vallan a arreglarse. ¡Kevin ayuda a Ricardo y Samy con Nadia!

—Mamá aún faltan seis horas para la ceremonia y deja a los chicos en paz —protestó Carla detrás de ella.

—¿Y tú? —grito Doly inspeccionando a su hija— Todavía no te haz empezado a arreglar. Vamos que yo misma lo haré. Nadia, también me encargaré de ti, vamos.

—Mamá, no tenemos cinco años. – Refunfuñó Carla a lo que su madre contestó mientras se la llevaba del brazo:

—Pero se portan como tal, si te resistes te llevo por el cabello. Nadia, vamos, camina delante de nosotras.

—La abuela puede llegar a ser muy peligrosa —susurró Samanta.

—Niña, ¿qué esperas? —preguntó Doly a su nieta—. Si tu padre no cuida bien de ti yo lo haré, al menos mientras estés aquí. Lucy necesita ayuda con el decorado. Ricardo llévate a éste chico por favor.

Samanta besó a Kevin cerca de la comisura de la boca para despedirse y Doly casi enloquece:

—¿Y esa desfachatez? ¿Desde cuando los niños se besan? ¿Qué hice de malo para que salieran tan alborotadas las mujeres de mi familia?

Unas horas más tarde Doña Doly, regia y engalanada recibía a los invitados junto a su esposo, mientras en la habitación de Nadia todas las chicas chachareaban entre brochas y productos cosméticos hasta que Adela anunció que daba por concluido el maquillaje de la novia:

—Y ya está, quedó perfecta, sumado al peinado que te hizo Carla y el vestido que escogió Lucy te ves magnífica, eres la novia más bella que he visto.

—Si, me veo muy linda y lo necesitaré —bromeó Nadia mirando a sus
acompañantes por el espejo—. Si luzco solo un poco menos que perfecta, seré invisible en el altar junto a ustedes. Chicas están preciosas. Lucy hiciste un gran trabajo escogiendo los trajes de las damas de honor y el mío y todo lo demás. Gracias y a ustedes también.

—Tía parece que estás dando un discurso de graduación —se burló Samanta.

La conversación de las chicas se interrumpió por un toque en la puerta.

—¿Quién es? —preguntaron casi al unísono todas las mujeres dentro de la habitación.

—Ricardo —se escuchó contestar a la voz de Rubén.

—No fastidies —lo regañó Carla reconociendo su voz de inmediato y
abriendo la puerta solo un poco, para ver que quería pero sin dejarlo entrar— Ah, ¿pero tú también estás aquí? —dijo al ver a Ricardo parado junto a su sobrino—. No puedes verla. No te escondas detrás de mi sobrino.

—¡Fuera! ¡Llévatelo de aquí, Rubén! —comenzaron a gritar las mujeres.

—No quiero verla, pero tengo que hablar con ella —se justificó él levantando los brazos en señal de paz— Solo quiero que Rubén le entregue su celular, la estuve llamando y vi que lo dejó en el salón.

—Dame el teléfono, yo se lo doy —ordenó Carla.

—Por mi bien —aceptó Ricardo.

—Tía no seas malita, yo quiero verla —rogó Rubén—. Seguro está tan guapa como tú. ¿Ya te dije que te vez preciosa? Porque te vez preciosa y maravillosa y encantadora y…

Falso gay buenarrónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora