Cap. 5 "En la oficina"

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Una vez pasado el impacto de conocer a su familia y cuando volvió de sus vacaciones, como de costumbre lo pasaba a buscar a su departamento en la mañana y a su oficina a la salida del trabajo, para llevarlo de vuelta a su casa. Pero esta vez, no le avisé que ya estaba ahí, así que estacioné y entré a la oficina, me recibió su secretaria y me hizo esperar para avisarle a Mi General, que alguien le venía a ver.

Por fin, entré y cerré suavemente la puerta con pestillo tras de mí. Yo vestía un vestido blanco con líneas horizontales azules, el pelo suelto, un escote pronunciado y tacos.

Me miró, sonrió y se reclinó hacia atrás en la silla. Yo me acerqué y le dije, poniéndome su gorra: "Mi General,si adivina el tipo de mi ropa interior y color, le hago el amor encima del escritorio... Tiene solo tres opciones o se tendrá que conformar con el viaje de vuelta a casa".

Golpeando sus manos, dijo: "Okey. Es un colaless, blanco".

—No, no es blanco, pero sí es colaless, tienes dos oportunidades más.

—¡Dame un pista!— respondió.

—Mmm... Es un color diferente, que no uso habitualmente, pero me queda muy bien.

—¡Azul!— contestó.

—¡No!, pero mire bien atento—, me giré, el vestido se levantó y se vio el colaless).

—¡Calipso, lo sabía! jajaja.

—¡Ganó Mi General! Ahora le daré el premio.

Me acerqué a él, lo tomé de la corbata, se puso de pie, nos besamos (me gustaba mucho tomarlo del cuello y besarlo). Me senté en el escritorio y me bajé los tirantes del vestido, nos besábamos apasionadamente, sentí su perfume que me volvía loca, lo guíe hasta mis hombros y luego a mis senos, mientras yo le acariciaba y jalaba su hermosa cabellera platinada.

Él me miraba con los ojos llenos de deseo y yo sentía que despertaba un instinto muy salvaje en mí... Le dije: "Sácame la ropa interior con la boca" y por primera de muchas veces, dijo: "¿Quién soy yo para no satisfacer sus deseos?" (esta vez yo sonreí). Él bajó, me quitó la ropa interior, besó y lamió mi sexo, su lengua era exquisitamente rica, caliente, suave, larga y él sabía bien qué hacer.

Yo yacía recostada en el escritorio empujando a Mi General a entrar cada vez más en mí, sentía una ola de calor que recorría mi cuerpo, apretaba su cabeza con mis piernas y con mis manos le empujaba, comencé a gemir fuerte, olvidé que estaba en la oficina... y me tapó la boca con su mano, seguí disfrutando en silencio, hasta llegar al éxtasis...

Sonrió, me incorporé y le bajé los pantalones. ¡¡Por Dios!! (me sentía bendecida cada vez que veía su pene, tan grande y tan duro por mí). Le dije: "¡Te lo ganaste!" Y me di vuelta, me apoyé en el escritorio a gatas, me siguió lamiendo, por atrás y luego me montó en cuatro. Me sostenía firme y fuerte de las caderas, mientras jalaba mi cabello con una mano (no hay palabras para describir lo extrañamente placentero y doloroso que era eso). Disfrutaba y me tenía que morder los labios para no gritar. Aunque él sí gritó, y no se dio ni cuenta, tampoco le dije nada, total ya no había nada que hacer...

Después nos arreglamos, nos peinamos, limpiamos y salimos con unas carpetas en la mano, diciéndole hasta mañana al personal...

Se subió a mi auto conversamos del trabajo, de mi amonestación, de sus vacaciones, de su madre, de que alcanzó a despedirse, justo tres días antes de fallecer. Me dio las gracias por haber ido a acompañarlo y me besó la frente. Yo besé su mano, (¡diablos! era solo sexo, pero ahora se empezaba a convertir en algo más). Terminamos hablando del "bicho" extraño que había aparecido en China, por culpa de alguien que se comió un murciélago y nos reímos incrédulos de los malos augurios...

Lo fui a dejar y esta vez puso la canción: "Tú y yo", de Emmanuel.


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Comentarios del Autor: Si te está gustando la historia, por favor, dale me gusta o comparte. Un gran abrazo y nos vemos en el próximo capítulo.



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