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Midoriya Izuku siempre fue lo que la gente llama “un chico débil”. Su obsesión por ciertas cosas que le gustan lo han hecho parecer un otaku, siendo así repudiado por la sociedad.

No ha tenido ni un solo amigo en sus diecisiete años.

Pero “enemigos” consigue en cada esquina.

Fue así como conoció a Dabi.

Aunque en realidad se llama Touya.



»—¿Otra vez ustedes? -se escuchó la voz de alguien viniendo. —Creí que habían entendido la lección.

Midoriya Izuku, estando consciente solo gracias al dolor, con la poca vista que tenía en su ojo derecho, notó una mancha roja que se acercaba sin prisa. Pero no supo más, su cuerpo se relajó, como si ya pudiera descansar de los golpes, y quedó tendido en el suelo sin poder despertar durante un largo rato. Cuando lo hizo, los chicos que estuvieron golpeándolo ya no estaban. No había ni rastro de ellos, a excepción de la sangre en las paredes y parte del suelo de aquel callejón.

—¡Oh, despertaste! -dijo una voz desconocida con alivio. —Pensé que tendría que llamar a una ambulancia... Aunque creo que sí debería.

—No... -habló Izuku aún sin ver quién era la persona que estaba con él. Tan solo respirar le dolía; sin embargo, no quería terminar en un hospital y causarle problemas a su madre. —Es-estoy... Bien.

—“Estoy bien” mi trasero. No hay ni una maldita forma de que lo estés. He peleado con esos tipos antes, conozco su fuerza. -admitió. —Y su idiotez. Venga, te llevaré a otra parte... ¿Puedes ponerte de pie? Apóyate en mí. -Dabi se encontraba sentado al lado contrario de donde Midoriya seguía, ya que estuvo recargado en la pared descansando por la pelea. —Hey, ¿Me escuchas?

Al preguntar, se levantó del suelo, poniéndose de frente al chico golpeado, quien abrió sus ojos con dificultad, acostumbrándose a la luz del sol.

—Tú... Eres el de antes. -dijo para sí mismo recordando la “mancha” roja.

—No sé de qué hablas, pero te pregunté si puedes ponerte de pie. -insistió Dabi algo preocupado.

—Puedo. Solo... Necesito unos segundos más y... Estaré bien.

—Te lo he dicho, no hay forma de que-

—En serio, lo estaré. Yo... Siempre me pasa esto. Así que estoy acostumbrado.

Excluyendo su aspecto, parecía que hablaba en serio. Su respiración ya se había neutralizado, movió sus piernas, brazos, y tocó su estómago, para ver qué tanto se encontraba de lastimado. No era nada grave, Dabi había llegado a tiempo.

—¿Puedo saber tu nombre? -preguntó levantándose de poco a poco.

Dabi le ayudó al instante, poniendo el brazo del menor sobre su hombro.

—Touya. Ahora dime dónde vives, pagaré el taxi si es necesario, pero debes descansar.

El corazón de Izuku hizo el sonido que ha escuchado en las películas varias veces, “doki, doki”.

No se trataba de un romance, solo estaba muy feliz.

Alguien quería hacer algo por él sin siquiera conocerlo.

Se sintió el más afortunado.

—Vivo cerca, podemos llegar si caminamos un poco. -explicó con una sonrisa, aceptando la ayuda de Touya. «




Luna de miel rojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora