los demonios lanzan los dados...

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Apenas quiso dar un movimiento dormida para acomodarse en el espacio vacío, su cabeza se estrelló contra la pared.

Esto la hizo abrir súbitamente los ojos, confundida y adolorida. Si tuviera un sistema nervioso humano, probablemente le saldría un moretón ahí; los daños menores pasaban desapercibidos en su cuerpo, así que no le preocupó mucho el dolor. Ya pasaría.

—¿Por qué tu cama es tan pequeña? —le dijo al ángel que estaba sentada en el pequeño escritorio, bebiendo té mientras leía.

—Porque no duermo ahí —le contestó esta sin mirarla—. Porque soy un ángel. Y porque no necesito dormir.

—Te compraré una cama más grande mañana —fue su conclusión, estirando los brazos hacia arriba y a todo su cuerpo. Dos criaturas con cuerpo de humanos adultos durmiendo en una cama tan pequeña le traería consecuencias a sus huesos o algo.

—No necesito una más grande —dijo Adriel en tono serio.

—Bueno, yo sí.

La habitación se sumergió en un silencio que ni el demonio más experimentado podría leer. Exael no era, por lejos, la demonia más experimentada, pero sí la que más conocía a Adriel. Y sabía muy bien lo que cada silencio suyo significaba.

Estaba aterrada. Culpable y tentada a volver a caer.

—Ángel, ven aquí.

Sin despegar los pies del piso, cual serpiente, Adriel se acercó a ella. Se detuvo a casi medio metro de distancia, justo enfrente de la cama. Tragó duro.

—Dije aquí.

Exael sujetó al ser angelical de la muñeca y la jaló hasta que la rubia quedó sentada en su regazo. Sorprendida y un poco roja, logró acomodar sus piernas a los costados de Exael, sacándole una sonrisa.

—¿Estás enloqueciendo o algo? —le dijo, sus largos dedos pasando por el inmaculado cabello.

—¡Sí! —no le costó admitir— ¡Por supuesto que lo hago! ¡Tú y yo... Nosotras...! ¡Tú y yo!

—¿Follamos? —completó, de repente conmovida por su inocencia.

—S-sí... ¡Y eso es un pecado!

—¿No puedes simplemente rezar un par de rosarios y ya?

—No es tan sencillo —Adriel quiso bufar, pero estaba muy contrariada—. Maalik dijo lo mismo...

—¿Quién diablos es Maalik?

—Es mi amigo... es un demonio. Imagino que lo conoces. Se llama Maalik.

—No conozco a todos los demonios del Inframundo, Ángel. Muchos nombres, muchas caras. No es mi trabajo, mientras no se metan en líos jodidos.

—Pero él es peculiar —continuó la rubia—. Era un gemelo, de los pocos ángeles dobles, su hermana se llama...

—Ārgos, ¿no es así? —intuyó— Bella ángel, a decir verdad... un poco malvada para estar allá arriba.

—Sí —fue la cortante respuesta de Adriel, bastante fría y cortante para ser un ser divino—. Supongo que es tu tipo.

—¿Mi tipo?

—Un alma algo turbulenta —se arriesgó a decir. Quizá sonaba más amarga de lo que debería— que no se niegue a ser... corrompida.

Exael le regaló una sincera risa.

—No, no, Ángel. No me gusta el juego fácil. Me gusta seducir, perder y volver a empezar, tentar... Perseguir a mi presa por un largo, largo tiempo.

Cruel SummerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora