IV

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A pesar de que el último encuentro había sido buscado, Kara había agotado sus energías de pensar tanto en Lena. Y es que habían pasado los días y la rubia finalmente se cansó porque la historia que le debía la pelinegra nunca llegaron a sus oídos. Ni siquiera se había pasado por su escritorio para darle, al menos, un "gracias''

Tenía que parar y pasar página; estaba claro que la pelinegra le estaba demostrando todo lo contrario a lo que pensaba. No podía quedarse estancada ni arrastrarse con la poca dignidad que tenía. Lena había dejado claro de que eran historia. Ni siquiera se había preocupado en retomar, al menos, la amistad especial que habían tenido; como ella le repetía desde que se conocieron. 

Así que enterró esos sentimientos. De verdad que lo hizo. Es más, después de aceptar las cosas, se había animado a probar aquellas citas online cómo le habían aconsejado Nia y Winn; solo para distraerse un poco. 

Tenía miedo a que saliera mal porque le costaba confiar, pero definitivamente tenía que  empezar a trabajar en ello; tenía esperanza para eso. Entonces no había dudado en abrir la aplicación y finalmente, después de tres días, había accedido a quedar con una chica que le había llamado la atención, a pesar de no ser su tipo. Su personalidad iba más allá que cualquier otra cosa.

Sin embargo, Kara no sabía ahora por qué diablos estaba frente de aquel pub que había prometido no volver pisar. Pero no se retractó y siguió a su acompañante. Y es que tampoco dudó en acercarse donde estaba Lena. Quizá porque también era una prueba a fuego de tomárselo en serio (sabía mentirse muy bien también porque se desilusionó cuando la pelinegra se mostró indiferente al verla).

—¿Qué quieres beber? —preguntó su acompañante de pelo corto mientras se sentaban al lado de la barra.

—Una cerveza suave —pidió Kara y miró a la camarera quien ya estaba cogiendo una jarra.

—¿Huh? ¿Suave? ¿Cómo este brazo? —preguntó la mujer, acariciando descaradamente su piel expuesta por su vestido y la reportera agitó la mano, abandonando sus garras.

—Te aprovechas de todo, Kate —se burló la rubia con un intento de picardía y sonrió entre dientes cuando la mujer se echó a reír, dándole la razón.

—Aquí tiene. —Lena interrumpió el evidente coqueteo. 

A pesar de que no miraba a la rubia, seguía inexpresiva, cosa que hizo que la rubia suspirara. Sería más fácil si le dijera algo, aunque sea indirectamente. Si estuviera molesta o si estuviera alegre sería pasos regalados, pero Lena era totalmente oscura. La camarera preguntó que quería tomar a Kate con la mirada.

—Confío en ella, así que ponme una cerveza igual.  —Se relamió los labios nada más volvió a fijarse en la rubia quien apartó la mirada, ajustándose las gafas.

Kara había conocido a gente. Mucha. Y, a pesar de que Kate era una mujer lanzada, le gustaba. Tenía su toque, su estilo y era diferente. Habían conversado durante horas antes de esta cita y estaba realmente cómoda, cosa que no había surgido con nadie más. Le hacía sentir algo, aunque sea un poco. Nadie había conseguido ponerla, al menos, un poco nerviosa, y pensó que era un avance; la posibilidad de que esto saldría bien. Incluso teniendo a Lena al lado, no le había importado en absoluto.

O eso creía ella.

La rubia estuvo contando todo sobre su vida, aprovechando de que Lena se había tomado un descanso para despotricar sobre ella sin decir su nombre. No podía evitarlo, pero Kate escuchó de todos modos. Sin embargo, cuando era el turno de la mujer del pelo corto, la rubia ladeó la cabeza de un lado a otro, asintiendo con síes o noes.

La verdad es que no se estaba dando cuenta de lo que estaba haciendo, pero estaba claro de que la mujer del pelo corto se estaba dando cuenta de todo.

—¿Te apetece fumar? —preguntó Kate después de contar un drama de su vida.

Como un amor de verano (y algo más)  | SupercorpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora