Shoyo hundió su rostro en la almohada totalmente abochornado. Los Miya por tres días lo cuidaron por culpa del idiota que altero su bebida e hizo que se adelantara su celo. Fueron muy amables con él y les estaría eternamente agradecido.
El primer día Atsumu y Haru lo cuidaron, el niño le traía lo que necesitaba y lo desamarro sin hacer preguntas, se notaba su preocupación, pues, al no tener un alfa, los cólicos eran infernales y la fiebre no cedía. Padre e hijo no sabían qué hacer para calmar el malestar y sacarlo al hospital en esas condiciones tampoco parecía buena idea, al ser un omega sin lazo, seguramente muchos cerdos sin cerebro guiados por su instinto harían hasta lo posible para follárselo.
Entonces, en el segundo día recurrieron a un experto. Shinsuke se quedó los dos días siguientes con él, escuchando cómo regañaba a los Miya por no haber llamado antes. Shoyo sintió como si su madre lo acompañara en esos días tan difíciles; el albino es para el pelirrojo la persona más amable y tierna (y sus feromonas lo calmaban bastante). Además, Osamu lo consintió con las comidas más deliciosas: caldos y tés que le ayudaron mucho a desinflamarse y a que no le doliera tanto.
También escuchó que Shinsuke se había enojado con los gemelos por algo que hicieron. Cuando salió de la habitación ya recuperado, ambos se disculparon y se alegraron de que se encontrara mejor. Haru, aliviado, se lanzó a sus brazos y sugirió que tomara un baño y comiera algo antes de regresar a su departamento.
Algo extraño sucedía. Durante todo ese tiempo, Atsumu no lo miraba a los ojos, y notaba su nerviosismo cuando hablaban. Luego, un día en que se quedaron solos, el alfa se retiró excusándose, diciendo que necesitaba ir con Kiyoomi y Ushijima por algo que le habían pedido. Desde entonces, se comportaba así: en las prácticas no se quedaba con él hasta tarde, en las duchas esperaba que él se bañara primero y, en los partidos, ni siquiera festejaban juntos. Al principio, no lo entendió, hasta que recapituló todo lo que había hecho ese día en el bar y comprendió por qué aquel rubio lo evitaba como si su vida dependiera de ello. Shoyo recordaba el beso, claro que lo hacía, y admitía que fue uno de los mejores jodidos besos que le habían dado en su vida. Los labios de Atsumu son suaves, carnosos y tan calientes como el infierno.
Pataleo su cama con la cara totalmente roja y soltando un grito bajito de frustración.
¡Por supuesto que no se arrepentía!
Gracias a su celo, finalmente se atrevió a dar el paso que en condiciones normales no se atrevería. Atsumu destacaba mucho por su apariencia, amabilidad y por ser un excelente padre; su soltería proyectaba un aire de "puedes coquetearme" en su atractivo rostro. Además, su armador es jodidamente caliente, con un irresistible aroma a chocolate que lo sumía en fantasías y en un estado de relajación que le daba mucha seguridad.
¿Le gustaba? ¡Claro! ¿¡A quién no le gustaría un tipo tan atractivo como Atsumu!?
A él no le costaba para nada admitir lo que sentía, suele ser muy honesto consigo mismo y sus sentimientos. Por el contrario, Atsumu lo evitaba ahora debido a lo sucedido, y el omega lo entendía. No tuvo una vida fácil y sabrá dios porque ya no estaba junto a la madre de sus hijos (aunque se daba una idea), pero Shoyo creía sus heridas aun no sanaban del todo.
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My Sunshine. » AtsuHina.
FanfictionAtsumu siempre pensó que su matrimonio sería su "y vivieron felices para siempre", pero estaba equivocado. La muerte de su hija transformó su cuento de hadas en una historia llena de dolor. Sin embargo, un hombre llegó a su vida como un rayo de sol...