Sus párpados pesaban. Sentía su cuerpo pesado, como si un auto lo hubiera arrollado y aunque trataba de al menos de articular una palabra, su garganta no le ayudaba, hasta pasar saliva era difícil.
Tenía que levantarse, su hijo lo necesitaba.
Al abrir sus ojos, le sorprendió el lugar donde se hallaba. No era el hospital, era el campo de girasoles donde sus hijos amaban ir a jugar, la casa se veía distinta, más grande y pintada de colores cálidos; se paró del suelo, confundido, se acercó a donde se suponía que estaba la tumba de su niña.
No estaba.
¿Pero qué mierda pasaba?
Camino rápidamente a la entrada de la casa, escucho risas, era la dulce risa de su Hanami. Apresurado, se dirigió hacia la sala y su corazón latió de alegría al verla; su cabello castaño, largo y ondulado, su niña de nueve años dejo de ver la televisión y lo miró con sus hermosos ojos miel.
—Hola papi, Haru-nii se acaba de ir. —Cerró sus ojos, mostrándole sus largas pestañas.—Ha, es tan sentimental, es una suerte que me tenga para protegerlo.—Abrió los ojos y rasco su nuca. Al notar que su padre seguía ahí parado, le dio unos golpecitos al sofá. —Ven, este espacio está reservado para ti. —Y su vista regresó al televisor.
Atsumu sin poder decir nada, obedeció. Rápidamente se sentó a lado de Hanami y la miró por un momento; ella al sentir su mirada se giró para sonreírle y no dejó pasar ni un minuto, se lanzó a sus brazos cumpliendo su objetivo de abrazarlo con fuerza. El rubio correspondió, la última vez que la vio en sus sueños fue el día de su aniversario de su fallecimiento y Shoyo se quedó con ellos. Ese sueño que tuvo, para él fue una señal de que algo iba a suceder, como si Hanami se lo avisará en ese sueño.
¿Por qué ese abrazo se sentía diferente?
Tan real.
—Hueles a flores. —Murmuró, acariciando su cabello con tranquilidad. —Eres tan hermosa, mi bebé.
Ella asintió.
—¡Claro que soy hermosa!
Atsumu empezó a reír.
Tan parecidos.
La niña se separó de él al escuchar la voz de alguien en la televisión. Atsumu prestó atención, Hanami veía un partido, específicamente el de la final de las olimpiadas contra Argentina, la castaña silbo sorprendida por el gran pase que él le dio ese día a Shoyo.
—Disfrute ganarle ese día al gran rey. —Se burló de Oikawa con una sonrisa de autosuficiencia. —Te prometo que le volveremos a ganar.
Ya no sonrió. Su hermosa flor suspiro.
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My Sunshine. » AtsuHina.
FanfictionAtsumu siempre pensó que su matrimonio sería su "y vivieron felices para siempre", pero estaba equivocado. La muerte de su hija transformó su cuento de hadas en una historia llena de dolor. Sin embargo, un hombre llegó a su vida como un rayo de sol...