Introducción.

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Caminé por ese pasillo largo y estrecho como ya lo había hecho miles de veces antes, ¿Cuál fue la diferencia esa mañana? está vez no iba con la cabeza gacha, mi mirada estaba puesta bien en alto como desde un principio debió ser.

Presentía como al final del día llegaría sola otra vez, podría ser arrastrada por los pasillos de mi coleta alta y aun así a nadie le podría importar menos. Mi vida en este colegio durante tres largos años me hicieron hundir en la soledad y desesperación.

Desesperación de saber que nadie acudiría a mi ayuda, que de esta abrumadora oscuridad en la que me encontraba no saldría una mano estirándose hacía a mí y sacarme con fuerza para unir a esta pobre chica y así  remediar mejor los días. Me causaba dolor ver como mis esperanzas se esfumaron en poco tiempo, yo que desde un principio luche por la integración dentro de esta instalación era la misma que caminaba sola por los pasillos.

Me abandonaron bien amenazaron su seguridad.
Y no los culpo.

Mi vida fue como una frase de un texto que solía leer seguido.

"Alguien era la que tenia que quedar enredada entre los hilos del cazador, una vez que entré me sujeto tan fuerte que tuve que negar a mi tribu para que no quemarán a nadie mas."

No paso ni 3 minutos que comencé a llamar la atención.

Mi corazón latía rápido de los nervios sintiendo como caían las gotas de sudor por mi rostro. Estaba tan acostumbrada a lo inhumano, el llegar y saber cual sería su trato, que me asustaba sentir tanto miedo por solo entrar caminando con normalidad. Como una nueva estudiante que recién llegaba.

Lo que estaba haciendo era un grito de provocación para él.

De hecho, cualquier cosa extraña que hacía ya era un llamado de atención para ese ser y yo no era de moverme mucho. Negada a salirme de mi rutina, a la cual estaba obligada a seguir todos los días de la semana, me sentía cómo un robot que llegaba siempre con poca energía.

Aún así cruce el pasillo en todo mi esplendor, veía a las personas alrededor abrir grandes los ojos hacía mi actitud. Algunos no sabían que pasaba, seguro pensando que me rompí completamente. Oía los murmullos y voces en todas partes, ¿no empezó el día muy entretenido hoy? Me quise unir a un grupito para sacar una linda plática.

Salude a Beth con un leve movimiento de cabeza, la única e inigualable Beth, una chica de corazón dulce al igual que yo pero con un carácter fuerte del cual carecía. Fue la primera y la última que se apiadó de mi, ella en los pasillos o salones me acompañaba con la mirada, pequeñas conversaciones en los rincones, la heroína que me defendía de otros que intentaban aprovecharse de mi puesto; ese puesto que me sumergía en la debilidad, esa debilidad que yo exponía y en la que él me puso.

Beth hizo caer su labio inferior del asombro, seguido pude ver como agrandaba sus lindos ojos verdes. Dio unos pasos hacía mí dirección, seguro para decirme que carajo estaba tratando de hacer.

Demasiado tarde, su tercer paso se detuvo bruscamente y pude ver mientras me recorría de pies a cabeza un leve escalofrío por como se retorció.

El maldito ya estaba al tanto de lo que estaba pasando. De seguro le llegó a sus oídos que su conejillo de Indias había dejado de correr sobre la rueda.

Sentí como una mirada penetrante perforó en mi cráneo, los pelos que posaban antes tranquilamente sobre mi piel se levantaron inmediatamente.

Estuve al tanto de lo que sucedía dentro mi en todo momento: como mis manos comenzaron a hormiguear expandiéndose esa horrible sensación hasta mi rostro, las fuertes palpitaciones y esta latente dificultad para respirar. Estaba sofocada, muerta de miedo. Cada síntoma que surgía de mi cuerpo producía que mi mente gritara "¡peligro! ¡peligro!", mis instintos de supervivencia me decían que me protegiera, volviendo todo a como estaba antes. Pero no le iba a dar con el gusto, no iba a huir.

Ahí en pleno pasillo, como un comportamiento condicionado agache por dos segundos la cabeza, para luego sonreír levemente. Mi mandíbula comenzó a subir de forma lenta y letal donde tranquilamente mis ojos se encontraron con los suyos, sostuve la mirada por quien sabe cuanto tiempo. Lo desafié.

Hace dos años que no me atrevía a mirarlo fijamente en un pasillo. Pude ver cómo sus cejas se contrajeron, sus tormentosos ojos grises lanzaban reproche y confusión.

Sus pasos adquirieron poder, hasta la caminata más pacífica que el realizaba encendía un mármol con una de sus pisadas. Observe de forma fugaz como sus amigos se quedaron clavados en el suelo, negándose con la cabeza. Los pocos profesores que se encontraban en los pasillos se apresuraron en salir de ahí lo más rápido que sus pies permitieron, y así seguro evitar darle explicaciones a mis padres sobre cómo presenciaron todo, los que eran antiguamente mis amigos solo bajaron la mirada y a trompezones se dirigieron a sus aulas. Los más curiosos se quedaron ahí esperando ver su primera acción, pensado que su reacción sería tan mala como yo presentía que sería.

Esperaba salir viva de esta, como así esperé en los otros ocho mil encuentros que tuve con el bastardo. Porque definitivamente sería la última vez que lo vería alrededor de mi: dominándome, maltratándome; dirigiéndome, acosándome y observándome las 24 horas del día. Si, así como lo dije, era un loco psicópata que hubiera deseado jamás cruzármelo en la vida, nunca entendí porque él era así, porque era así con todos, ¿Qué era lo que le ofrecía el daño? ¿Lastimar tanto saciaba al monstruo que había dentro de él? ¿Quién era ese monstruo, quien lo creó? ¿Y porque tuvo que tragarse a tanta gente para seguir sobreviviendo?, no entendía porque me hacía eso, no lo entendía a él. Y me iría así con la duda...

Porque mañana me largaría cobardemente de esta ciudad.

Nota n° ?

Okey... es la segunda historia que hago (la primera la perdí jajaj) perdonen por los errores de ortografía o por si hay algo mal. Iré mejorando con el tiempo bsos




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