Mi tormento.

Capítulo 1

  Un nuevo comienzo.

Miré con amor las plantas que yacían en el balcón, tuve suerte al apropiarme del único que había en el departamento.
Respiré profundamente sintiendo como el aire de la primavera se acercaba, hace mucho no estaba así de tranquila.

Después de presenciar el paisaje entre a mi nueva habitación, el pasillo que me guiaba a la cocina era muy estrecho, todo en mi nuevo hogar era muy pequeño y sencillo. Todavía no podía creer que mi vida desde ahora se resumiría a eso.

Coloqué el saquito de té en una taza con la cara de un patito, sonreí feliz, estaba agradecida de tener tanta fuerza de voluntad y jamás haberla tirado después de sus incontables burlas. Mi padre estaba a un costado intentado acomodar las masetas con flores artificiales arriba de un estante, esperé ver un ceño fruncido en su rostro pero me sorprendió ver pura serenidad.

En definitiva esto era algo nuevo para nosotros, nuestra vida cambio radicalmente desde que hace 24 horas nos subimos al auto en plena madrugada, cuándo todos aún dormían.

Mi madre colocaba unos garrones de mármol a los costados del living, está habitación junto a la de mis padres eran las más grandes en el apartamento. Esperaba ver tristeza en el rostro de mi madre por abandonar la ciudad y dejar a los abuelos solos, pero ella cantaba una melodía entre dientes de forma pacífica. Supongo que ellos están felices de haberme podido liberar de ese infierno.

Tantas noches que lloramos juntos, las cartas de despido que le llegaban a mis padres solo por abrir la maldita boca para defenderme. Todas las amenazas que recibimos y los miles de agentes con traje que cruzaban por nuestra puerta solo para dar una <tranquila charla de advertencia>, era impresionante como el dinero te tiene oliendo el culo de personas asquerosas. La comunidad entera sabía que éramos buenas personas, buenos ciudadanos. Pero eso a las autoridades no les interesaba, cada uno de nosotros estábamos adiestrados, desde un principio nacimos para obedecer y seguir las reglas de la sociedad, del estado. Somos sombras para ellos hasta que de alguna forma se ven amenazados y cuando llamamos la atención solo saben callarnos de la manera en que siempre lo hicieron: a lo largo de la época, a lo largo de la historia; con miedo.

Baje a trompicones por las escaleras con una enorme sonrisa, iría a comprar rosquillas a una tienda que quedaba a unas dos cuadras, cuándo llegue a esta ciudad mi corazón estaba tan contento que el cansancio del viaje no me impidió conocer los alrededores.

Una vez con la bolsa de compras en mano y un licuado de frutilla en la otra observé a lo lejos mi balcón, estaba muy orgullosa de haber trabajado en el toda la mañana a pesar de dejar mi pieza a un lado, donde solo había un colchón con una sábana aún sin poner.
Me hizo acordar de algún modo a mi; tan bonita en el exterior pero muy vacía por dentro.

Bip bip...

Mi teléfono vibró.

Asustada miré hacía los costados esperando que ese sonido viniera de otra persona.

Bip bip...

Volvió a sonar y está vez apresuré los pasos para llegar a la recepción. En mi mente los pensamientos me invadían y el tormento de mi vida pasada comenzó a nublar mi visón. Rezaba, rezaba y oraba para que dios no hubiera permitido que gente del pasado no se volviera a interponer en mi camino.

Te preguntarás, ¿por qué estará asustada solo porque vibró un simple celular? Bueno, era nuevo. Número nuevo y todo lo demás, ni a mis padres les di tiempo para agendar en contactos.
Después de abrumar mis pensamientos intente pensar con claridad y me acordé cómo en el recorrido a unas 5 horas de viaje me harté de tanto silencio. Era una situación en donde rápido te cansabas de ver videítos en YouTube, solo conectabas con el paisaje hasta que el campo se llenaba de vacas y el enojo constante debido al traqueteo del auto lo cual hacia un ambiente muy incómodo para leer un libro. Así que instale Instagram desesperada del aburrimiento que no me preocupe ni siquiera en crear una cuenta nueva.