"Vistazo a mi infierno"
La casa de Doña Samanta era fría por las noches, no voy a negar que me daba miedo la oscuridad que invadía por afuera de las ventanas.
Esta semana me había ocupado de mantener a los animales bien alimentados y cuidados, las horas restantes me había ocupado de limpiar el lugar, estaba orgullosa del trabajo que hice, para tan pocos semanas la casa relucía.
Me había organizado de esta manera:
Ir a casa de doña Samanta de cuatro de la tarde a diez de la noche, ese horario se mantendría de lunes a viernes. Los sábados vendría de seis de la tarde hasta las ocho del próximo día. Mi padre protesto al principio, pero después pasado el mes este comenzó a relajarse, sin embargo yo todavía, seguía teniendo cierta incomodidad en quedarme sola por tanto tiempo, y aún más en la noche-El bosque queda muy cerca, así que procura no salir mucho, cualquier inconveniente que tengas ve con los vecinos de al frente, es una familia tradicional, un poco arisca, pero muy serviciales- Doña Samanta me comentó en mi primera noche.
-¿Los conoces?- pregunté curiosa.
-Mm…- pensó un buen rato, -el padre de familia era un obispo, renuncio cuando tuvo a su segundo hijo, pero aún así no dejó de manejar las iglesias de la ciudad y sigue teniendo cierto contacto con él gobierno- avisó.
-¿Y el resto?
-De la madre no se mucho, es reservada… Tienen tres hijos, de ellos tampoco se mucho, solo se que los mayores son hombres y la menor mujer.
-¿Por casualidad son familia de dinero?- curiosee un poco más.
-Si- aseguró.
No me pareció nada raro, su casa era literalmente una mansión, muy cerrada y con protección hasta en las plantas, se que las hectáreas de esta zona están todas compradas, no me sorprendería que fueran de ellos.
Me acomodé sobre el amplio sillón preparada para ver la novela de la noche, las novelas Turcas eran tan dramáticas que me mantenían sin parpadear hasta el amanecer. Todavía no me sentía segura de dormir en este lugar ajeno y aislado, así que trataba de soportarlo y llegar lo más rápido posible a mi casa para dormir el resto del día.
Cuando el sueño se avecinaba y la tercera taza de café se deslizaba sobre mis dedos el fuerte ladrido del perro me despertó, -lazzy- llamé, -¿Qué pasa cariño?Me levanté con la cola entre las patas para ir a buscar al Golden que se sostenía firme en el estrecho pasillo, este estaba ladrando a la puerta que daba al patio trasero. Tiré ligeramente de su collar para llevarlo hacia el interior de la casa, con inquietud e inundada de miedo me puse alerta cuando visualice a una persona por detrás de la puerta.
Toc toc.
Sonó despacio y yo grité.
-¡Oh, disculpa!- Escuché una voz chillona -no quería asustarte, pensaba que no había nadie en casa.
Dudé en si contestar, se podía ver por detrás del vidrio una pequeña silueta.
-Esta bien, no te preocupes- mi voz tembló.
-¿Eres la cuidadora de doña Samanta?- okey, parecía ser gente conocida.
-Si.
-¿Estas sola?
-No, no- respondí rápidamente. Obvio mentí.
-Cariño ¿puedes abrirme la puerta?, así te explique porque estoy acá, no soy ninguna ladrona- escuché su risa, un poco contagiosa.
Después de 5 minutos y ver que la silueta no se inmutaba en irse abrí la puerta sigilosamente. Una chica mucho más joven que yo se encontraba observándome con una cálida sonrisa.
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Mi tormento.
Teen FictionTonta, torpe e inocente. ¿Quién no fue así en su adolescencia alguna vez? Mi objetivo era llegar, hacer muchos amigos y fomentar la paz e unión dentro de este edificio. Como anteriormente lo había logrado en mi antigua institución. ¿Cuál era el pr...