"Ya no es un simple recuerdo"
El sudor caía por mi frente.
Escuchaba los murmullos muy lejos, como si estuvieran conversando en un pasillo y yo me encontrará encerrada en una habitación con olor a carne muerta.
Me desperté hace creería veinte minutos, traté de descifrar la forma de escapar, sólo sabía una cosa; tenía atada las manos en una silla incómoda, mis ojos estaban tapados y la poca libertad que tenía en las piernas me lo obstruía el amarre en mis muñecas.
Después de unos minutos gracias a la agilidad de mis dedos pude sacar una de ellas, reí nerviosamente sintiéndome genial. Muy mafioso Caín pero muy malo para atar un par de manos, por un momento pensé que se estaba apiadando de mi hasta que recordé que clase de persona era.
-Woao eso fue impresionante- escuché una voz gruesa provenir de alguna parte -te voy a llamar desde ahora "la ley de los cinco."
Un leve escalofrío recorrió por todo mi cuerpo.
-¡¿Ley de los cinco?!- chillé -¡¿Y Caín, que demonios crees que estas haciendo?!, ¡Suéltame ahora!- ordené tratando de no sonar asustada.
-Si, cinco minutos- habló ignorando el resto, -cinco para tomar conciencia, cinco para entrar en pánico, cinco para maldecirme internamente y otros cinco para idear un plan y lograr desatarte las manos. -enumeró, como si el estuviera en mi maldita mente.
-Hasta en estas situaciones eres ordenada Sofía- escuche un par de pasos acercándose, -mi pieza lucirá radiante una vez que me pertenezcas.
Me estremecí de pies a cabeza, me asustaba saber sus planes a futuro conmigo.
-¿Acaso no tienes gente que haga eso por ti?- decidí irritarlo. -Te imaginaba con más plata Caín.
Hubo un breve silencio, sabía que estaba jugando con fuego, al demonio no lo povocaban ni sus amigos.
-No cualquiera entra a mi habitación- su voz sonó rigida. -tu serás una buena decoración arriba de mi cama.
Últimamente me humillaba de esa forma, lo sexual estaba muy presente en sus palabras.
-Caín, deja de jugar conmigo. Desátame las manos y sácame estas vendas ahora.- Una risa ronca se escucho, totalmente forzada.
Me estaba dirigiendo a el de una forma que no cualquiera lo haría, al principio le tenía temor, agradecía a mi buena retención de líquidos por no mearme las primeras veces que intercambie palabras con el, pero dos meses y un montón de su mierda me tenían los ovarios por el piso, ya no escondía mi lengua debido a instintos de supervivencia; el mato cada uno de mis miedos con su oscuridad.
-No me gusta verte así Sofía, ya no tiemblas tanto como antes en mi presencia, quería volver a los viejos tiempos.
-¿Y piensas que golpearme la cabeza, encerrarme y prohibirme de mi libertad lo lograrás? Ya no tengo ganas de tu mierda Caín, estoy cansada de ti- suspiré agobiada, -hice todo lo que me pediste, renuncié a mi vida por dios, déjame en paz ahora.
-Parece que no estas entendiendo bambi, deshacerme de ti ya no esta en mis planes- una mano fuerte y caliente me quito las vendas, su mirada fría fue lo primero que vi, -me encanta la desinformación que tienes sobre la manera de manejarme, tu inocencia va a hacer que el impacto sea más grande.
Sus piernas estaban flexionadas para llegar a mi figura, su mirada pasó a tener un brillo malicioso.-¿Qué quieres decir?- fruncí el ceño, - ambos quedamos en que haría todo lo que quisiera estas semanas, ya lo hice, a duras penas, pero lo hice. ¿Qué quieres ahora?
Me estaba enojado y su media sonrisa no colaboraba para mis nervios.
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Mi tormento.
Teen FictionTonta, torpe e inocente. ¿Quién no fue así en su adolescencia alguna vez? Mi objetivo era llegar, hacer muchos amigos y fomentar la paz e unión dentro de este edificio. Como anteriormente lo había logrado en mi antigua institución. ¿Cuál era el pr...