Mala compañía.

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Para variar, había amanecido y estaba sola.
Sola, por haber dejado ir al motivo de mi soledad;
sola, por escabullirse y huir de lo que verdaderamente teme,
pues nada le aterra más que ser amado.

Me di la vuelta y entonces le vi.
Era el hombre más hermoso que habían visto mis ojos,
sin embargo, ante su par de ojos,
yo era una chica normal.
Había vuelto.

El se estiró y sonrió tras abrir los ojos.
Observé obnubilada, cómo algo tan simple
y a la vez tan hermoso como su sonrisa
podía hacerme feliz.

Alargué el brazo en un amago de acariciarle,
pero su cuerpo se desvaneció.
Dejando nada más que los recuerdos.

Otra vez vuelve a ser septiembre,
y otra vez vuelvo a odiarte.

Decírtelo bajo la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora