Comparte el pastel, Billy - Harringrove

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Primer oneshot que subo, espero lo disfruten, quizá suba más, idk.

Era de conocimiento público el hecho de que a Billy no le gustaba compartir sus cosas con la gente, teniendo la única excepción con su insufrible hermanastra menor Alex y su sexy novio Matthew. Odiaba la idea de que alguien manoseara sus cosas, ya sea un lápiz o su querido auto deportivo, simplemente le picaba los nervios pensar en que tan solo rompieran o ensuciaran algunas de estas, ya le ha pasado lo suficiente de aquello en la primaria como para querer repetirlo otra vez ahora en la preparatoria. Por suerte para él, o no, las personas seguían rodeándolo y admirando su existencia como si se tratase de alguna celebridad o el mismísimo presidente y no un simple chico guapo con mal genio que odiaba prestar cosas. Simplemente lo adoraban por su enorme atractivo y su personalidad salvaje y sensual, siempre consiguiendo que las miradas se volteen a su dirección, a eso sumémosle su puesto como el vicecapitán del equipo de basquetbol y capitán del equipo de natación, su nombre era de los más murmurados entre los pasillos de la escuela y, ya sea para bien o para mal, también era temido por gran parte de los estudiantes. Habiéndose metido en las suficientes peleas, manteniéndose invicto en la gran mayoría, como para ganarse el respeto/miedo de los más débiles del lugar. Esto casi ni le importaba, mientras que todos se mantengan alejados de sus cosas.
En estos momentos se encontraba junto a su lindo novio, y los amigos nerds de este, en la horrenda cafetería de la escuela para almorzar. Era jueves por lo que hoy tocaba comer del puré tan duro como los caramelos, acompañado con salchichas de dudoso origen para y de postre tocaba un trozo de pastel que probablemente haya estado unos cuantos días en el congelador. Delicioso sin dudas.
Billy sonrió al fijarse en lo precioso que su novio se veía charlando con sus amigos frikis amantes de los juegos de mesa y el estudio que a él y a su chico no le interesaban del todo. Ambos siendo unos cabezotas amantes del deporte y de actividades relacionadas al exterior.
-. ¿Billy? ¿No vas a comer? Sé que la comida aquí es una farsa y que probablemente nos dé indigestión más tarde, pero hoy tenemos entrenamiento a la tarde con el equipo y no me apetece ver a mi chico desmayarse por la fatiga. - La amable voz del chico a su lado, le llega a sus oídos para sacarlo del trance mental en el que se metió.
Voltea a ver al castaño y aun con su sonrisa le responde: -. Claro princesa, ahora comeré esta mierda, tú no te preocupes. - Responde, sentándose recto, hizo una mueca sin muchas ganas de comer aquel almuerzo. Su chico sonríe satisfecho ante esto y empieza a comer tranquilamente de su propia bandeja, como si ese puré con salchichas no se viese lo suficientemente asqueroso como para quitarle el apetito.
Billy con esfuerzo toma la cuchara y se echa una buena porción de aquél horrible almuerzo a la boca, arrepintiéndose casi al momento en el que sus papilas gustativas sintieron el mal sabor que ese almuerzo tenía. Ahora su mueca no era solo por el disgusto visual, también era de completo asco. Tira con furia puro la cuchara de vuelta a su bandeja, rindiéndose totalmente en probar otro bocado de esa mierda. Su chico, dándose cuenta de esto también deja de comer y lo ve con una mezcla de preocupación y molestia. Los amigos raritos los habían dejado hace ya unos minutos, a Billy en realidad no le importaban tanto.
-. No seas tan exagerado, tampoco es que sea tan malo... creo. El punto es que no deberías haber tirado así la cuchara, no eres un niño pequeño. - Regaña el castaño, Billy solo rueda los ojos a la par que bebía del agua que se había comprado por el calor, ignorando las palabras de su chico. Separa la botella de sus labios y sonríe con sorna al menor.
-. Vamos princesa, esta mierda sabe realmente a eso, a mierda. No pienso comer esto, y tú menos. Ven, iremos a comer algo real. - Menciona el rubio, levantándose de su asiento y tomando de la mano al menor, ignorando las quejas contrarias sale corriendo de ese espantoso lugar infestado de adolescentes hormonales, como él.
Corre por los pasillos de la preparatoria aun agarrando la mano de su chico, que hasta ese momento se siguió quejando por la idea, a pesar de eso no opuso resistencia. Billy juraba que se estaba aguantando las ganas de reír, conocía lo suficiente al chico. Al castaño también le divertía escaparse de clases de vez en cuando, ya sea a fumar algo o simplemente para saltarse clases aburridas como lo son filosofía e historia, por algo son novios. Así siguieron corriendo unos minutos hasta que lograron llegar al estacionamiento en el cual ambos tenían sus respectivos autos estacionados al lado del otro.
Billy no estaba dispuesto a abandonar su precioso automóvil saca las llaves de sus ajustados jeans y suelta la mano del castaño que, sin esperar alguna señal o permiso, se acerca al deportivo por la puerta del copiloto. Sonriendo de lado por la adrenalina compartida que genera el escaparse de clases juntos, como si fuese la primera y no la décimo cuarta vez que lo hacen. Suben al auto y, luego de decidir qué iban a escuchar durante el viaje, Billy pisa el embrague, empezando así a alejarse a toda velocidad del recinto escolar con pésimos chefs. Ambos disfrutando del viento que se colaba por las ventanas abiertas y del solo de guitarra de Brian May en Killer queen, cantando la letra a todo pulmón. Tan concentrados en la burbuja que se crea cada que pasan momentos íntimos como estos, solo ellos dos.
Luego de unos cuantos minutos Billy aparca fuera de un restaurante de comida rápida cualquiera, al menos la comida chatarra sabría mejor que ese almuerzo de cuarta de la preparatoria. Matthew y el bajan del automóvil y, aun riendo por haberse escapado de la escuela, entran al local que por suerte no se encontraba tan abarrotado de gente, Billy agradeció mentalmente aquel detalle. El más alto rompe el agarre de sus manos y se dirige a la pequeña fila para hacer su pedido, por suerte esta solo consistía en una señora relativamente de edad que se encontraba acompañada de su nieto que no sobrepasa los seis años. Billy en cambio se dirigió a una mesa no tan alejada para sentarse y esperar, sabía de antemano que si se acercaba a su chico para ayudarle a pagar este lo echaría, que según esta iba por él, el rubio sabia que eso era falso pero tampoco se negaba, de todos modos los padres de su niño bonito nadaban en billetes y por consecuente su chico también por lo tanto no iba a discutirle esta vez (porque sabe que iba a ser en vano y porque ya tendría la oportunidad de él invitar a su novio a comer), es por eso que con ese pensamiento en mente se sienta en aquella mesa pegada a la ventana que daba directo al auto pero que tampoco estaba muy alejada como para perder de vista a su chico, un dos por uno si se lo preguntan.
Su novio, que aún se encontraba esperando a que la señora y el pequeño renacuajo se decidan qué iban a pedir, se veía bastante atractivo desde su asiento en aquella mesa, acompañado de su chaqueta de mezclilla y unas zapatillas blancas, tampoco iba a olvidar hacer mención a su precioso cabello castaño peinado al estilo de los años 80, y lo mejor de todo era su trasero marcado por esos pantalones que tanto le gustaban hacía era algo que Billy no podía ignorar del todo, cuanto amaba a ese chico. No tenía palabras para describirlo.
Al parecer no era el único que pensaba así.
El timbre sonó avisando que otro cliente había entrado justo al momento en el que la señora y su mocoso nieto terminaron de elegir lo que comerían, diez minutos, desde que Billy llegó junto a su chico, estuvieron allí discutiendo para al fin terminar decidiéndose por una promo de papas fritas. El nuevo cliente, que resultó ser un chico que bordeaba los veinte con pintas de metalero, pelo largo y rizado, anillos enormes de calaveras, jeans negros adornados por cadenas de plata, una camiseta horrible con un demonio rojo al centro con una frase que Billy no alcanzó a entender del todo, encima de ella una chaqueta negra cargada con otra chaqueta, pero ahora de mezclilla y sin mangas, repleta de pines de bandas de metal y rock pesado, el rubio reconoció varias de ellas. Parpadea aún viendo al tipo, que desde su lugar podía verle a la perfección las intensiones de coquetear con su chico, y no es que fuera paranoico (que si es) y celoso, pero vamos, ese metalero de dudosa higiene era bastante obvio al quedarse mirando a su chico como si se tratara de un delicioso bocadillo. Mientras tanto, Matthew, quien ya había pedido y pagado la orden, se encontraba esperando la comida sin siquiera darse cuenta de las miradas de su novio y del chico que tenía detrás, aunque sí lograba sentir un cosquilleo en la nuca, como si algo malo fuera a pasar. Y cuánta razón tenía...
Billy, luego de unos segundos, se dio cuenta que aquel metalero no era nadie más que Samuel, un chico solitario que ha repetido estos dos últimos años, sin poder graduarse gracias a sus malas notas y su nulo interés en asistir a clases. Recuerda haber hablado una que otra vez con él a causa de sus gustos similares en la música, pero nada más. Era raro.
Frunce el ceño al notar la mirada que aquel metalero le estaba dirigiendo a SU chico, los celos rápidamente subiendo por su garganta, solo esperaba que al idiota no se le ocurriera hacer algo más, odiaría ser vetado de aquel sitio por causar un alboroto. Por desgracia el destino tenía otros planes para él.
Matthew, que ya había recibido su pedido se dispuso a tomarlo y voltearse en dirección de Billy, lo había pedido para llevar por lo que podrían comer en el auto del rubio en el estacionamiento de la escuela sin perderse el entrenamiento de basquetbol. El rubio se levanta dispuesto a irse del lugar en paz, sin peleas ni nada por el estilo. Lamentablemente Samuel no puso de su parte y pensó que sería una buena idea palmear el trasero del castaño con una sonrisa coqueta en el rostro, Billy por un momento creyó ver rojo a su alrededor.
-. Buen pastel el que traes ahí, Matt. - Suelta un silbido luego de aquella frase, el nombrado lo observa con una ceja alzada y los ojos brillando por algo que el metalero creyó ser lástima. Confundido por esa mirada no se esperó ser tacleado por un rubio furioso y golpeado por este mismo. El castaño suspiró ya bastante acostumbrado a esos arranques y dejó las bolsas con el almuerzo en la mesa más cercana. Se acerca al par en el suelo y trata de separar a la bestia de su novio del pobre chico que yacía en el suelo con la nariz y el labio sangrando. Billy lejos de dejarse arrastrar por su novio, toma por el cuello de la chaqueta de cuero al chico debajo de él y lo acerca amenazadoramente a su rostro.
-. Escucha bien, idiota, porque no lo repetiré dos veces. No quiero que vuelvas a tocar a mi chico, ¿entendido? - Escupió cada palabra con ira, soltando al chico con odio puro contra el suelo, solo levantándose de su torso cuando este asintió. Antes de que la policía llegase, cortesía de la cajera que estaba atendiendo allí, toma la bolsa con su almuerzo y sale del local con su novio siguiéndolo, sabía que le llegaría un sermón de su parte, pero poco le importaba ahora, solo quería llegar a su auto e irse del lugar lo más pronto posible. Siendo Samuel de nuevo, el que se interponía en sus planes.
El chico, con la nariz aún sangrando, el labio partido y su chaqueta sucia con su sangre y el polvo del suelo, se levanta y muy valientemente, o estúpidamente, sale del local siguiendo a la pareja que ya se había subido al deportivo dispuesta a marcharse a toda velocidad. Reuniendo todo el coraje que le quedaba, Samuel grita con una sonrisa burlona: - ¡Comparte el pastel, Billy! - Plantando carrera una vez que el rubio se haya bajado del auto para volver a golpearlo. Corrió, corrió tan rápido que sus pulmones quemaban, huyendo como podía a través del bosque que estaba a un lado de la carretera, agradecía haber pasado por esas persecuciones antes, gracias a ello ahora conocía las mejores rutas de escape para situaciones como estas, habiendo fastidiado a más de un idiota.

Está horrible porque, literal, he copiado y pegado de word (del compu al celu además) asiq una disculpa por eso jsjskdkdk

ᴛᴏᴅᴏs ᴘᴀʀᴀ sᴛᴇᴠᴇ ʏ sᴛᴇᴠᴇ ᴘᴀʀᴀ ᴛᴏᴅᴏsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora