Prólogo

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La vida y la muerte son temas de extrema importancia para los humanos, ya que, es a lo único que se resumen. El hecho de nacer, crecer, reproducirse y finalmente morir era el objetivo de cualquier mortal y para la época en la que se encontraban, era muy difícil poder cumplirlo al pie de la letra. Por esta razón, buscaron desesperadamente protección de algún ser divino que les permitiera una vida larga para al menos morir satisfechos de haber cumplido con el objetivo básico de un ser humano.

Las personas, comenzaron a rezar, a dejar regalos u ofrendas, para que alguien de presencia superior pudiera ayudarles y como dicen; la fe mueve montañas.

Con el tiempo, cerca de una de las aldeas en el antiguo Japón, una mujer hermosa de aura brillante apareció ante una familia en específico a quienes les otorgó el don, la habilidad, el talento de poder curar y de mantener sanas a las personas a cambio de sus rezos, de su fe y de sus ofrendas. Además, prometió que ella misma también los liberaría de cualquier tipo de enfermedad y dolor.

Y así fue.

Aquella diosa, le otorgó la habilidad a la familia de la casa Higurashi, empezando por el padre quien con el tiempo se volvió un excelente doctor. Una mente vacía pasó a ser una mente llena de información para sanar y su trabajo consistió en eso.
Los aldeanos le pagaron con alimento, telas e incluso prometidos para sus cuatro hijas y tuvieron la mejor vida que alguien en esa pequeña aldea pudiera tener.

Por otro lado, para los seres inmortales, el tema de la muerte o la vida no era tan importante ya que al final, la mayoría, tenían todo. Tenían el tiempo, la belleza, el poder y el dinero para hacer lo que quisieran. Por eso también, la mayoría se divertía matando humanos indefensos que se aferraban a eso tan trivial como era la vida.

Tal es el caso de un joven de cabellos plateados. Nacido de dioses y con un poder envidiable.

Su madre es aquella diosa de la salud y la vida que le otorgó la habilidad a aquella familia y su padre, un dios que se encarga de la seguridad y de la fortaleza, acompañando a los hombres de las guerras que se avecinaban a que se protegieran y pudieran vencer de manera honorable.

Pero él, no estaba de acuerdo con eso.

El muchacho anciaba más poder y la extinción absoluta de los seres humanos. Sentía que sus padres mal gastaban todo lo que tenían protegiendo a esos seres inferiores. Él quería un imperio, un imperio en donde sólo podrían habitar seres inmortales y poderosos como él.

Y los humanos estorbaban, con sus sentimientos y sus problemas de carencia. No lo soportaba. No soportaba tanta debilidad.

Por eso, tomó la decisión de deshacerse de ellos.

Bajo los poderosos ojos de sus padres, el ser inmortal se encargó de masacrar a todas las aldeas que encontrara a su paso. Mato familias, bebés, niños, incluso ancianos que ya estaban cerca de morir. Manchó su mano con la sangre de miles de inocentes, con la idea tan fría de erradicar la debilidad.

Finalmente, un día de tantos, su madre lo mandó a llamar al palacio que tenía en un paraíso rodeado de nubes. La mujer hermosa tenía su rostro deformado en furia y decepción, ya que su único hijo había matado a toda la gente que había orado por ella y le había dado regalos. Estaba tan enojada que su presencia se volvió pesada y sus ojos eran rojos, ardiendo.

-¡¿Cómo pudiste?! ¡¿Cómo pudiste hacerle eso a personas inocentes?! -Ella gritaba exasperada, moviéndose de un lado a otro con su hermosa y costosa ropa, y su hijo.. nunca cambió la expresión indiferente en su rostro.

-Nunca comprenderé el cariño que ustedes le tienen a seres tan inútiles. ¿De qué te sirven, madre? Si antes de que ofrecieras tu valiosa ayuda, ya tenías un millón de veces más de lo que ahora te dan.

Poniéndo un punto final, y lo que sabía que iba a ser el peor castigo para su único hijo, ella lo miró con sus ojos de nuevo en su original color ámbar. Suspiró pensándolo bien, pero no tenía más opción.

El hombre pudo imaginar lo que su madre estaba tramando, por lo que sacó su espada con la intención de atacarla sorprendiéndola aún más.. porque él era capaz de matar a su madre por sus ambiciones.

Los labios con labial rojo intenso de su poderosa madre, se separaron y ella sólo dijo: -Sufrirás, sufrirás la carencia, la debilidad y también el dolor, la tristeza, el amor, la felicidad y el miedo. Trabajarás como cualquier otro y te costará obtener lo que deseas en esta vida. No sostendrás ninguna de tus espadas, ni siquiera aquella para revivir a los muertos. Perderás a tus sirvientes y sentirás hambre, frío y calor. Vas a vivir la vida sencilla de un ser humano.

Ser humano || Sesshomaru y KagomeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora