Llanto

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Sesshomaru sostuvo el cuerpo de su mujer, con el corazón latiendo demasiado rápido. Las sabanas que cubrian el futon y el delicado cuerpo de la muchacha estaban cubiertas de sangre y ella estaba pálida y fría.

—Kagome, Kagome hablame por favor —Estaba desesperado. Ignoró los llantos del bebé por abrazar con fuerza a su esposa.

Era una tarde horrible, una tarde llena de dolor y de tristeza. Era una tarde sin brillo, sin calidez. Sesshomaru, odió esa tarde.

Kagome abrió suavemente sus ojos, que estaban también entristecidos y opacos.
—No me siento muy bien —Le susurró.

—¿Qué sientes? Dímelo, buscaré algo para curarte en este momento —Acarició el rostro de porcelana que tenía la joven y la besó angustiado.

—No.. no quiero.. —Habló despacio y extendió su brazo para tocar el largo cabello del hombre—. Tienes el cabello plateado..

Sesshomaru sintió una punzada en el corazón, Kagome tenía una mirada tan triste pero llena de cariño y enamoramiento.

Sango entró corriendo, pero él no se inmutó. Mientras a su alrededor sus cuñadas llegaron a ver al niño y hablaban exasperadas, él sólo prestó atención a su hermosa mujer. A la madre de su hijo.. su esposa.

Sus características físicas, fueron cambiando conforme Kagome lo dejaba. Seguía perdiendo sangre aunque Sango se apresuró en intentar detenerlo. Rin salió con el niño recién nacido.

Sesshomaru estaba en un estado de shock total, no sabía como reaccionar a eso.

Recordó su espada y se levantó después de dejar con cuidado a Kagome sobre el futón y se fue rápidamente a traerla. Sintió como poco a poco volvía a recuperar su apariencia inmortal y también sus poderes. La hermana de Kagome, Sango, lo miró sorprendida.

Sesshomaru no solo era un hombre inmortal, también era un Dios.

—Sesshomaru, ¿qué planeas hacer con esa espada? —La castaña se levantó asustada.

—Es una espada que revive a los muertos —Le dijo sin más y volvió a sentarse al lado de la azabache.

No podía procesarlo, ¿por qué eso estaba pasando? ¿por qué ella? Ella había tenido un parto seguro bajo el cuidado de sus dos hermanas. Había comido, había bebido y estaba bien. Ella estaba muy bien después de que el niño había nacido.

—Sessho.. maru —Lo llamó girando un poco su cabeza y respiró con dificultad—. Te.. ves muy atractivo —Sonrió débilmente—. No sabía que eras inmortal.

Él bajó su cabeza avergonzado, y negó con ella sosteniendo la mano de Kagome con delicadeza. —Perdóname. No pude decírtelo porque.. odio mi pasado. No quería ni quiero que lo sepas.

Ella asintió y cerró sus ojos.

—No me hubiera importado. De cualquier manera.. yo te amo.

Sesshomaru guardó silencio y volvió a agarrar el frágil cuerpo de la muchacha para acostarla sobre su regazo, apoyando su espalda en uno de sus brazos. Él también la amaba, la amaba desde hace mucho tiempo. Y eso lo estaba destrozando. No podía verla así, literalmente agonizante. Quizás con su espada podría salvarla, pero tampoco estaba seguro de su efectividad porque nunca la había usado para salvar a alguien.

—¿Qué eres? —Kagome preguntó acariciando la mejilla del hermoso rostro marcado, ella no estaba enojada, si sorprendida, pero nunca enojada.

—Soy el hijo de Irasue —Confesó. Sango frunció levemente el ceño. Esa mujer diabolica que los engañó y asesino a su familia—. No estoy de su lado con todo lo que ha hecho, en realidad, el hecho de que me viera como un humano fue un hechizo que ella me lanzó.

Ser humano || Sesshomaru y KagomeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora