Eternidad

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La anciana salió de la habitación con una cara seria preocupando a los familiares de la muchacha que se encontraba dentro de la habitación.
Sango estaba ansiosa, y Sesshomaru solo estaba con su expresión de siempre pero también quería saber que sucedía con su esposa.

Habían pasado ya tres meses desde su matrimonio y también de su noche de bodas. Hasta hace unas semanas, Sesshomaru y Kagome no habían dejado de consumar su matrimonio. No hasta que la joven de ojos azules se dio cuenta de que había perdido su periodo y tenía náuseas matutinas casi todos los días.

Como eso no pasaba con las mujeres inmortales, Sesshomaru no sabía que eso podía ser un síntoma de embarazo.

—¿Y bien? —La castaña acosó a la anciana hasta la salida. Él entró a la habitación para ver a su esposa.

—La señorita Kagome está en la dulce espera —Anunció.

—¡Gracias al cielo! —Sonrió enormemente—. ¿Cuando nacerá?

—No sabemos, ya que ella no sabe el momento en el que pudo quedar embarazada. Pero aún no tiene barriga, por lo que debe de tener algunas semanas.

Sango le pagó a la anciana y se fue de nuevo a ver a su hermana. Estaba demasiado contenta, era una noticia que debían de celebrar con toda la aldea. Su pequeña hermana sería mamá en tan solo unos meses.

Abrió la puerta, topándose con la imagen más tierna y romántica de todas. Su hermana, lloraba de la felicidad y Sesshomaru la abrazaba fuertemente besando constantemente su mejilla.

Decidió irse, le contaría la noticia a Rin.

Por otra parte, aunque fue la mejor noticia que pudo recibir en mucho tiempo, Sesshomaru se preguntaba si su hijo o hija entonces sería inmortal o un humano. Y además, le preocupaba un poco lo que su madre podría estar pensando desde donde lo observaba.
Quería celebrarlo sin preocupaciones, pero recordó que en el fondo seguía siendo inmortal, que su apariencia y su perdida temporal de poderes era solo la magia de su madre y que en cualquier momento podría desaparecer.

Eso Kagome, seguía sin saberlo..

—No quiero que salgas a menos de que estés acompañada —Le pidió mirándola fijamente a los ojos, a la vez acariciaba el cabello de su mujer despacio.

—¿Por qué dices eso? —Preguntó confundida.

—Solamente no quiero que les suceda algo malo, tienes que estar sana hasta el día del parto.

Desde entonces, el esposo de la joven doctora estuvo alerta todo el tiempo. Él durante ese tiempo se encargó de hacer suficiente dinero como para poder mantener a su esposa y a la familia de ella. Además del bebé que venía en camino. Sesshomaru tuvo la gran idea de vender medicina y también algunas plantas inusuales que había conseguido, de esa forma, incluso pudo remodelar un poco la casa en la que vivían.

Él sabía que si tuviera sus poderes y su apariencia inmortal, podría conseguir esas cosas más fácil pero ya se había acostumbrado a tener que trabajar para poder comer. Al final no era tan malo. Kagome seguía visitando algunas personas que no tenían enfermedades, si no heridas. Sango se encargaba de los enfermos y empezaron también a cobrar por sus servicios.

Los meses fueron pasando, y la barriga de Kagome se hacía cada vez más grande. Ella se había vuelto sensible y caprichosa, tenía muchos problemas con las nauseas y dormía la mitad del tiempo. Él sólo se dedicó a cuidarla y acompañarla. Se sentaban todos los días en la terraza de su habitación para observar el jardín durante el invierno y cuando volvió a llegar la primavera, se sentaban debajo de un Cerezo.

Ser humano || Sesshomaru y KagomeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora