Humanidad

519 89 7
                                    

El tiempo fue avanzando con rapidez, quizás pasaron casi seis meses. Sesshomaru, había estado cumpliendo su palabra de ayudar a Kagome y a su hermana.
Cuando llegó la privamera, Kagome le estuvo enseñando a indentificar plantas medicinales y también, como sembrar para poder tener vegetales y frutas para cuando volviera de nuevo el invierno. Era una tarea sencilla, pero algo tediosa. El dolor de espalda que sentía después de eso era insoportable y duraba acostado más tiempo de lo que duraba sembrando y recogiendo plantas.

En una ocasión, tuvo que salir de la aldea junto a los hombres que estaban sanos para buscar mas comida y ropa en otras aldeas. Sesshomaru, tomó la decision de vender su ropa por algo de dinero, quizás así podrían conseguir algunos animales y aparearlos para tener más. Era suficiente, su ropa era demasiado costosa. La tela más fina que jamás hayan visto en esa región.

Cuando volvieron a la aldea, ya había pasado un mes exactamente. El verano comenzaba a acercarse. El frío extremo era molesto, pero jamás como el calor.

Por primera vez, sintió su cuerpo caliente y sudado. Eso lo desesperaba enormemente. La joven doctora le ofreció cortarle el cabello un poco para que no tuviera problemas, pero se negó rotundamente, por lo que terminó la pequeña Rin haciéndole una trenza.

Los aldeanos, estuvieron aprovechando el buen tiempo de la primavera y el inicio del verano entonces construyeron de nuevo las casas. Sesshomaru propuso la idea, porque sentía que tanto Kagome como Rin merecían privacidad en su propia casa. Para cuando estuvieron la mayoría de casas construidas, los enfermos fueron de nuevo a sus casas con sus familias y poco a poco, la casa quedó vacía. Kagome le permitió quedarse y le dio una habitación. La casa de su familia, era la más grande de la aldea y pudo notarlo hasta que toda esa gente se fue. 

Poco a poco, ella siguió su consejo. El altar a su madre fue destruido, y usaron el templo para poder meter a los enfermos que habían quedado sin familia. Las mujeres sanas se encargaron de cuidarlos, y si alguno estaba muy grave, Kagome llegaba a verlo y a curarlo.

Durante todo ese tiempo, también, se volvió muy cercano a ella. Aunque no era demasiado expresivo, una de esas veces escuchó su propia risa por primera vez mientras descansaba con Kagome en el jardín por el calor que hacía.

—Tienes una bonita sonrisa —Le había dicho ella también risueña.

Los días habían dejado de ser oscuros, ella había mejorado de sus golpes y el cansancio. Ya no lloraba ni lucía devastada todo el tiempo.

Aún estaba intentando comprender los sentimientos de los humanos. Por primera vez había sentido la felicidad como tal y una vida tranquila. Parecía que la guerra estaba terminando, porque ya no aparecieron mas Samurais. Eso mantenía también a la gente menos tensa que antes.

—¡Qué calor! —Expresó Kagome estirando sus brazos.

A parte de todo lo bueno y tranquilo, Sesshomaru si tenía algunos problemas que le molestaban, principalmente durante las noches.

Sabía lo que era el deseo carnal, incluso siendo inmortal podía sentirlo pero podía controlarlo. Siendo un humano no.

Suele soñar, e imaginar situaciones comprometedoras con la joven que basicamente lo mantiene. Eso no estaba bien, no podía aprovecharse de ella. Pero no sabía como tenía que cortejar a una mujer humana.

Observó a la chica, y tragó grueso. Kagome habia ganado peso, y su cuerpo parecía haberse moldeado lo suficientemente bien como para llamar su atención. Ella había cortado sus kimonos para poder soportar el calor, mostrando sus piernas brillantes y ligeramente bronceadas por tanto sol.

El sudor bajó por su cuello de la congoja que estaba sintiendo, no podía soportarlo.

—Sesshomaru —Salió de su trance, y ella justamente estaba demasiado cerca. No pudo evitar bajar sus ojos a sus pechos y después subirlos rapidamente a su cara—. Quiero ir a la playa. ¿Quieres acompañarnos?

—Y-Yo.. Ah.. Sí, sí quiero.

Se enojó consigo mismo porque actuaba como un idiota. ¿Desde cuando él tartamudeaba y se ponía nervioso?

Que molestia.

Kagome se levantó y se fue a buscar sus sandalias y a su hermana. Él se quedó solo, con un pequeño gran problema entre sus piernas.

Después de un rato se levantó también y fue a lavarse la cara. Quería creer que era normal, ya que sólo había compartido con ella durante todo este tiempo.

Suspiró. ¿Cuando iba a terminarse esa maldición?

—¡Señor Sesshomaru, nos vamos ya!

☀️

Una larga caminata bajo el sol, era justamente lo que necesitaba. Para cuando llegaron a la playa ya estaba atardeciendo.

Kagome corrió junto a Rin a la orilla y comenzaron a jugar con el agua, él sólo se sentó en un tronco y las observó.

Su vida había cambiado en tan solo unos meses, una vida de demasiados años y experiencias. Incluso su personalidad, ya no se sentía identificado con quién solía ser. Le gustaba poder comunicarse de una manera mas expresiva, aprendió que eso evitaba muchos problemas.
Aquellas cosas que le parecían demasiado repugnantes y aburridas en realidad eran mas entretenidas, que vagar por el mundo con un propósito tan vacío.

Aunque estaba consciente, de que aún faltaba experimentar mucho más.

Había aprendido desde el lado mas oscuro, de la personalidad de Kagome. Era una muchacha muy alegre y amable, pero también era sensible. Había mucha valentía de la que se sostenía para poder enfrentar todo lo que su aldea había estado pasando. Para superar la desaparación de su padre y sus hermanas, y cuidar de su hermana ella sola.

Él ya era valiente, pero aún le costaba mostrar amabilidad y tolerancia. Era un proceso, y cada día mejoraba. Al menos, parece que la vida recobró sentido.

—Ven a mojarte con nosotras —Kagome lo tomó de la mano, provocándole un cosquilleo en el estómago.

Durante el resto del atardecer y la noche, se quedó en la playa. Se desconoció por completo, cuando empezó a correr y a jugar con el agua junto a Kagome y a Rin.

Pero principalmente, junto a Kagome.

Ser humano || Sesshomaru y KagomeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora