FNAF 6/SB: El Escape [ESP. VER]

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Chapter 8. Third Stage.
"The Burn Trap"
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[Palabras: 3200]
[Duración: Muy extenso]

Un día de 1980, 1982, 1985, creo que fue en 1989, era borroso. Lo suficientemente, mis circuitos tiemblan cuando tratan de llegar a esa época tan lejana, no llevo la cuenta, ni se cuantos años pasaron, deje de llevar la cuenta a partir de mi tercera década de edad.
Solo recuerdo que un día desperté, desconcertado y confundido. No conocía nada, ni a nadie, pero por alguna razón sabía hablar y razonar, algo que no era normal, como si ya hubiera existido antes. Y eso se sintió mal, muy mal... Como si mi nacimiento fuera un error...

Encerrado en aquella habitación como animal cautivo, no estaba cómodo.
Las paredes agrietadas, el moho en las quebraduras de los muros y el suelo, gotas de agua estancadas que caían del techo y se deslizaban por la gran cantidad de cables y tuberías que recorrían la habitación.
Baje la mirada en un intento de ver mi propio cuerpo, era metal, un metal liso y brillante pero opaco ante la escasez de luz.
¿Quién soy?

Yo no debería de estar vivo, pensé una y otra vez, pero estaba equivocado. Uno no elige nacer, por lo que nadie debe estar vivo o muerto, sin embargo, uno puede elegir morir... Si tiene la suficiente fuerza de voluntad, o más bien cobardía para hacerlo. Lo humanos lo llamaron suicidio, y yo simplemente me pregunté una y otra vez.

¿Hay alguna diferencia?
¿Es más valiente uno por tomar la difícil elección de acabar con su vida, o es un cobarde por no seguir viviendo?
Fue tan confuso.

A medida que los días pasaban noté que no estaba solo, yo no era el único animal atrapado en aquella oscura jaula.
Al primero que conocí fue a un canido, un zorro... No me pregunté a mi mismo como ya sabía aquella información, como fue que aprendí que era un animal o como se veían los zorros. Nunca había visto uno en mi vida, jamás había salido de esta prisión, pero por alguna razón... Lo sabía.
Era un zorro, un zorro robot, como yo.
Lo miré, me miró, y me ignoró.
¿Quién era?

Ya no importó.

Un día él llegó, él fue todo lo que necesité. Como un padre, se acercó a mi, me miró y me dijo 'Tienes una utilidad', todos nacemos con una vocación, un trabajo, la necesidad de hacer algo, avanzar para seguir viviendo. ¿Pero, y la gente que no quiere seguir viviendo?
Comprendí que la misión que se me fue encomendada era matar, sin razón, sin motivo, sin excusa, solamente matar.
Matar, matar, matar. No hay diferencia entre un asesino y un homicida, un criminal o un psicópata, realmente no tenía sentido, todos éramos iguales.

Aquel hombre me miró, yo lo reconocí como 'padre' o 'tutor' pues la palabra acertada era la descripción de una persona que asiste a otra, usualmente mediante acuerdo formal, por un período de tiempo más o menos definido y durante el cual el tutor procurará guiar y proteger a la otra persona.
Pero yo no era una persona.
Él tenía dos ojos, yo también. Él tenía una nariz, yo también. Él tenía dos brazos, yo también.
Pero mi piel era de metal, la suya no. Él tenía cabello, yo no. Mis ojos brillaban en la oscuridad, los suyos no lo hacían.
Yo tenía dientes afilados, él no. Yo tenía una descomunal fuerza, él no. Yo podía verle en la oscuridad con termorrecepción, él no vio a Circus Baby acercarse al cristal. Yo podía oír, él no escuchó la música de Ballora arrastrarse hacia él. Yo podía verle temblar, él no notó a Funtime Foxy seguir su presencia en la penumbra. Yo podía oler el miedo, él era incapaz de percibir el peligro.
Su cuerpo era frágil y débil, yo era poderoso y corpulento...
¿Por qué yo era tan diferente a él?
¿Por qué yo debía seguirle a él?