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PDV ANDRÉS

Caminaba por el bosque buscando algo para entretenerme.
Sé que no debería salir en la noche y sin nadie que me respalde, pero no quería armar un escándalo coni hermano. Se negaría a que salgamos antes de lo esperado. Explorar es algo fundamental, así que el menos haré lago.

Estaba oscuro y los árboles de color cobrizo intenso parecían llegar a negro al estar a mitad de la noche.
No debía preocuparme mucho, no desprendía mucho olor cuando estoy en mi forma humana, mientras que si estuviera transformado lo haría más evidente.

Escuché un gruñido a mis espaldas... Un lobo de color azabache salió de las sombras, gruñía y gruñía, listo para saltar sobre mi y atacarme.
Dí la vuelta y empezé a correr devuelta... Pero al no ver nada y tampoco recordar el camino correcto me perdí.

Me transformé y empezé a buscar el olor de Musi en el aire... No lo encontré. El lobo parecía haberme perdido y ya estaba amaneciendo. Con miedo me escondí en un árbol hueco y solo pude pensar en como saldría de está estupidez mía.

[•••]

El sonido de las ramas ser destrozadas me despertó de un saltó y un buen susto.
Miraba a todos lados, buscando el causante de ese sonido tan desesperante y atormentante.

Logré distinguir un pelaje cobrizo claro, llegando a pelirrojo entre toda la maleza de ese mismo tono. El gruñido de la bestia me hizo correr a la dirección opuesto del sonido.

Sabía que me seguía, pero solo sentía una presencia. Una muy fuerte y decidida a encontrarme y atraparme.
Giré en un árbol para intentar perderlo, pero el lobo usando la fuerza de sus patas traseras logró conseguir impulso con el árbol.

Por fin lo pude ver completo, era un lobo de color pelirrojo, ojos verdes esmeralda y una pequeña parte de pelaje en su frente era de color blanco.
Era un lobo musculoso pero algo viejo, rápido y con unos sentidos muy alerta.

En un salto logró tenerme bajo a sus patas. Respiraba agitado y cansado, ya no podía correr más.

— ¿Quien eres? — preguntó con voz demandante. Su voz me sonaba familiar. Demasiado familiar. — Te lo repetiré una vez más. ¡¿Quién eres?! — gritó pasando sus patas hasta mi cuello, aplastando mi yugular.

— ¡Señor esto es un error! ¡No soy de aquí! — grité con miedo, quería demostrar que no soy un simple lobo bueno para nada. Pero parecía que si lo era.

De un golpe secó en un osico logró sacarme sangre de la nariz. Sangraba y ya estaban entrando al mundo inconsciente... Lo cuál no pude evitar.

[•••]

Despertaba en una jaula de rocas afiladas. Sin alguna escapatoria, estaban encadenado de ambas patas traseras.
Miré a mi alternador, encontrando el rostro dormido de Lyna, giré un poco más y me encontré con Emy y Silvio. Todos dormidos y sin alguna pinta de despertar en un buen rato.

Con todo en contra me transformé, mis piernas están atrapadas y sin ningún resultado ante mi transformación.
Las rejas eran de acero inoxidable y al parecer irrompible.

Busqué con la mirada algo que pudiera usar para abrir la reja o escapar. Pero no era algo como para humanos. Debía ser algo de lobos, algo que solo lobos puedan hacer. Había dos aberturas, una casi en el techo y la otra a un costado.

La del costado debe ser la más fácil, pero debe estar vigilada o algo parecido. Rodeé una roca afilada cortando así la cadena, permitiendo que mis patas se encuentren casi libres. Salté entra las rocas y logré subir hasta la salida.

Con la leve esperanza de salir comensé a buscar el camino de vuelta al campamento. Pero no encontré nada.

— ¡¿Que haces fuera de la celda?! — escuché decir a alguien a mis espaldas.

Corrí hacia el bosque, pero pronto me capturaron. Me arrastraron hasta donde decían estaba el alfa de la manada.

Era una roca grande en medio del bosque. De ahí salió una loba de color blanco y uno de color rojo.
Reconocería esos ojos dónde fuera. Han pasado varios años. Más de 5 en realidad, su olor era el mismo, su estatura era alta y su cuerpo lobuno parecía fuerte.

— Alfa, encontramos a este invasor al sur de la manada. No dió explicación alguna.

— Déjenlo aquí, yo veré qué hacer — su voz era grave e intimidante.

El lobo que me trajo se fué sin antes dar una reverencia hacia el lobo alfa de olor a menta.

— ¿A qué has venido? ¿Y quién eres?

— Son Andrés, hijo menor de la manada de pico blanco al noreste de esta localidad. Mi visita es por tener cautivos a los nuestros sin razón alguna. — demandé ante él con el mismo tono, tratando de ser lo más formal posible.

— Lamentablemente no se de qué me habla. Tampoco he oído de ninguna manada que se encuentre al noroeste, todas las manadas del norte están extintas hasta donde yo tengo entendido.

— En mi cautiverio pude ver a mis compañeros. Y con todo respeto, usted debe estar mal, solo quedamos nosotros al norte, las manadas están extinguiendo

— ¿Dónde estuvo cautivo? — le preguntó a un guardia.

— Al lado norte.

— Lamento la controversia, pero esa zona no es para estos casos. Traigan a los prisioneros que se hayan encontrado en las mismas condiciones. — me miró
— Sígueme

El caminó hacia el bosque, caminando a paso firme y con la atención hacia mí.

— Quiero disculparme por esto. Esa zona es de mi padre, el mete al que se encuentre en su camino.

— No hay problema, señor...

— Ari, solo dime Ari. — sonrió y rió. Dejando el semblante sereno que tenía hace unos segundos.

— Ari... Se que esto puede parecer loco pero. Quiero que al menos lo sepas.

— ¿Sucede algo?

— Mira... Hace unos años yo había Sido separado de mi manada por una guerra. Llevándome hasta aquí... Me mantuve escondido, y ahí es cuando te conocí. Fué hace mucho tiempo, pero... Aún lo recuerdo como si hubiese Sido ayer.

— Ya lo sé... Sparta, lo supe desde que te ví.

Continuara...

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⏰ Última actualización: Aug 13, 2022 ⏰

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Alfa y Omega ~Spartor~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora