Capítulo 01: insomnio y pesadillas

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Me encuentro en mi cama, los ojos pesados pero incapaces de cerrarse. La habitación está envuelta en una oscuridad opresiva, solo interrumpida por el débil resplandor de la luna que se cuela por la ventana. Las sombras danzan en las paredes, retorciéndose y contorsionándose de una manera que me hace sentir incómoda.

Me revuelvo entre las sábanas, sintiendo cómo la frustración crece dentro de mí. Cada vez que cierro los ojos, me sumerjo en un torbellino de pensamientos ansiosos y "escenarios" perturbadores que me mantienen despierta.

No puedo, es difícil conciliar el sueño después de esa pesadilla.

Estaba atrapada en un laberinto oscuro y retorcido, donde las paredes parecían cerrarse sobre mí con cada paso que daba. El aire estaba cargado de un olor acre y putrefacto, y el sonido de mis propios pasos resonando en el vacío me llenaba de una sensación de pánico creciente.

A medida que avanzaba, los pasillos del laberinto parecían distorsionarse y cambiar, como si estuvieran vivos. Sombras retorcidas y figuras indistintas acechaban en las esquinas, observándome con ojos vacíos y sin vida. Sentía que algo me perseguía, una presencia oscura y amenazante que me acechaba desde las sombras.

Y de repente, me encontraba frente a una puerta negra y ominosa, que parecía pulsar con una energía maligna. A pesar de mis instintos de huir, sentí una fuerza inexplicable que me atraía hacia la puerta, como si estuviera siendo arrastrada por una fuerza invisible.

Aun cuando tenia el corazón latiendo con fuerza en mi pecho abrí la puerta y me encontré frente a una escena de horror indescriptible. Dentro de la habitación oscura y lúgubre, había figuras retorcidas y distorsionadas retorciéndose en el suelo, emitiendo gemidos de agonía y sufrimiento.

Me sentí paralizada por el miedo, incapaz de apartar la mirada de la horrible escena que se desarrollaba ante mí, luego las figuras comenzaron a moverse, arrastrándose hacia mí con manos deformes y garras afiladas.

Con un grito de terror, me desperté sudorosa y temblorosa en mi cama, el eco de la pesadilla aún resonando en mi mente. Me aferré a las sábanas con fuerza, temerosa de cerrar los ojos de nuevo y volver a enfrentarme a la oscuridad de mis propios sueños.

El tic-tac del reloj en la mesita de noche parece resonar en mis oídos, marcando el paso de las horas interminables que he pasado en vela. Suspiro con frustración, preguntándome por qué el sueño me elude una vez más.

—¿Qué estoy haciendo mal? —murmuro para mí misma, buscando desesperadamente respuestas que nunca parecen llegar.

Una voz en mi cabeza susurra inquietantemente: "No puedes escapar de nosotros. Estamos aquí para atormentarte." Aprieto los ojos con fuerza, tratando de bloquear ese susurro, pero parece que solo se vuelve más fuerte.

Siento un sudor frío formarse en mi frente, mis manos temblorosas aferrándose a las sábanas con fuerza. El insomnio se ha convertido en mi compañero constante en las últimas noches, dejándome exhausta y vulnerable.

Los minutos se convierten en horas mientras lucho contra las sombras que me acechan en la oscuridad de mi habitación. Cada pequeño sonido parece amplificarse, alimentando mi paranoia y alimentando mis peores temores.

—Necesito dormir... por favor, déjame dormir... —murmuro en voz baja, rogando por un poco de paz y tranquilidad.

Pero la voz en mi cabeza responde ominosamente: "El sueño te elude porque no puedes escapar de nosotros. Pronto, seremos tus únicos compañeros."

Siento como si estuviera al borde de la locura, atrapada en un ciclo interminable de insomnio y pesadillas. Anhelo desesperadamente la paz y la tranquilidad que solo el sueño puede ofrecer, pero parece estar fuera de mi alcance en este momento.

Cada noche es una batalla, una lucha desesperada por encontrar algo de paz en medio del caos que se ha apoderado de mi mente. Me pregunto cuándo fue la última vez que pude cerrar los ojos y simplemente descansar, sin ser perseguida por imágenes perturbadoras y sueños oscuros.

Intento recordar los días en que el sueño era mi refugio, un lugar donde podía escapar del mundo y encontrar consuelo en los brazos de Morfeo. Pero ahora, esos momentos de paz parecen tan distantes como un recuerdo olvidado, y me pregunto si alguna vez podré recuperarlos.

La oscuridad de la noche me rodea, me siento atrapada en un laberinto de terror, sin salida a la vista.

Intento concentrarme en mi respiración, en encontrar algún tipo de calma en medio de la tormenta que ruge en mi mente. Pero incluso mi propia respiración parece conspirar contra mí, recordándome que estoy atrapada en este ciclo interminable de insomnio y desesperación.

Cierro los ojos con fuerza, tratando de bloquear el mundo exterior y sumergirme en un sueño reparador. Pero las imágenes perturbadoras y los susurros ominosos persisten, como un eco constante en el fondo de mi mente.

El agotamiento pesa sobre mí, arrastrándome hacia la oscuridad de la inconsciencia. Pero incluso en mis sueños, no encuentro descanso. En cambio, me encuentro atrapada en un laberinto de pesadillas, cada una más aterradora que la anterior.

Una eternidad de tormento y sufrimiento. 

Sombras del pasado, sueños del futuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora