Capítulo 05 - ¿Qué es este lugar?

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Hace tiempo que no me sentía tan tranquila, como si el peso del mundo se hubiera desvanecido en las sombras de la noche. Mis ojos exploran el techo con sorpresa y desconfianza.

¿Dónde demonios estoy? ¿Qué es este lugar?

Me incorporo en la cama, observando con asombro la vastedad de la habitación que me rodea. La escala es abrumadora, como si estuviera en el interior de una catedral ancestral, pero la atmósfera es mucho más extraña.

El suelo parece un mar de neblina, suave como el algodón y etéreo como las nubes. Las paredes se alzan imponentes, envueltas en un aura de misterio y grandeza. La puerta doble, gigantesca en proporción y en el aire, pequeños puntos de luz titilan como estrellas fugaces en una noche infinita.

Las puertas se abren con gracia, revelando a una mujer vestida con un traje que parece fundirse con la dualidad del blanco y el negro. Su presencia exuda una calma inquietante, como si conociera todos los secretos del universo.

—Veo que has despertado, doncella. —dice, sus palabras flotan en el aire con una melodía inquietante. —Debes estar preguntándote dónde estás.

La miro con suspicacia, sintiendo la ansiedad burbujear en mi pecho.

—Estoy en mi cuarto, durmiendo. —respondo con vacilación, sin poder evitar el asombro ante la realidad distorsionada que me rodea. —Esto es un sueño

—No. —responde enigmáticamente. —Estás durmiendo en tu cuarto, pero sin soñar.

Mi mente da vueltas, incapaz de comprender la verdad que se despliega ante mí.

—¿Qué estás insinuando? No entiendo. —balbuceo, sintiendo el pánico comenzar a burbujear en las profundidades de mi ser.

—Estás aquí en espíritu. —declara con calma, como si estuviera compartiendo el clima.

El horror se desliza por mi columna vertebral.

—Estoy... ¿muerta? —mi voz tiembla con la palabra prohibida.

—¿Que parte no entendió de que esta dormida, literalmente en el suelo de su cuarto? —responde con una risita apenas audible—. Los mortales a veces son lentos para entender lo desconocido. —dijo susurrando para ella misma.

—¿Los mortales? —repito, sintiendo una oleada de confusión e incredulidad. —¿Quién eres tú?

Ella suspira con paciencia, como si estuviera acostumbrada a estas reacciones. —Soy la guardiana de este lugar, donde los sueños y la realidad se entrelazan.

Mis dedos se entrelazan nerviosamente, mientras intento asimilar las palabras que me ha dicho.

—Pero ¿qué es este lugar? ¿Por qué estoy aquí?

—Todo será explicado por el Señor. —responde con un gesto de la mano hacia adelante. —Vamos, te llevaré a él.

—Debo estar profundamente dormida. —digo en un tono bajo. —Llevo días sin dormir y por eso el sueño, vamos Laia, despierta, ahora. —digo hablando conmigo misma.

Nada.

—Vamos, despierta ya. —digo mientras comienzo a pellizcarme los brazos.

—Eso no va a suceder doncella —expresa la mujer

—¿Y porque demonios no? —le contesto irritada

—El señor es el único que puede regresarla a su mundo.

Mi ceño se frunce ligeramente.

—¿El señor? —pregunto desconcertada. —Demonios, debo estar mal de la cabeza como para que este creando a un hombre el cual no me de permiso de salir de mi propio sueño. —susurro mientras me froto las manos en el rostro debido a la desesperación. —Tú puedes Laia, puedes salir de aquí solo necesitas...

—Nada de lo que haga va a funcionar, se lo seguro —me interrumpe la mujer segura de lo que dice.

—¿Esto es algún tipo de esos chantajes psicológicos? ¿El que me digas que no puedo me desmotivara y en verdad no voy a poder salir? —pregunto esperanzada

Se me queda mirando por varios segundos como si me hubiera salido otra cabeza

Un suspiro brota de sus labios.

—¿De verdad no le gustaría saber porque está aquí? Solamente sígame.

No me queda de otra que seguirle la corriente o seguirme la corriente, ya no lo sé,

La incertidumbre me envuelve mientras bajo de la cama, temerosa de tocar el suelo de nubes y desvanecerme en la nada. Pero la guardiana me asegura con una sonrisa tranquilizadora que no me pasará nada.

Cautelosamente, avanzo hacia ella, mis pasos temblorosos en el suelo etéreo.

—¿Estás segura de que es seguro este lugar? No estoy acostumbrada a mirar suelos de este tipo así que por eso el miedo. —le contesto burlesca.

—Absolutamente. —responde con confianza. —Nada en este lugar puede hacerte daño. Así que es mejor que nos demos prisa, el señor ya desea verte.

Salimos de la habitación y casi doy un paso en falso al sentir el impacto de la vista que se despliega ante mí. Si la recámara era impresionante, esto es simplemente hipnotizante. El pasillo es vasto y sin ventanas, sumido en una oscuridad que resalta la brillantez de las estrellas flotando en el aire. Los pequeños destellos iluminan el camino como guías en la noche.

¿Dijo señor?

—Un momento, ¿dijiste el señor? —mi voz vacila con duda—. ¿Por qué querría alguien verme?

La guardiana responde sin mirarme, con una voz tranquila pero firme: —Necesita saber qué está pasando contigo, con tus sueños.

—Mis sueños, esos no son sueños —murmuro en voz baja—. Usted habla de mis pesadillas.

—El señor te lo explicará —responde con calma.

Me encuentro en un torbellino de incredulidad. ¿Es posible que todo esto sea real? ¿Que haya alguien allá afuera, en algún lugar, intentando ayudarme con mis problemas?

—Sé que es difícil de creer, niña —la guardiana me mira de reojo con una suavidad inesperada—. Pero nosotros también queremos detener lo que sea que te esté sucediendo.

Desearía que esta conversación ocurriera fuera de mi mente, en la realidad tangible y no en este mundo de ensueño.

Descendemos por unas escaleras igualmente imponentes, cuyos pasos resonarían en cualquier otro lugar menos en este extraño reino. Nos dirigimos a través de otro pasillo, que nos lleva a unas grandes puertas dobles al final.

—Este es el camino hacia el salón del señor —explica la guardiana—. Él te ayudará con lo que está sucediendo. También necesita que esto se resuelva.

—¿Entonces lo que me está sucediendo a mí también lo afecta a él? —susurro, lleno de inseguridad.

—Se podría decir que a él no le afecta tanto, pero sí a tu mundo, y él necesita arreglarlo —responde la guardiana.

—¿Mi mundo? —mi ceño se frunce con perplejidad mientras me doy cuenta de la magnitud de lo que está en juego.

—No puedo decirte mucho más, no es mi deber hacerlo. Él te lo explicará todo. —dice, desviando la mirada.

Su respuesta me deja con más preguntas que respuestas, pero antes de que pueda indagar más, cambio de tema.

—¿Y cómo es él? —pregunto, tratando de romper la tensión en el aire.

La guardiana considera mi pregunta, tratando de encontrar una palabra adecuada.

—Pronto lo verás, pero déjame decirte que es un tanto... ¿Cómo le llaman ustedes los mortales? —se detiene, buscando la palabra precisa. —Hosco. Puede ser un poco cerrado y no le gusta relacionarse con los demás. Pero no dejes que eso te intimide, simplemente es así. A pesar de su comportamiento, solo quiere ayudarte.

—Está bien, solo espero no arruinarlo. —respondo, tomando su advertencia en serio.

La guardiana se detiene frente a las puertas, toca suavemente, y se abren con un susurro. Es hora de descubrir la verdad detrás de este mundo de sueños y realidades entrelazadas.

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⏰ Última actualización: Jun 16 ⏰

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