IX

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11:37 a.m

Minho y Félix se encontraban preparando un desayuno para reponer fuerzas. Las últimas horas habían sido muy duras para todos, necesitaban estar alerta ante cualquier indicio de peligro, tenían miedo y no habían descansado nada en absoluto.

—Chicos mirad esto.— Christopher era el que menos había descansado, tenía unas notables ojeras y es que se había pasado toda la noche anterior instalando unas cámaras de seguridad, estaba asustado y sabía que si algo pasaba podrían verlo y solucionarlo de inmediato... o eso creía. Ya se habían metido en la casa una vez para meter aquella nota amenazante, para la próxima quería saber de quién se trataba.

Minho y Félix dejaron lo que estaban haciendo para llamar al resto. El mayor del grupo se sentó en el medio del sofá apoyando un ordenador portátil en la mesa de enfrente, cuando ya todos estaban al rededor de Chan, este tecleó en varios archivos hasta que pudo abrir el que daba con las cámaras de la casa. Al abrirlo, se vieron ellos mismos en aquel salón observando el portátil sorprendidos, era la primera vez que veían algo así y sus reacciones eran normales para ser personas que solo salían como máximo dos veces a la semana.

—Así, si ocurre algo como lo de la carta podremos saber quién está detrás de todo esto.— Chris sonrió victorioso, se sentía bien ya que después de tantas horas de trabajo y esfuerzo consiguió hacer algo útil para proteger a sus amigos, a los que consideraba su familia... su única familia.

Durante lo que restaba de aquella extraña mañana, los chicos se la pasaron en silencio, llorando o durmiendo. Realmente no sabían qué hacer, de todas formas no querían hacer nada más que eso, tenían miedo y no deseaban acabar como todos los chicos del orfanato.

Minho estaba observando el atardecer por la ventana de uno de los cuartos de la planta de arriba, le recordaba a las campanas en las que siempre solía hablar con Jisung, en las que le confesó lo que sentía por él. Se incorporó en ese instante y buscó a Jisung por las habitaciones hasta que llegó a la correcta.

—¿Puedo?— el castaño tocó la puerta de la misma manera en la que lo hacía cuando iba a visitar a Chan en el orfanato.

Jisung estaba tumbado mirando al techo, no pensaba en nada simplemete tenía la mente completamente en blanco. Dirigió la vista hacia la puerta de la habitación, donde se encontraba Minho con una pequeña sonrisa. A pesar de tener aquellas notables ojeras y de estar en esa situación horrorosa, sonreía para hacerle sentir bien, para que Jisung no se preocupara.
El pelinegro se sentó en la cama para hacerle espacio a Minho quien se sentó justo en frente. Quería hablar con él, lo necesitaba, si no era ahora ¿cuándo lo haría? La situación le presionaba cada vez más y más hasta ese momento.

Tuvieron que asesinar a todos los del orfanato. Tuvieron que dejarles cartas amenazantes sin saber a quién iban dirigidas. Tuvieron que estar al borde de la locura y la muerte, para que Minho por fin se sincerara por completo con aquel chico al que amaba, porque eso era lo que hacía... lo amaba y le había costado admitirlo, necesitaba decírselo antes de que fuera tarde o algo malo ocurriera, pero aún había un problema y es que no sabía cómo hacerlo.

—Hanji... tengo miedo— el pelinegro bajó la vista, Minho agarraba sus manos con fuerza, no tanta como para hacerle daño pero sí la suficiente como para indicar que no quería soltarle.

—Yo también...— confesó.

—Tengo miedo de todo lo que está pasando... pero tengo más miedo de perderte a tí.— soltó Minho agachando la cabeza, no estaba avergonzado simplemente no quería mirar a Jisung a los ojos ya que si lo hacía este descubriría que quería llorar. —Sé que para tí será ridículo...

Kijong Dong *TERMINADA*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora