Capítulo 2

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Capítulo 2


"Tennessee Line"_ Daugthry


—¿Dónde estabas Harvey?— me preguntó Ethan intrigado, al encontrarse en la entrada de mi casa, viéndome llegar un poco ebrio._ ¿Estabas bebiendo a estas horas?

— Solo me tomé un par de cervezas, nada más...

— Déjame ayudarte... Te ves algo patético...

— ¡Que considerado Horan!... Sí, en eso me he convertido en estos días...

— ¿Qué me he perdido en estos días, estando lejos de Los Ángeles?

— Nada importante...

— ¿Seguro?— me expresó como si me estudiara con la mirada.

— Sí... ¿Por qué estúpida razón tendría que mentirte?

— Es una maravillosa respuesta que me gustaría que respondieras por ti mismo...

— ¿Viniste a sermonearme, o qué?

— Simplemente a visitarte... Gemma me contó que Heaven está de regreso...

— ¡Y que me importa!... Ella decidió irse a Seattle hace ocho años atrás y ser feliz con ese idiota que eligió como esposo.

— ¿Por qué de pronto sospecho que has estado bebiendo por eso?

— No estoy para interrogatorios... Por lo que si vas a seguirme hablando de ella. Es mejor que te ahorres el bendito discurso. ¡Está de más!


  Ethan no dijo más, comprendía el por qué había bebido y había llegado a esa hora a mi hogar. Ahora vivía solo en una propiedad cercana a la playa.


La irritación se veía a simple legua en mi rostro. Su nombre se había convertido en un completo veneno para mis venas.


Sin saberlo, ella había regresado con un corazón destrozado. Sus sueños le habían sido arrebatados de sus manos y se sentía tan vacía.


Las lágrimas bañaban su hermoso rostro, mientras miraba hacia la ventana. Desde lejos, podía escuchar que en la radio había empezado a sonar "Tennessee Line" de Daugthry. Cerró los ojos cuando aquellas imágenes volvieron a aparecer dentro de su cabeza.


Una y otra vez.


Torturándola, porque había sido testigo de la verdad.


El amor se había desplomado, mientras sentía aquella daga de la traición roerle el alma, sin piedad. Chris estaba allí, en aquella cama que compartían todas las noches. Pero aquella mujer que abrazaba y le hacía el amor no era ella.


Se recordó haberse quedado en shock. Sus pies no habían podido moverse después de ella abrir la puerta. Él la había mirado sorprendido, demostrándole que realmente no la esperaba a esa hora del día. ¿Por qué nunca se le había hecho curioso su interés de a qué hora ella llegaría a casa cada día?


Finalmente la respuesta estaba en frente de ella.


Él le había engañado durante tanto tiempo, mientras ella creía en lo buen esposo que era él. ¡Estúpida! Sí, eso era lo que se sentía.


Al día siguiente había pasado a recoger sus cosas y había decidido renunciar a su trabajo, mientras se hospedaba en un hotel, al mismo tiempo que decidía qué hacer con su vida. Regresar a Los Ángeles estaba en su lista de prioridades. Lo más rápido que saliera de ese asunto. Se acabaría su terrible pesadilla. Sin embargo, antes debía conseguir un abogado y terminar aquel matrimonio. Chris podía quedarse con el apartamento. Ella no quería nada que le recordase. Lo único que tomó para ella fueron sus cosas y su automóvil. Del resto, lo demás serían recuerdos desagradables.


Ahora se encontraba de regreso en Los Ángeles. Empezar de nuevo solo le quedaba como alternativa. Y ella no le temía a eso.


Era un reto. Un nuevo reto. ¿Y cuándo la vida no te llena de retos?


Secó sus lágrimas y se levantó cuando se recordó que había puesto un poco de agua para hervir. Pensaba hacerse un poco de té y ponerse a leer un poco. Sabía que quizás no le ayudaría de mucho. Pero necesitaba despejar su cabeza en algo, antes de volver a ponerse a llorar de nuevo.


Ya no quería llorar más. Había llorado demasiado en todo el trayecto de Seattle a Los Ángeles. Incluso se recordaba haberse detenido en una ocasión al no poder soportar aquella sensación. Se había abrazado a sí misma y llorado como jamás pensó que lloraría.


Y por ironía de la vida, recordó cuando se lo había dicho en aquella ocasión cuando le había hablado de mis sentimientos y ella me había rechazado por aquella diferencia de edades. Se lo había dicho cruelmente, pero ahora era una verdad.


— Harvey... Tú eres como un hermano menor para mí.

— ¡Lo sé! Ya me lo has dejado claro... Y tranquila. No hay más nada de qué hablar. Y no te preocupes, no pienso ir a tu boda... No pienso ver ese funeral...


Beber no había sido de gran ayuda. Más bien me había hundido un poco más en aquellos recuerdos sobre Heaven. Recordándome que hay amores que no se olvidan, por más que intentes odiarlos o olvidarlos. La simple mención de su nombre había vuelto mi mundo de cabeza.


Y lo más odioso era que quería seguir mi vida, sin ella... Pero lo que conseguía era todo lo contrario.


Ella había regresado como una especie de torbellino. Arrastrándome en medio de él, al mismo tiempo, que me hacía olvidar el dolor de su rechazo. Y todas aquellas relaciones que tuve, buscando a alguien que me la arrancara del pecho. ¿Quién coño había dicho que un clavo sacaba otro clavo? Pues esa teoría no me había servido para nada a mí.


Heaven aún seguía en mis recuerdos, torturándome fríamente. Por eso la odiaba, porque el día en que ella decidió unir su vida con aquel hombre, se había llevado una parte de mí.


Y ahora regresaba para fastidiarme la vida.



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