¿ADIVINA QUIÉN TE VA ESTAR ESPERANDO?

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Algunos días habían pasado sin ver a Karin, hasta que una tarde... saliendo del coro había acudido de nuevo a la casa de la chica, no sabía bien cómo había ido a parar allí, el caso era que ahí estaba, y se odiaba por eso, por ser así, tan débil, ¡tan fácil!, no había otra palabra para describirse o mejor para describir lo que hacía.

—Giovanna mira que ¡ir hasta su casa sin más!, después de que habías jurado y perjurado no volver a pisar el lugar nunca más, bueno está bien, el otro día fue por lo del helado y tenía que lavar la blusa... —pero ahora no tenía excusa alguna cosa que le avergonzaba inmensamente.

La casa estaba sola y la chica descarada como siempre complacida la recibió; esta vez no ocurrió en el cuarto del lavado, en esta ocasión le llevó directo a su cuarto. Aunque no tuvo tiempo de tumbarle en la cama, y Giovanna tampoco se lo permitió, apenas y alcanzaron a entrar a la habitación. Acabo con ella justo detrás de su puerta, Giovanna prácticamente la cerró a sus espaldas, esta vez tampoco la dejó deshacerse de su ropa, aunque la pelirosa si lo intentó por supuesto, se limitó a frotarla por debajo de su ropa interior mientras la besaba.

Cuando todo acabó se alejaron y Giovanna se organizó un poco, como siempre no podía de la vergüenza y quería desaparecer. Karin como si nada se paseó por su cuarto esperando a que la menor intentara escapar.

— ¿Tienes hambre? —Planteó segundos después—porque yo sí—aseguró mirándole a la cara como si nada—voy a buscar algo, ¿me acompañas o me esperas? —volvió a cuestionar fresca cual lechuga.

—Me tengo que ir—dijo la pelinegra cerrando los ojos, una punzada había iniciado a taladrar en su cerebro.

—Si cariño, pero ahora, espera un momento...

—No —dijo y salió rápidamente de la habitación.

—Hey, espera, que yo te voy a llevar—dijo la pelirosa pero la Giovanna no atendió, así que sin insistir la dejó partir.

***

Lo que había pasado la semana anterior le había rondado todos los días, de nuevo tenía más ausencia por parte de la pelirosa, y eso en lugar de tranquilizarla, le consternaba pues sabía que en cualquier momento podría aparecer, tan hermosa y descarada con sus invitaciones indecorosas como de costumbre y ella... y ella tan estúpida que se concebía que no se podría resistir...

—Ahhhh, ya basta. —dijo en voz alta y con un gesto de rendición recostó la cabeza en la mesa junto al lago en el colegio en donde estaba desde hace quince minutos esperando a su amiga.

—No más Gio, te vas a volver loca... —se dijo a sí misma y se quedó allí tumbada por unos cuantos minutos más, escuchado un lejano bullicio de los demás escolares, que hacían tareas, comían, hablaban o todas las cosas a la vez en las mesas contiguas.

—Hola —la saludó una chica y la hizo pegar un brinco, estaba esperando a Jenny, su amiga, pero esa voz indudablemente no era la de Jenny.

— ¿Por qué te fuiste el otro día así?, No me gusta que huyas así, sobre todo cuando vas por voluntad propia a visitarme...—le dijo pasándole la mano por su las hebras de su cabello que caían por la madera de la mesa desgastada por la lluvia.

—Déjame —le regañó alterada y mirando quien pudo haberlas visto.

—Sí que eres arisca niña—le reclamó riendo—todas las chicas se tocan el cabello...

—Pero tú no lo hagas—advirtió la otra.

—Ay—dijo Karin como llenándose de paciencia.

—No me busques más. —Le pidió incomodada como siempre.

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