PELIROSAS NOVEDADES

77 9 0
                                    


No vio la hora de estar cerca de su casa para salir corriendo del auto, no quería volver a ver a Karin en lo que le reste de vida y a ese niño menos, había dado las gracias obligada y dejado a la pelirosa con la palabra en la boca.

Ahora su sentido de culpa se había triplicado en las últimas horas; estaba encerrada en su cuarto intentando hablar con Dios, pero no conseguía la concentración suficiente.

—Es su hijo, ¡es su hijo! —se atormentaba una y otra vez—. No, no puede ser su hijo, ella no dijo nada...quizás y es su hermanito...sí... claro su hermanito tan pequeño; ella ya tiene como diecinueve años Giovanna, no es una chiquilla como tú, ha podido tener el niño un par de años atrás en una de sus andanzas...que bien te han contado... bueno tal vez y sea su primito entonces—intentaba convencerse, pero la primera idea no se le salía de la cabeza.

—Mierda, si es su hijo, ay Dios perdóname, y si no lo es... ¡igual! ¡Fui a su casa y el niño estaba allí! Se entristeció acudiendo a hacer la cena antes de que su madre empiece a llamarla a gritos. Su hermano como de costumbre la fastidió un poco, pero ya harto de que lo ignorase se dio por vencido.

—Ojalá y desaparezca—pensó, para su hermano no tenía muy buenos pensamientos...quizás para nadie...salvo su abuela, pero ella ya estaba muerta, así que sus buenos deseos se los enviaba a la nada prácticamente, pues era así como se sentía a veces, pretendiendo que un Dios la escucha agradeciéndole y últimamente pidiéndole una sola cosa: –Aléjame de Karin, Aléjame de Karin, dame fuerzas para evitarla por favor.

—Y ahora Karin... ¿para ella tenía buenos pensamientos?, ¡claro que no!, las cosas con esa chica era una total locura, cómo podría pensar cosas buenas de o para ella si era un total tormento...—Ni pensarlo, ni la conozco... Cualquier persona se podría enterar en cuestión de horas, días... ¿Qué voy a hacer?

No había respuesta; Dios no respondía... ¿a quién acudir? A sus padres ni hablar, solo le quedaba Jenny.... Su compañera de escuela y se podría decir "amiga" desde que tenían catorce años. Pensándolo bien su amiga Jenny solía preocuparse por su estado de ánimo cuando la veía decaída, sin embargo esos eran pleitos familiares sobre todo con Renzo, pero contarle a ella esto, esto de Karin... primero que todo ¿Qué podría contarle?; que una extraña chica se ha fijado en ella y la ha convertido en su objeto prácticamente sexual, que además ella se lo permite, y peor aún que a una reprimida y lujuriosa parte suya ¿le gustaba?; que ahora además de acudir a sus encuentros clandestinos en el colegio, iba también a su casa y no contenta con ello subía a su auto permitiendo que la traiga de vuelta; y recientemente se había enterado de lo que consideraba ella la peor parte: la pervertida ¡tiene un bebé! De locos, Jenny no podría con todo eso, obviamente no, de hecho, nadie podía, era claro que estaba ella sola con su enorme problema.

En el trascurso de la siguiente semana todo marchaba normal y sin "pelirosas novedades", esta vez no había visto a Karin ni coqueteando con chicos, ni con su banda de admiradoras, eso le producía cierta sensación de alivio, pero no calmaba sus ansias del todo pues temía que en cualquier momento y quizás el menos inesperado se la toparía de nuevo. Y así fue, para el vienes, finalizando la jornada escolar se encontró con ella.

—Hola, tiempo sin verte—la saludó ella despreocupada, esta vez parecía un encuentro casual y nada planeado como de costumbre por parte de la acosadora, la menor no dijo nada.

—Volvimos a lo mismo. —Sentenció la muchacha algo decepcionada—yo pensé que ya lo habíamos superado, o bueno aceptado... —agregó con su desfachatez característica.

—Pues no —habló por fin Giovanna.

—Sí, eso veo... ¿Por qué es tan difícil?, ¿Querías ser monja? —planteó conteniendo la risa.

SOULS COLLIDEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora