BLOQUE UNO

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-Capítulo uno-

"Mi vida antes de ti"

—La mayoría de adolescentes y jóvenes no se preocupaban tanto por su futuro, al menos no de la forma en la que en Ocatis suele suceder.

En ese lugar, cuando cumplías veintidós, alcanzabas la mayoría de edad. Sí, era tedioso pasar tantos años junto a tus padres, pero era lo mejor, al menos es lo que la Gran Mesa le enseñaba a cada niño que nacía dentro de esa civilización.

Ocatis es la "Organización de Ciudadanos Armoniosos, Trabajadores, Intrépidos y Sociales". Los dividían en cuatro aldeas, cuatro campamentos, como solían llamarle los jóvenes.

Se elegían aquellos campamentos a la hora de la purificación, ese era el ritual donde, al ser mayor de edad, debías elegir a qué campamento eras más apto. Si uno elegía el mismo en donde sus padres estaban, bien por él, pero de todos modos no viviría más con ellos. Debía aprender a ser independiente, aunque ya sería conocedor de las costumbres, así que le resultaría más fácil.

Y si uno pensaba que eras más que aquel hogar de donde nació, podía tener la oportunidad de irse a donde se sentía más identificado. Cada Purificación se celebraba cada Treinta y uno de Diciembre, a las 23 horas, el tiempo perfecto para que todos los jóvenes de ese año que llegarán a la edad adulta, vivieran al mismo tiempo su ceremonia de elección al campamento.

Todos vivían bajo su campamento, no había necesidad de salir o visitar a los otros. Todos trabajaban en ese lugar, crecían en sus respectivos campamentos, con su gente, sus reglas y sus culturas... todo hasta morir... o al tener la edad adulta e irte a otro.

Por eso se debía pensar muy bien sobre esa decisión. Sólo se podía elegir una vez en toda la vida, y si tenías suerte, alcanzarías una buena vida dentro del personal mayor, aquellos que eran manos derechas de la Gran Mesa, de aquellos que eran los líderes de cada campamento y se reunían cada día para seguir persistiendo y actualizando la mejor forma de vida en Ocatis.

Los Armoniosos: Esos eran los leales, los puros y los que ayudaban a todos. Eran considerados los obreros de Ocatis. Siempre sonreían, valoraban lo que cada persona era,  siempre parecían estar de buenas, y eso a muchos de otros campamentos les resultaba envidiable.

Los Trabajadores: Esos que tenían una mente poderosa, los que llevaban el conocimiento como un don excepcional, los que valoraban la inteligencia y el bien común.

Los Intrépidos: Aquellos que tenían ojos en todas partes. La mayoría de los otros campamentos los llamaban valerosos, esos que no tenían miedo a pelear o a servir a la Gran Mesa para defender a todo Ocatis. Eran los valientes y los que tenían el control de la seguridad.

Y los Sociales: Aquellos que se dedicaban a enseñar a sus campamentos todo lo que debían aprender. Les enseñaban desde que los niños tenían tres años, donde ya se sabía que tenían una capacidad suficiente para aprender cosas. Ellos eran los profesores, cada uno para cada campamento, y eran los que más sabían sobre las costumbres y vidas de cada campamento de Ocatis.

Todos eran miembros de Ocatis, todos pertenecían a un corazón. Pero todos eran diferentes.

Todos vivían de distintas formas, unos con días coloridos, y otros con días grises desde su nacimiento.

La primera opción era la vida que Sacha Runa tenía desde siempre. Era la vida que conocía. Ella era una joven pelirroja, de ojos azules y piel blanca con un rostro cubierto de pecas. Sacha era nacida del campamento de Trabajadores, aquellos que valoraban el conocimiento.

Sus padres, Salma y Ubaid, no eran tan importantes como para llegar a ser parte de La Gran Mesa, pero sí eran importantes en su campamento. Ambos habían descubierto grandes descubrimientos, y, gracias a ellos, la pelirroja había crecido sin ninguna carencia. Siendo hija única, era más que cómodo para ella, no tenía ningún inconveniente de pedir lo que quisiera.

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