CAPÍTULO SIETE

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Escabullida al piso siete
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—Por la madrugada, como ya empezaba a ser costumbre, Sacha Runa se levantó antes que todos sus compañeros novatos y, creyendo fielmente en que debía buscar y encontrar aquel rostro amargado y esos cabellos rubios, sonrió apurada mientras se cambiaba a su ropa de entrenamiento.

No pasaron ni diez minutos cuando la pelirroja por fin salió de la cueva, o la habitación de los novatos en aquel año, caminando por los pasillos oscuros que apenas eran iluminados por las antorchas colocadas a cada diez metros del lugar.

Sacha sabía que el piso siete era en donde Einar estaba, sabía que podía encontrarla en ese lugar, pero no sabía exactamente como llegar allá, ni mucho menos cuál era la puerta que debía abrir, aún así, la pelirroja se escabullo hasta llegar hacia la escalera de piedra que conducía a los demás pisos; observó a uno de los guardias caminar al fondo, y del otro lado del pasillo, de no ser por su sombra pasar por la antorcha, es que Sacha se percató de su presencia, de ser lo contrario, ella ahora mismo podría haber sido enviada a detención, o el hoyo oscuro afuera de la Torre Norte.

Y ella definitivamente no quería estar en ese lugar.

Aun no se acostumbraba al frío de ese lugar, y a pesar de su vestuario de milicia, o el que usaba para estar en el día, o la noche, como era ese momento, ella seguía con frío extremo. Saber que podrían mandarla al hoyo, en la intemperie, con la nieve cayendo siempre, el gélido viento soplando y golpeando su piel, abandonada, sin un refugio... sin duda esa sería la peor pesadilla que podría pasar, y eso que una vez vio a su padre rasurandole la espalda a su madre... su progenitora sin nada puesto.

Eso sí fue un horrible trauma, pero a pesar de eso, pensaba que ni el intento de buscar a Einar y saber sobre su salud y bienestar, estaba por encima de aquella horrible memoria que yacía en su cerebro desde los dieciséis años.

Agradecía que Einar, e incluso Armida, les habian dicho sientos de veces, una por las prácticas, y la otra solo para conversar, sobre los pisos en dónde podrían encontrar los siguientes puntos de encuentro en la Torre Norte. Ella sabía que debía ir al piso siete, así que bajando escalón por escalón, con su mente enumerando los pisos que ya había pasado, porque sí, lo que se dio cuenta, es que en lugar de subir, por alguna razón, los números iban de arriba a abajo. Así que iba escaleras al fondo.

Paso el piso uno, donde encontró algunos letreros que decían:  "enfermería", "cocinas", y otros más que no alcanzó a leer por seguir en su misión de encontrar a su amargada jefa del Departamento para Reclutamiento de jóvenes. No lo iba a admitir en voz alta, pero empezaba a encariñarse con Einar, tanto así, que ahora estaba quebrantando las reglas, solo para verla por quizá un par de segundos.

Al menos esperaba que la rubia no la corriera o la castigará cuando supiera que estaba en esos lados de la Torre.

Al llegar al piso seis, el frío que sentía, aumentó, sintiendo como su cuerpo temblaba de inmediato y como nunca antes lo había hecho.

Creyó que quizás era por bajar más al fondo, pero eso era imposible. Si ella estaba en el primer piso, en donde se entraba y salía de la Torre Norte, donde el aire entraba normal, ¿por qué bajo tierra se sentía tan extremo? Eso no tenía sentido para ella, creyó que lo lógico sería sentir ese gélido clima en la cima de la Torre, no ahí-

Sacha: Espero en serio estés bien, Einar. -susurró temblando, bajando el próximo piso-

-hasta que vio el letrero número "siete", sonrió feliz al encontrarlo y saber que había llegado, pero al ver una puerta de metal que lucia realmente pesada, se maldijo. Eso sí sería un problema. Debía abrirla, y no sabía si eso generaría ruido-

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