"Desearia poder odiarte baji-san, porque asi seria mas fácil aceptar que fuiste capaz de morir por el...pero no pudiste vivir por mi.
Una historia donde baji sigue a todas partes a chifuyu.
"ES KAZUFUYU"
Aclaración: una disculpa si las personalidade...
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-Que tanto haces chifuyu -
Baji lo interrogaba, enserio tenía ganas de saber que estaba haciendo, pero al ser un fantasma su voz obviamente no era escuchada.
El joven viviente volvió a releer la hoja de papel, en la cuál llevaba escribiendo un par de ratos, sobre la mesa de madera en su habitación, que solo era alumbrada por una lámpara de noche.
Frustrado se levantó, y estrujó el papel entre sus manos con una aparente molestia.
Miro la hora en su pequeño celular, y se calmó un poco, ya era bastante tarde. Llevaba escribiendo esa carta por tres meses, pero nunca nada parecía gustarle lo suficiente, o todavía no tenía el valor para hacerlo. Apunto de irse a dormir, se paró frente a la cama, no dijo nada, regreso al lugar donde había estado previamente y escribió.
Kaisuke se tomó del cuello -ultimamente actúas muy raro-
-Finalmente lo logré!!- celebro contento, había terminado, doblo el papel y lo metió en un sobre con mucho cariño y delicadeza, dejándola sobre la mesita.
Al día siguiente se levantó como de costumbre, se baño, peino, cepillo sus dientes, y desayuno, antes de salir de su casa, camino un rato, lo que extraño a baji, generalmente iba en transporte público.
-"Que tramas eh?- no hubo respuesta.
Chifuyu había llegado al lugar, se paró en frente, miro con atención y tragó saliva, tomo valor y entro.
La recepción no era la más bonita, y todo era de colores apagados, lleno de policías, eso era de esperarse, el resaltaba mucho en ese lugar con su mochila de lado, y sus mejillas sonrojadas por el frío del exterior, más su complexión algo delgada. Vestía una camisa manga larga blanca, un chaleco algo holgado café, pantalón negro y tenis blancos, apretó la tira de su mochila, y acomodo su gorrito de invierno, camino por el pasillo con calma, llamando la atención.
-¿En qué puedo ayudarlo?- la persona encargada le pregunto eso.
Con torpeza rebusco en su mochila, ahora tenía la misma estatura que kaisuke cuando había fallecido, aunque era adorable, se veía más grande, como todo un joven de veintidós años. Por un momento al no encontrar lo que buscaba temió, y empezó a alterarse, pero al final lo logro.
Saco el sobre, color lila. -¿Puedo dejar una carta para uno de los reclusos?- pidió autorización.
El oficial lo miro de pies a cabeza, las cartas solían llegar por correo -Claro - se movió momentáneamente y busco un formato, hacercandoselo -Pero tienes que llenar este documento que avala que estuviste aquí,con tus datos personales, autorizando que leamos la carta antes de entregarla al recluso-
