ARUANIWEEK AGOSTO 2022

Día 3: Domestic

Me moví entre las sábanas que nos cubrían del frescor de la mañana, apenas el cielo se estaba iluminando y debíamos ir al ayuntamiento en un par de horas para recoger los tratados con su resolución. Si todo iba bien, tendríamos que ir a la isla a los dos días después para hacer entrega oficial de aquel acuerdo de paz que se estaba buscando.

Qué ironía la vida misma.

Miré a mi lado y lo primero que veo, como todas las mañanas, era el rubio cabello de mi esposo. Llevábamos meses casados, una boda muy simple, privada, una fiesta posterior con mucho alcohol para los chicos y comida en abundancia. Con un vestido blanco muy sencillo y él con un traje formal nos dimos los votos aceptando la compañía del otro por toda la vida.

Estiré mi mano para tocar su nuca y subir para atrapar esas hebras doradas tan suaves con mucho cuidado. Armin aunque no se había dedicado a fortalecer su cuerpo cuando era soldado, tenía un físico definido y una amplia espalda, una de las cosas que me encantan. Me acerqué a su cuerpo para apoyar mi mejilla en su espalda desnuda. Subí mi pierna encima de su cadera y poco a poco lo fui abrazando con cariño, un cariño y delicadeza que solo me nacía cuando se trataba de él.

Armin era el único que conocía hasta la última de mis facetas. Él conocía perfectamente lo empalagosa que podía ser cuando compartíamos momentos juntos, y así como él me conocía, yo igual.

Despertaba de manera muy lenta, siempre se queda mirando la nada o la ventana por cinco minutos antes de levantarse, tomaba desayuno con el pijama puesto, revisa la hora cada media hora para asegurarse que va a tiempo a todos lados, mientras trabaja le gusta el silencio o las tertulias con los chicos, pero cuando se dedica a algún hobby, como leer o escribir le gusta el jazz de fondo. Descubrí hace poco que quiere comprarse una guitarra para aprender a tocar; los fines de semana le gusta descansar al máximo, compartir una copa de vino, andar descalzo por casa incluso en invierno. ¿Y conmigo? Le gustaba verme cuando me arreglaba, lo poco que hago para verme decente, mirarme fijamente a los ojos cuando estamos muy cerca, apoyar su cabeza en mis piernas cuando compartimos el sofá o el suelo, dormir lo más enredados que podamos y robarme besos de manera sorpresiva en el ayuntamiento cuando nos cruzamos en el pasillo.

Por suerte, ya vivíamos solos en un departamento en el centro de Liberio, los chicos vivían en el mismo edificio, pero en pisos distintos. Por lo que no teníamos que contenernos en nada, era nuestro hogar, nuestro día a día y nuestra vida como pareja y familia.

-Despierta, hoy es un día importante...-Susurré subiendo mi rostro para alcanzar su oreja, sin dejar de abrazarlo.

En ese momento Armin posó su mano encima del muslo que le tenía encima de su cadera y me apretó suavemente. Sonreí ligeramente al sentirlo.

-Estoy despierto... -Dijo con una voz ronca, poco a poco se fue moviendo en su lugar para girarse y mirarme con sus ojos somnolientos, su cabello revuelto y su postura relajada.

-Encantador Arlert -Dije en tono de broma moviendo mis brazos para llevar mis manos hasta sus mejillas y acariciarlas con total cuidado.

-Lo dices porque me quieres, qué debo parecer -Comentó negando levemente antes de acercarse y unir su frente contra la mía.

-Tonto. -Expresé antes de moverme para unir nuestros labios en un suave beso.

Problemas de autoestima tendremos los dos.

Armin correspondió a mi beso rápidamente, sus manos acariciaron mis piernas, subieron hasta mi cadera para tomarme y girarnos, así, quedando él encima de mí.

Las sábanas, que eran lo único que nos tapaba, se deslizaron fuera de nuestros cuerpos, nuestras pieles quedaron expuestas y recuerdos de los que habíamos hecho la noche anterior venían a la mente. Siempre podíamos seguir, el fuego entre los dos no hizo más que crecer con el pasar de los meses, nunca teníamos suficiente del otro.