Día 7: Free day

786 60 1
                                    


-Esto no se parece en nada de donde vivimos, no hay agua por doquier.

-Obvio, estamos lejos de la costa, acá es campo, otro tipo de clima, otra naturaleza, otr-...

-¡Pero acá no hay arena! No hay conchitas que recoger... -Dijo mi pequeña hija de cuatro años.

Estábamos esperando a Annie en la entrada de la colina con nuestros bolsos mientras ella había ido a comprar algunos víveres para hacer la cena a la pasada de la estación de buses que tenía el pueblo.

Volver a Resembool había sido mi idea, luego de tantos años lejos.

Seguíamos viviendo en la ciudad de la costa por mi trabajo, Annie seguía en su puesto como preparadora física en el centro deportivo, lo que si había que cambiado era nuestro hogar. Ahora teníamos una casa de dos pisos en una residencial frente al mar, nos habíamos casado y ahora éramos una familia de tres, bueno, de cuatro, contando a nuestro gato que por esta ocasión se había quedado bajo el cuidado de Connie, quién por alguna extraña razón, veíamos con constancia metido en nuestra casa.

-Te va a gustar cariño, serán dos semanas que disfrutarás, es un lugar muy bonito y pasaremos una navidad muy divertida, ya lo verás. -Dije con optimismo, aunque mi pequeña Arriane no expresaba lo mismo.

Ari era la mezcla perfecta de nosotros dos, una pequeña muy curiosa, tenía su carácter y le encantaba estar haciendo actividades todo el día. Sin embargo, cuando le mencionamos que íbamos a pasar las vacaciones de invierno en el campo, frunció el ceño y decidió que ella no se iba a mover de la playa.

Obviamente con Annie como madre y con años de experiencia educando pequeños, pudimos convencerla de que iba hacer toda una aventura. Pero ahí estábamos, tratando de sacarle una sonrisa sin mucho éxito.

Donde vivíamos el clima no era tan frío, no había montañas o caminos de tierra, acá en Resembool era todo lo contrario a eso. Apenas vio el bus que teníamos que tomar para llegar al pueblo desde Trost se quedo en silencio, no se movía, tuve que tomarla en brazos para avanzar, cosa que nunca fue necesario, a Ari no le gustaba que la tomaran en brazos cuando salíamos de paseo.

Cuando llegamos al pueblo miraba todo de una forma algo particular, se acercaba a los arbustos que había a los alrededores, pero no los tocaba. Annie se reía silenciosamente por su lado, no entendía muy bien el por qué. Nos habíamos adelantado con Ari a la colina para que conociera, pero no avanzamos a casa a la espera de su madre.

-Aquí llueve mucho -Dijo mirando el camino.

-Sí, mucho y muy fuerte, pero también cae nieve. -Dije con una sonrisa agachándome a un lado de ella para acomodarle el gorro de lana que tenía puesto. Hacía mucho frío la verdad.

-Nos embarraremos de lodo. -Me miró casi como si estuviera suplicándome que la sacara de ahí.

-No importa, llegamos a casa y nos cambiamos de ropa -Dije levantándome para tomarla en brazos. Mi pequeña rubia se acomodó en mis brazos y me abrazó por los hombros y apoyó su mejilla en uno de ellos.

Esperamos unos minutos más antes que apareciera Annie con bolsas de la compra.

Al verla de cerca pude captar que tenía la nariz rojiza del frío, además que ella era tan blanca.

-Perdón, tantos años sin venir y la gente me cuenta su vida entera -Dijo acomodándome el bolso en la espalda. Miró de reojo a nuestra hija quién ya estaba en modo hibernar para no tomar en cuenta que estaba en un lugar desconocido. - ¿Todo bien? -Me miró interrogante.

-Si, todo bien dentro de lo posible. -Sonreí a duras penas, esto no estaba resultando.

Annie me miró unos segundos antes de hablar.

ARUANIWEEK AGOSTO 2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora