2. El bar de Chaeyoung

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Sana le había estado guardando un secreto a su mejor amiga y también, casi amor de su vida. Momo le había enseñado a Sana desde muy temprana edad, que era y como se sentía tener el corazón roto. La ahora pelirroja, entendió en ese tiempo, que no podía tener todo lo que quería y que el distanciarse de su mejor amiga serviría a la larga. Así que, cuando Momo no aceptó sus sentimientos decidió que nunca más volvería a caer por ella. Que se la sacaría del corazón tarde o temprano. Claramente, eso nunca ocurrió. Con 25 años seguía igual o más enamorada de Momo que cuando tenía 15, pero eso no le privaba de conocer chicas y chicos. Sana le presentó a Momo a cada pareja especial con la que ella creía que las cosas avanzarían a buen puerto, pero siempre terminaba fracasando y llorando sobre los hombros de su mejor amiga.

A pesar de que llevaban una vida juntas y que, habían decidido no ir a la universidad sólo para hacer enojar a sus padres y poder comprar un local para poner su cafetería, Sana tenía un secreto y que no tenía que ver con sus sentimientos por Momo. Al menos eso creía ella.

Sana conoció a Momo cuando ella tenía 7 años, pero había soñado con ella un año antes. Así que, cuando llegó a su nuevo barrio y vio parada, a una chica de cabello negro y ojos profundos, supo de inmediato que era ella. Sana estaba comenzado a experimentar ciertos sueños que le decían a quién iba a conocer en un futuro. Como era pequeña, no le vio lo malo a tener un poco de ayuda para entender que era lo que le pasaba realmente con Momo.

A la edad de 10 años ya eran completamente mejores amigas. Habían estado hablando de comenzar a hacer pijamadas los fines de semanas en casa de una y de la otra. Poder comer todo lo que ellas quisieran mientras veían películas románticas cuando estuvieran en casa de Sana y de dibujos animados cuando estuvieran en lo de Momo.

Una pequeña Sana de 14 años, despertó agitada durante la noche. Había soñado con Momo nuevamente, siempre era con era. En el sueño se veía llorando casi igual a como estaba ahora, pero también veía cómo Momo sujetaba una rosa roja en su mano derecha.

-No puede ser ¿Alguien más se le confesó? No me pueden haber ganado – comenzó a hablar en voz alta - ¿Por qué me duele el pecho?

Sana decidió esa noche que, después del último examen antes de las vacaciones de verano hablaría con Momo. Lo hizo, básicamente, porque sabía que, si salía mal, tendría tres meses para no ver a la chica y tratar de que, si la rechazaba, no doliera tanto.

Esa tarde Momo la terminó rechazando y ella salió corriendo para poder llorar detrás de una pared sin que Momo la pudiera ver. Mientras lloraba y se apretaba el pecho con sus manos, no pudo evitar recordar el sueño que había tenido hace un año atrás aproximadamente. En su sueño estaba llorando en esta misma posición y, se atrevería a decir qué, era exactamente la misma imagen que ahora – ya veo – se secó las lágrimas – me estaba viendo a mí misma siendo rechazada. Que patético – Sana se levantó del suelo y secó sus lágrimas – te odio Hirai, te odio – gritó aún con lágrimas en los ojos – jamás volverás a verme como ahora, jamás – Sana decidió dejar sus sentimientos por Momo tirados en el suelo del patio junto con el color castaño de su cabello. Esa tarde Sana experimentó la satisfacción de cambiar su cabello de color cuando las cosas no le salían bien.

Sana estaba preparándose para su cita a ciega. Llevaba alrededor de una hora tratando de arreglarse, pero sentía que no todo le quedaba bien - ¿Por qué tan insegura? Eres Minatozaki Sana – se dijo a ella mientras se miraba en el espejo – y te ves ardiente y muy guapa.

La pelirroja pensó que podría despedirse de Momo, pero la chica parecía que aún no iba a llegar. Así que, tomó su bolso, su chaqueta de cuero negra y salió del departamento que compartía con su mejor amiga. Tomó un taxi al llegar a la calle y le indicó la dirección a la que se dirigía.

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