Parte 14: El Castillo.

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Duddle y Samantha atravesaron la entrada de la muralla para entrar al castillo. El interior eran unos grandes jardines con grandes fuentes que echaban agua.

-Esta es la antigua familia real- dijo Duddle señalando a una fuente enorme en la que en su interior se hallaban las esculturas de todos los miembros de la familia real.

-Falta una persona ¿no?- dijo Samantha contando mentalmente las esculturas que había delante de ella.

-Eso no es posible...¡ falta la princesa menor!- Duddle miró asombrado la fuente- la han quitado hará muy poco. Es intolerable. La princesa se hayaba ahí entre sus dos hermanos- confirmo Duddle señalando un espacio vacío entre los miembros de la familia.

-Igual la están restaurando- intervino la joven para quitarle importancia al asunto.

-Estas estatuas no se reparan, Sam, son mágicas, no lo necesitan.

Duddle comenzó a caminar y Samantha lo siguió. 

-Hola, Martha, necesitamos dos habitaciones. ¿Tienes alguna libre?- preguntó Duddle a una mujer baja y con cara amable.

-Profesor, hacía mucho tiempo que no le veía por aquí- respondió la mujer con una voz encantadora.

-No hará tanto tiempo.

-La última vez que le ví fue cuando nos reunimos para decir lo de la pequeña prince...- Martha cortó la frase al ver que Duddle le indicaba que se cayase.

Samantha los miró extraños. La cara de Martha tomó derepente un color pálido y se puso seria.

-Me quedan dos habitaciones en la misma planta, habéis tenido suerte.

Ambos tomaron las llaves de sus habitaciones y entraron a lo que parecia una posada, un sitio de paso.

-Profesor, ¿a qué se refería Martha con eso de la princesa?- intervino la chica mientras subian unas escaleras.

-No es nada, es un asunto que ahora mismo no te interesa saber.

Cada uno se fue a su habitación y Samantha se preguntaba por qué Duddle no le había dicho de lo que hablaban. Samantha pensó que si quería saberlo, tendria que descrubrirlo por ella misma. Se levantó de la cama, se puso sus deportivas y salió de la habitación.

Los pasillos de la posada estaban vacíos y muy poco iluminados. Samantha recordó lo que le había enseñado Duddle e iluminó la zona con el hechizo que salía de su mano. Bajo hasta la recepción que estaba fuera, donde anteriormente les había atendido Martha. Samantha llamó a la puerta y entró.

-Hola pequeña, ¿qué haces levantada a estas horas de la noche?- preguntó Martha ofreciéndola un asiento enfrente de ella.

-Tenía que hacerte una pregunta- respondió la muchacha.

-Dime, a ver si te puedo ayudar.

-Me preguntaba..., si me podías decir lo que has ocultado antes cuando estabamos pidiendo habitación.

-De ninguna manera, de mi boca no sabrá nada que el profesor no quiere que sepas- respondió la mujer mordiendose el labio como si hubiese dicho algo peor.

-¿Por qué no quiere que lo sepa? Por favor digamelo, vengo desde muy lejos y nadie me explica nada y no se que hago aquí.

-Bueno te contaré algo, ¿conoces la historia del castillo?

-Sí, el profesor me la contó cuando llegábamos.

-Vale, pues la pequeña princesa que se había perdido, dio pistas de su paradero al encontrarse con Duddle.

-¿Él la vió?, ¿dónde estaba?, ¿por qué no vuelve a su reino?

-Ella no reconoció al profesor, no recordaba nada de este lugar y no sabía siquiera que había nacido aquí, ha estado todos estos años con una familia protectora quienes encontraron a la pequeña en el bosque incosciente. La criaron como si fuera su hija en un pueblo muy lejano de aquí con la esperanza de que algún día recordase y vuelva a Sires, su verdadero hogar.

-¿Dónde la encontró el profesor?, ¿en qué pueblo se ha criado?

-Se encontró con ella en un sueño, ahora mismo no recuerdo el nombre del pueblo en el que vivía...

-¡Artea!- a Samantha le recorrió un escalofrío por todo el cuerpo- no puede ser...

-Sí, ese es el pueblo en el que vivía. ¿Te lo contó el profesor?

-No, yo soy la princesa perdida.

Martha se levantó de su sofá y miró a la joven fijamente a los ojos, después, le cogió la muñeca y enmudeció.

-¡Madre de la magia!- Marta se arrodilló sin soltarla la mano- Alteza, hemos esperado tanto este día que no me lo imaginaba adí, lo siento.

Samantha no tenía palabras. Todo estaba claro por fin.

-Vamos a decirselo ahora mimo al profesor.- dijo Martha.

Ambas subieron al piso de arriba y llamaron a la puerta de la habitación. La puerta se abrió y allí estaba Duddle, sentado en un butacón.

-¿Qué has hecho ahora Samantha?- dijo el profesor sin saber lo que sucedía.

-¡Cómo te atreves a llamar por su nombre a nuestra alteza!¡ Cómo te atreves a ocultarla del reino de Sires!- gritó Martha al profesor que se levantó del sofá alarmado.

-Veo que ya se lo has contado, Martha, ahora corre mucho más peligro que antes.

-No me ha hecho falta decirla nada, ella misma se ha dado cuenta que la estabas mintiendo.

-¡¡Podéis parar de discutir de una vez!!- gritó Samantha enfurecida- Ya sé que soy la princesa perdida y qué, ya hay un nuevo rey en Sires, Úrsul.

-Alteza, pero no entiendes que el reino te pertenece a tí. Úrsul, unicamente aprovechó la oportunidad de que no había nadie en el trono y que no quería limitarse a ser el curandero del castillo.

-¿Úrsul fue el que envenenó a toda mi familia?- preguntó la chica asustada.

-Sí, y también a intentado matarte a ti en varias ocasiones, en tu llegada... cuando atravesabas el barranco...-confirmó Duddle.

-Profesor, ya es hora de que se cumpla lo pactado y la princesa ocupe su lugar en el reino.

-Estoy de acuerdo Martha, siempre y cuando nuestra majestad esté tambien con nosotros.

-Acepto, lucharé por salvar a este reino del poder de Úrsul.

Solamente un Sueño.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora