Agapantos y Narcisos

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Los pequeños niños a su corta edad eran bastante responsables, puesto que nunca llegaban tarde a sus días de juego. Sería inapropiado y muy poco cortés de parte de los infantes. Wheein, Jiwoo, Yoongi, Seungmin y Jimin no podían darse ese lujo y perderse los aperitivos de sus reuniones, eso jamás. Cómo bien decían los principios del pequeño Jimin, los postres van primero.

—Me enteré que tú hermano está recibiendo cortejo del señor Wang —comentó Jiwoo, emocionada por conocer de primera mano la información.

El rubiecito asintió, no muy feliz de pensar en ese sujeto, no le desagrada, pero no quería que su hermano se fuera a la hora de contraer nupcias con él.

—Hobi Hyung parece feliz con su cortejo. Al señor Wang no le faltan detalles. —expresó está vez Wheein, tomando un sorbo de su taza con leche.

—¡Ah! ¡Qué lástima! —vociferó la pequeña Jeon Jiwoo—. Yo quería cortejar a tu hermano en un futuro.

Okey, saber que una de sus amigas quería ser su cuñada, no era algo que quería, tampoco algo que se esperaba.

—Cambiemos de tema —propuso el pequeño Kim Changmin—. Yoonie Hyung va a terminar llorando.

Y el pequeño Min agradeció el gesto, pero no iba a terminar llorando por su hermano... aún no, tal vez el día de la boda.

—¡Cierto! —recordó la pelinegra— ¿Cómo va Jiminie con su pre-cortejo?

Oh.

El pequeño Jimin, quién comía un poco de pastel, se vió sorprendido por la pregunta de Wheein, no era inapropiada, pero sí inoportuna.

—Va bien, Gigi me cuida mucho y es muy atento —explicó el pequeño pelinegro, sonriendo al voltear a ver a su Hyungie.

—Jiminie, eres tan infantil aún —irrumpió Jung—. Aún no te manda flores, ni se escriben cartas. Tienen que ser adecuados si quieren ir en serio, no queremos que nuestro pequeño sea solo una befa.

Yoongi arrugó su entrecejo, disgustado por el comentario de la niña. Desde un principio dejó claras sus intenciones, todo esto se volvería formal algún día, ese era su objetivo, pasar la vida a lado de su Mimi.

—Voy seriamente con Mimi. Lo dejé claro cuando le regale una flor.

—Así es, Gigi me regaló una bonita flor silvestre. Eso es suficiente para Mimi... o sea yo.

¡Oh, Santo cielo! Jimin debía de empezar a ser consciente de las emociones que causaba a Yoongi, de verdad, el pobre rubio un día moriría de tanta ternura.

El jovencito rubio había pensado en las palabras de Wheein, estaba al tanto de la exigencia sobre ella de un día crecer para ser buena compañera, también por eso entendía las exigencias que daba con respeto al cortejo. Por eso mismo seguiría los consejos como el buen caballerito que era.

El día de las fiesta de los Park sería pronto, no había mejor ocasión para regalarle a su Mimi un bello arreglo floral, está vez no sería de flor silvestre, él mismo iría a buscar un invernadero para elegir las flores más bellas. Su pelinegro merecía lo mejor.

El día de la celebración, Hoseok y Yoongi iban en el carruaje junto a su papá. Todo iba en silencio hasta que los mayores se percataron de algo, el pequeño Min llevaba un arreglo floral, muy bonito a la vista de los mayores, del tamaño perfecto para un niño de su edad.

—Yoongi —llamó su padre— ¿Por qué tan atento en esta ocasión?

—Seguramente es porque vamos a la casa de los Park, ya sabes que se lleva bien con su hijo mayor. —Intervino el omega, tal vez sabiendo que había intención más allá de formalidad.

Pero su intento por cubrir a su hermanito no fue suficiente, pues él pequeño Yoongi era demasiado honesto.

—Son para Jiminie. —Aclaró.

A pesar que el padre quería preguntar más, se abstuvo cuando se dió cuenta que habían llegado al destino, no podía iniciar una disputa con su hijo, no en presencia de más gente. A su vez, al llegar el rubio saludó rápidamente a los padres de su amigo, y se encamino a buscar al pequeño pelinegro, siendo ayudado por la nana de este. No pasó desapercibido por los mayores que Yoongi llevaba consigo el arreglo floral.

Llegando a la sala de estar del segundo piso, corrió un poco, solo un poquito, cuando vió al infante. Con tu ropa de fiesta puesta, un traje perfectamente hecho a la medida del niño, y aunque ambos debían irse a dormir temprano y despojarse de su arreglada ropa, no podían ignorar su atildada imagen.

—Buenas noches Yoon —saludó el menor—, es encantadora tu compañía para la reunión de hoy.

Y vaya, Jimin poco a poco le enseñaban de modales, y se podía atribuir a la presencia de la nana del menor.

Y a pesar que la nana del pelinegro quería acompañarlos, esa noche debía atender a otros invitados, liberando a las pequeñas almas de la carga de seguir actuando así. El rubiecito aprovechó para entregar su obsequio.

—Esto es para tí —dijo, estirando hacía Jimin el ramo—. Sé que querías flores Mimi, elegí las más acorde solo para tí.

Oh. El pequeño pelinegro agarró con ambas manos el regalo, oliendo un poquito la fragancia natural de las flores. No osó a ocultar deleitarse con ese regalo, tal vez no lo dijo con Wheein presente, pero realmente quería flores.

—Gracias Gigi, son preciosas —halagó el pequeño niño.

Acercándose un poco más, Jimin le dió un gentil beso a Yoongi, parándose de puntitas para alcanzar la mejilla de su Hyungie. En acto reflejo, posiblemente por la vergüenza de su accionar, se ocultó detrás del bouquet, no quería que su mejor amigo lo viera sonrojado. El joven Min igualmente se coloreó su rostro de un rojito leve.

Y habían muchas cosas que la bina de infantes no entendía en su totalidad, pero los latidos de sus jóvenes corazones eran claramente la muestra de un amor naciente.

Irreflexivamente, la elección de flores de Min Yoongi era más que adecuada. Los agapantos eran el claro ejemplo de un inocente amor y los narcisos eran una fuente de alegría y nuevos comienzos. Excelente explicación para la situación de los niños.

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