Partida y esperanza

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El joven Yoongi de nueve años solo regresó a la ciudad para la boda de su hermano Hoseok, y, como el predilecto decía, contrajo nupcias con el alfa Wang. No iba mentir el pequeño Min, lloró el día de la boda, también lloró cuando a lo lejos en una mesa de invitados, vio a los Park tan felices como siempre, llevando consigo al nuevo bebé de la familia y hermanito de su Jiminie.

¿Y su Minie?

Lejos, imposibilitado de librarse de su nana y mamá.

¿Gigi que hacía?

Nada, pues su mayordomo y acompañante no lo dejaba acercarse a la mesa de los queridos amigos de su familia. Ese día el pequeño niño rubio de ojos ámbar lloró dos veces, cuando sintió la despedida de su Hyungie Hoseok y cuando, a pesar de estar en el mismo lugar, rodeados de los mismos amigos, sintió un gran abismo entre su persona más querida y él. Tan cerca y tan lejos.

¿Cómo era buenamente permitida tal tortura?

El joven Park y el joven Min eran muy jóvenes para sentir ese dolor.

Los jóvenes herederos Park Jimin y Min Yoongi, se volvieron cómplices de correspondencia, intercambiaban en tinta y papel sus más grandes aventuras y sus mayores descontentos. El pequeño Jimin de diez añitos, crecía y se volvía un jovial joven, halagado inmensamente por su exquisita belleza, el gran orgullo de la casa Park, pero el aún chiquillo Mimi no quería seguir el ritmo agotador de los prescriptos sociales, pues, le repetían que ya era mayor para ser niño pero no lo suficiente para ser adulto, solo lo cansaban con palabrerías aburridas de comportamiento y lecciones básicas. Los diminutos descansos que se daba el lujo de poseer el infante, era cuando le escribía a su Yoonie.

En un mes en especial, cuando la primavera florecía y Jimin comenzaba a interesarse por el cuidado de los narcisos de su jardín, esperando con impaciencia la siguiente carta de su Hyungie, la carta nunca llegó. Esperó así el siguiente mes, pero tampoco hubo respuesta.

En su reunión para un buen día de tertulia con sus amigos, el jovencito pelinegro esperó ser el único sin respuesta de Yoongi. Casi se siente bien cuando Jiwoo le afirmó que ella tampoco recibió los saludos de rutina. Y todos se sintieron desplazados, porque el tiempo avanzaba y las noticias del rubio Min no llegaban.

—¡Park Jimin! —Vociferó la primogénita Jung.

Wheein, casi corriendo al bajar de su carruaje, olvidando por completo todos sus modales inculcados, los dejó de lado al aproximarse a su joven amigo, teniendo con ella un papel muy fino, con la tinta de calidad que había traído el nuevo comercio.

—¡Park! —dijo.

—Un gusto saludarte —saludó sonriente—. Señorita Jung, aunque amo sus visitas, me temo que causó un alboroto su entrada.

Y casi burlón, Jimin tendió su brazo para que ella se sujetará de él, así ambos amigos comenzaron a rondar. Pues el pequeño Park la llevó de paseo al jardín de su casa, para tener un mínimo de privacidad.

—Olvidemos las formalidades hoy —exclamó la joven—, no vas a creer quién está en cinta.

Jimin inclinó en confusión su cabeza, no comprendiendo la emoción de la llegada de un nuevo bebé. No quería ser irrespetuoso, pero la llegada de su hermano menor le quitó la emoción de la llegada de nuevas criaturas al mundo.

—Minie, esto es importante —regañó—, Hoseok Hyung-nim está esperando —con eso captó la atención del peligro—. Mimi, escucha, dicen que vieron a Yoongi.

Oh.

La señorita Jung paró de caminar y miró con toda la seriedad que el momento requería, tomó de los hombros a su amigo y lo sacudió un poco.

—¡Yoongi se presentó alfa! —gritó una voz fuera del entorno de los amigos.

—¡Seungmin! —chilló molesta la niña, era su momento de decir las novedades de la ciudad.

No obstante, la pelea que se desataría entre sus amigos era innecesaria y tonta, no importaba nada de eso, no cuando su Hyungie era alfa, no cuando ahora sabía porque no le había mandado cartas.

Definitivamente no importaba nada cuando vió a lo lejos, en la entrada que conectaba a su jardín a su Hyung, un poco más alto... un poco más lindo, sonriendo y dejando una carta en uno de los arbustos, desapareciendo al instante que Jimin corrió a su alcance, sin éxito. Se intentó convencer a él mismo la ilusión que vió, inicialmente porque era probable que caía de a poco en la locura, pero la carta en el arbusto seguía a ahí, esperando ser leída, y, era todo menos una carta, era una nota con una nueva travesía, una en la que confío ciegamente, sin esperar algo realmente, solo entregar su corazón estando dispuesto a fallar en el intento.

"Volveré en unos años... Cuando sea el alfa que mereces y me vuelva digno de mi apellido.
Hasta entonces mi felicidad y mis sonrisas, te dejo mi corazón."

Y santa luna, su nota improvisada le hizo lagrimear un poquito. El nuevo alfa le entregaba de igual manera, sin saber realmente si su "felicidad y sonrisas" seguía esperando, el recuerdo vago de un amor inocente, la esperanza de tener alguien quien le espere y el sentimiento desbordante fueron la única garantía a la que se aferró para hacer tan inesperado e inapropiado comportamiento, pero tampoco le importó al alfa, no cuando ese irreflexivo pensamiento planteó una nueva esperanza y conservó fervientemente un bello corazón.

◍(✯Inocente Cortejo✯)◍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora