Confidencias

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Padre e hijo ​se habían conocido cuando Yigit ya era un adulto y buscaba a sus padres biológicos para reclamarles por su abandono y vengarse, pero aún antes de saber de su vínculo sanguíneo, el muchacho empezó a sentir un gran respeto y admiración...

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Padre e hijo ​se habían conocido cuando Yigit ya era un adulto y buscaba a sus padres biológicos para reclamarles por su abandono y vengarse, pero aún antes de saber de su vínculo sanguíneo, el muchacho empezó a sentir un gran respeto y admiración por Kaya, porque veía lo compasivo y amable que era con otras personas, aún las de condición humilde. Entonces cuando supo que era su verdadero padre no le fue difícil quererlo. A Kaya también le ilusionó mucho la idea de tener un hijo, porque pensaba que se quedaría solo el resto de su vida y ambos eran hoy por hoy los mejores amigos del mundo, apoyándose mutuamente.

– Hijo, debes perdonarte a ti mismo y también a tu madre.

– No puedo, son demasiado recuerdos que aún me persiguen, no me alcanzará la vida para arrepentirme de lo caprichoso y egoísta que fui.

– Pero estabas siendo manipulado por mi hermana...

– Aún no lo sabes todo, tengo miedo de contarte porque también te enojarás conmigo y me despreciarás.

– Cuéntamelo cuando te sientas más libre de hacerlo y, aunque en algún momento me veas enojado o desilusionado, ten en cuenta que siempre estaré contigo para apoyarte. A propósito ¿buscarás a Lila?

– No lo sé... no quisiera confundirla. Ya ha sufrido mucho por mi inmadurez. La estoy salvando de mí.

– Lo mejor que puedes hacer es abandonar esos juegos de provocarle celos, solo consigues ir matando lo que ella aún pueda sentir por ti.

– Quiero ser un hombre mejor para Lila; que ella, mamá y tú estén orgullosos de mí; pero para eso necesito lograr varias metas: terminar mi carrera, conseguir un logro profesional importante y, como dijo el señor Halit, hablar otro idioma, quizá practicar un deporte.

– Yo puedo enseñarte a esquiar.  Además, tu inglés ha mejorado muchísimo, hablas casi como un londinense, pero aún falta cerrar varias heridas.

– Lo sé papá y gracias por escucharme... ¡Se me hace tarde! Debo irme, tengo ya mis últimas clases y estoy muy cerca de graduarme.

– Hasta la noche, Yigit. Si vas a demorar me avisas.

– ¡Hasta la noche, papá!

Pecado original / Fruto prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora