Pecado original / Fruto prohibido

Dogan y las enemigas íntimas

Dogan Yildirim fue el comprador de las acciones que Nadir puso a la venta, solo algunas porque el resto se las pensaba heredar a su esposa Yildiz. Cuando el señor Yildirim conoció a Yildiz se mostró muy interesado en ella. Nadir, con la sabiduría que dan los años, se dio cuenta que este nuevo socio podría significar un peligro en su relación. Diez años antes él hubiese cobrado venganza y quizá a su esposa también, si es que se atrevía a corresponderle, pero se percató que su propia vida ya no tenía mucho por delante y que lo más natural era que Yildiz volviese a casarse o por lo menos a tener una relación amorosa. Dogan Yildirim era un hombre de mundo, elegante, apuesto y con mucha personalidad, igualmente maduro pero unos diez o quince años más joven que Halit y el propio Nadir. El único problema era su hija Kumru: una bella muchacha, soberbia e insoportable que había crecido solamente bajo la tutela de su padre. (¿Se nota que Kumru no me cae, verdad?)

Así como Joaquín Sabina y Fito Páez grabaron el disco "Enemigos íntimos", Ender y Yildiz no podían quedarse atrás y continuaron como las mejores enemigas íntimas.

Una tarde, en casa de Ender y Kaya, se encontraban Caner, Zehra, Yildiz, Yigit y Lila. Caner bromeaba con su sobrino Yigit ya que no tenía a su mejor amigo Emir para hacerlo blanco de sus chistes.

– Qué ironías de la vida, antes Lila y Emir estaban saliendo juntos y tú estabas con Vivian, ahora las parejas se han intercambiado.

Al joven matrimonio no le gustó el comentario, así que Ender salió a toda prisa de la cocina para lanzarle un cojín a su hermano y después se acercó a darle un soberbio pellizco en el brazo.

– ¡Auch! Cambiando de tema, hermana, qué guapa te ves con ese vestido blanco.

– Basta, Caner; y ustedes no me miren mucho porque me gasto.

Yildiz contestó –Siempre te ves muy bien, Ender; pero no puedes competir conmigo, mi madre tuvo la buena idea de ponerme Yildiz, yo soy una estrella como mi nombre.

– Ah, Yildiz; me divierto mucho contigo, pero yo soy inolvidable –comentó sarcástica, Ender.

– Gracias Ender. Yo también me divierto mucho conmigo, pero lamentablemente la gente no sabe apreciar todas mis cualidades.

Yigit intervino –A propósito, Yildiz; hoy que fui a la empresa me encontré con el señor Dogan que me habló muy bien de ti y me dijo que estuvo encantado de conocerte.

– Gracias, querido. Por favor, agradécele también en mi nombre, pero me temo que muchas personas que al comienzo están encantados de conocerme luego terminan por arrepentirse.

A propósito, chicos –Yildiz empezó a buscar en su bolso– ¿les gustan los chocolates?

– ¡Sí! –dijeron todos.

– Me parece muy bien, los felicito. Pueden ir a comprarlos en la tienda –reía Yildiz.

– ¿No nos ibas a invitar?

– Era solo para saber si estaban atentos a lo que yo decía.