Nilufer

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Una mañana, Yigit se despertó sobresaltado en la casa de sus padres, sintiendo algo extraño en el rostro. Ya tenía miedo de la pequeña Nilufer y sus ocurrencias.

Se miró al espejo y lanzó un grito ahogado. Alguien le había trazado con plumón de tinta indeleble unas líneas en las mejillas, como si fuesen bigotes de un ratón o un gato.

– Bueno, supongo que esto se quita rápidam... ¡no lo puedo borrar!

– ¿Quieres imitar a Topo Gigio? –le preguntó Emir.

– Pareces el gato con botas –le dijo Lila.

– Tienes suerte, –repuso Caner–. A mí Nilufer me pintó las uñas y puso ruleros.

Yildiz se mataba de risa, pero Ender estaba muy enojada y empezó a gritar.

– Nilufer ¿cómo se te ocurre hacerle esto a tu hermano? Tenemos una junta de directorio dentro de una hora y no puede llegar así. Mereces un castigo.

– Mamá, no la castigues, es solo una niña –le aconsejó Yigit-. Y no creo que lo haya hecho sola –miró con sospecha a su hija Beren-. Será mejor que envíe un mensaje cuanto antes a los miembros de la junta directiva explicando lo que sucedió antes de realizar mi exposición frente a todos, porque de lo contrario van a pensar que me he convertido en Hello Kitty.

Niñas, necesito que me ayuden, tengo que explicar de alguna manera lo que ha sucedido y quizá ustedes puedan abogar por mí diciendo la verdad, si no nadie me va a creer.

Cuando llegaron a la empresa y Halit vio el estado en el que se encontraba su yerno puso un gesto muy serio.

– ¿Qué significa esto?

Yigit señaló con la mirada a las dos criaturas.

– Entiendo –repuso Halit

– Niñas ¿ustedes me pueden explicar?

– Abuelito, –dijo Beren muy avergonzada– yo lo hice.

Halit se enterneció y reconoció en aquel gesto de nobleza de Beren a su hija Lila cuando era pequeña y cubría a Zehra, quien no era una niña exactamente traviesa. pero sí muy torpe a la que todo se le caía de las manos y se le rompía. Pero Lila estaba ahí para asumir la culpa y defender a su hermana mayor.

– Beren, entiendo que fue una travesura, pero será mejor que Nilufer y tú no lo vuelvan a hacer, sino van a meter en problemas a su papá.

– Está bien, abuelito; aprendí la lección.

La señora Asuman se enteró de todo por su hija Yildiz.

– Qué traviesa esa niña. Si fuese mi hija no se libraba de un buen castigo.

– No te preocupes, mamá, imagino que Ender la reñirá como se debe porque Yigit no sabe imponer autoridad a su hermanita.

– Me preocupa que Nilufer sea después como Sahika... y el pobre Yigit sea al final tan blando y manipulable como Kaya.

– Ay, madre; ni lo digas –Yildiz se tocó una oreja y después una mesa de madera para así evitar la mala suerte.

Pecado original / Fruto prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora