Capítulo 52: Señuelo

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Sobrevolaron Magia Natural a gran altura, hasta que encontraron el claro. Era un cráter seco y desolado en medio de la jungla con un pequeño oasis verde a un extremo, el cual llamaba mucho la atención. Si Tierra dejó algo, no cabía dudas de que estaba allí.

Descendieron y tras bajarse, Aire soltó las rocas en la periferia para no lastimar la vegetación joven de enredaderas y plantas tropicales. El haber recuperado su magia y apariencias durante el vuelo, sumado a la barrera de Yashi y la bruma que los cubrió, evitó que sintieran mareo y vértigo como la vez anterior.

—¡Esto no es un claro, es un valle completo! —Furan se abanicó con la mano, abrumada por el calor—. Con suerte se ven los árboles a lo lejos y eso que aquí la bóveda verde es inmensa.

—Es todo lo que abarca Tierra. —Yashi respiraba agitado y Karen le tomó la mano, asustada.

—¿Estás bien? ¿Eres tú o el mago doble?

—Tus ojos. —Azzel lo enderezó—. Están blancos.

—¡¿Qué?! No sé por qué. O sea, me perturba estar aquí, pero no he perdido el control. No todavía.

Aire lo inspeccionó.

—Curiosa reacción. Todos, apártense un poco. Revisaré lo que te confió. —Acercó una mano a su frente, pero fue repelida con violencia.

—¡Yo no fui!

—Está protegiéndote, o a él. ¿Qué oculta?

—Me encantaría saberlo.

—Temo que si fuerzo esa protección acabes herido. —Tomó su mano y miró la palma. Luego se sobresaltó y echó un vistazo a la selva—. Tendrás que seguir el plan y ver de qué se trata esto. Dense prisa, no estarán solos por mucho.

—¿Qué es? ¿Quién viene?

—Protectores del claro. —Retrocedió, transformándose en nube—. Denme tres días para atender lo que pasó en Simirén. Después de eso, llámenme con el cuerno de Ventias.

Hecho vapor ascendió hasta perderse. Karen resopló.

—Tremenda ayuda. Ni siquiera nos dijo qué son los protectores.

Clavel sacudió las orejas.

—Elfos. Rodean la selva para salir de ese lado que queda más cerca. —Suspiró airosa, pese a la preocupación—. Se siente tan bien volver a escuchar.

Dono se abstuvo de tomar la espada.

—¿Puedes saber cuántos son y si están armados?

—No aún, pero es un grupo pequeño.

—Apenas tengas más información comunícanos. —Soltó el mango de Ariecca e instruyó al grupo—. Nada de magia por ahora. Si nos ven hostiles podrían iniciar primero. Karen y Azzel, cubran a Yashi. Furan, escóndete con Mizu. Ban, cuídalas. Yo y Clavel estaremos pendientes.

Furan guio a su amiga bajo la sombra de unas hojas enormes, ya que iba con los ojos cerrados por miedo a ver espíritus. Instaladas, el orbe azul atravesó su bolso.

—¿Psi? Puedo entenderte. —Le respondió la aprendiz, sin ánimo—. Echaré de menos tus canciones. —El orbe se opacó y fue empujada por Furan, que se arrimaba en el reducido espacio.

—Afuera de las plantas el lugar se parece a ese horrible de Magia Oscura. —Se erizó al darse cuenta que Ban la escuchó.

—En aspecto se ve como el páramo de la espada. —Confirmó, atento al horizonte—. Pero la sensación es distinta. La tierra no luce maldita, sino que muerta.

Archimago 6, Al final del viajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora