Arrepentimiento

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Día 3

𖥸

La vida de casados era perfecta para Takemichi, tenía un amoroso esposo y una linda casa. Aunque Manjiro le había dicho que no necesitaba trabajar, él se aseguraba de poner de su parte limpiando la casa y cocinándole, ya que su amado esposo trabajaba tanto por ellos, era lo menos que podía hacer, así que siempre estaba dentro de la enorme casa esperando por él.

Claro que también disfrutaba de sus pequeños lujos que le daba Mikey.

— Azulejo mío, ¿has visto mi corbata?—, un rubio bajo de las escaleras, era Manjiro, quien solía usar ese apodo debido a sus grandes ojos azules, como el plumaje de los azulejos de las montañas.

Takemichi se río desde la cocina, — ¿Otra vez lo perdiste? —. A pesar que Manjiro había crecido como todo un adulto, aun necesitaba que alguien lo despertara y ayudará a arreglarse, eso hacia recordar los tiempos cuando eran más jóvenes.

— Aquí está cariño —, sacando una corbata donde solo él sabia donde lo había puesto el de ojos obsidiana, — Acércate —, coloco suavemente la tela alrededor del cuello de Manjiro, formado un perfecto nudo, algo que Emma le había enseñado a hacer. — Listo —, satisfecho se separó a admirar su trabajo, sonrió y sacudió el saco que portaba mientras le daba un rápido beso en la mejilla.

— Gracias, te amo tanto Takemichi —, el rubio cenizo abrazo al otro, repartiendo besos por toda la cara del más bajo.

Takemichi se reía ante tantos besos que estaba recibiendo, — Ya, Manjiro, ¡necesitas irte a trabajar! —, lo apartó dejando que él otro se fuera.

Él rubio se despidió de mano, yéndose en un carro gris. Takemichi suspiro viendo partir a su esposo. — Bueno, necesito terminar de arreglar —, cerró la puerta encaminándose a la cocina, — Mientras más rápido, más tiempo tendré para ver mis series —, riendo entre dientes, pero un bento en la mesa hizo que parara. — Maldición Manjiro, siempre olvidas algo—.

Pensándolo bien, podría darle una pequeña sorpresa.

Se arreglo, poniéndose la ropa que más lo hacían lucir y tomando un su carro fue hacia el edificio donde su esposo trabajaba, emocionado se dirigía al lugar teniendo cuidado en su camino hasta por fin llegar a su destino. El edificio era alto y bastante elegante, y estando delante el lo hacia sentir tan pequeño.

Llegando hacia la recepción saludo a la secretaria Misako, quien era la que siempre veía cuando Manjiro olvidaba algo. — Oh, Sano, ¿otra vez olvido algo? —, la señorita acomodo su pelo castaño corto, ya bastante familiarizado con el marido de su jefe.

Takemichi asintió divertido ante lo normal que era para ambos esa situación.

— Se encuentra en su oficina, no hay nadie así que puede pasar sin problemas —, indicándole donde se encontraba dejó que el pelinegro se fuera sin despegar su vista de la computadora.

Mitake week 2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora