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-Nayeon, ven a vivir conmigo

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-Nayeon, ven a vivir conmigo.-La menor se detuvo en llevar el pastel a su boca, y miró a su omega. Su boca abierta, sus ojos igual, y su mirada perdida.

-¿Por qué? -Sana le tiró un cojín, y ella se quejó.-¡Auch!

-Así me siento yo, dolida.- Se volteó para darle la espalda a su alfa, y ella solo ladeó su cabeza. Se comió el pastel de manera rápida, y se acercó a besar su hombro, cuidando de que no fuera el que estaba marcado.-Pues para estar juntas todos los días, boba.

-¿Quieres que viva contigo?-Acarició su cintura, y Sana sonrió para voltear a verla, y asentir. La mirada de Nayeon fugazmente bajó al vientre de la menor, que ya estaba levemente crecido. Dos meses. De manera inconsciente bajó a el para comenzar a besarlo. Se quedó ahí, volteó a ver a la mayor, y sonrió. -No puedo creer todo esto.

La mano de la pelinegra se dirigió para acariciar la contraria, riendo.

-Créelo, cariño, vamos a tener un cachorro. -Revolvió su cabello, recibió otro beso en su vientre sobre la ropa, y el rostro de la contraria volvió al suyo.-¿Qué dices de vivir juntas?

-Que ya lo hemos hecho, toda una semana vivimos juntas en una habitación de hotel, ¿Qué puede salir mal?-La besó.-¿En tu casa?

-Sí, en la mía.

-Es sólo que, ya sabes, ¿Qué haré con mi departamento?-Volvió a acomodarse en el gran sillón de la mayor, tomando en brazos a Chocolate. -Trabajé mucho para eso, pero, si tú te sientes más cómoda viviendo aquí, es tu casa.

-Me siento muy cómoda en tu casa, Nayeon, tanto que realmente hay semanas en las que sólo estoy contigo.-Hizo una mueca. No quería decir lo que tenía en mente porque tenía miedo de incomodar a la menor, no quería hacerla enojar y mucho menos, humillarla. No quería decir que en su casa podrían tener más comodidades y que era algo más grande para tres personas. Y no se sabía en un futuro, así que sumó otra. -Relamió sus labios.

-Compremos una casa, juntamos nuestro dinero, cantidades justas, y vamos comprando una casa, otra. La miró a los ojos, y Sana sonrió con dientes.-¿Qué dices?

-Me parece algo-

Un timbre interrumpió, el timbre de la casa de Sana. Ella hizo una mueca, y besó a su novia en los labios, dispuesta a atender. No sabía quién podría ser porque ese día no esperaba visitas, no esperaba a nadie, pero fue con una sonrisa. Las visitas siempre debían ser recibidas.

Pero no quiso recibir a su madre en su propia casa.

Apenas abrió la puerta, ahí estaba la mujer, sonriente. Una bolsa de comida, y ropa de bebé amarilla. Frunció su ceño.

-¡¿Por qué no me dijiste que seré abuela?! -La abrazó fuerte, y Sana se quejó levemente, alarmando a Nayeon, que fue a paso rápido a la puerta, encontrándose con la mujer con canas -¡Nayeon, cariño, ven aquí!

La menor sin chistar fue hacía la mujer, recibiendo un abrazo al instante. Mientras la mujer le daba la espalda, la castaña le hizo una mueca a su novia, preguntándole por eso.

-Ustedes dos me van a dar mi nieto, no saben lo feliz que me-

-Dije que no me volvieras a buscar.- Sana habló, sintiendo cómo su voz se rompía. Nayeon se alejó de su suegra, y abrazó a la omega por la cintura, sintiendo como su cabeza se hundía en su pecho.-Mamá, vete, por favor.

-Vine a disculparme, de hecho.-Como si hubiera dejado su actitud altanera en la casa, miró al suelo, y por primera vez en la vida, Nayeon se sintió superior, pero no le gustó ese sentimiento. La mujer dio una reverencia. -Lamento mi conducta en la casa, fue completamente la actitud de una

-De una arpía.

-De una perra. Dijo la mujer, y las otras dos abrieron su boca sorprendidas.-Mi actitud fue totalmente la de una bruja, no tengo justificación a eso.-Miró a los ojos a la menor.-Nayeon, ¿Puedes perdonarme?

La menor sostuvo la mano de la mujer, y sonrió. Estamos bien, Señora Minatozaki.

-¿Qué? Amor, no

-Hay que aprender a perdonar. La mayor torció sus ojos. Mi papá nos abandonó y aún así fuimos a su funeral y sigo llamándole papá.-La mujer tomó su rostro, y lo apretó.

-Pero que nuera tan divina tengo.-Sana se sintió furiosa con la repentina confianza de su madre a su pareja, y frunció su ceño. Nayeon distinguió ese olor a cerezas que caracteriza a la menor, y volteó a verla, encontrándose con una furiosa omega.

-Sana

-No puedo aceptar que tú de la nada insultaste a Nayeon diciéndole cosas muy feas y luego vienes como si nada a meterte a mi casa y decir estas cosas, ¿Tu nieto?-La mujer mayor agachó su mirada.

-Sana, yo de verdad lo siento, ya dije que no tengo justificación para mi actitud de hace meses, ¿Puedes perdonarme?-Tomó sus manos, las entrelazó, y Nayeon sabía, sabía que ese no era un momento para hablar porque era un momento madre e hija. Sonrió.

-Mamá, ¿Tú de verdad

-Cómo en las dos veces que me disculpé contigo y con Nayeon, estoy totalmente arrepentida de todo lo que dije y mi actitud de bruja espantosa, ya no será así.-Ambas menores asintieron, y miraron el suelo apenadas. -¿Qué les parece si vamos al cine y de compras?

-¿Qué película?

-La que haya, yo invito todo.-La castaña negó, y mostró su cartera.

-Yo quiero invitar.

-No, dije que yo invito.-Mostró su tarjeta negra, y Nayeon entrecerró sus ojos, y suspiró, cediendo, mostrando sus palmas.-Bien, vámonos.

Y las tres salieron de la casa de la pelinegra. Las dos menores salieron con la cabeza baja, pero la mujer con la cabeza en alto. Así era la Señora Minatozaki

-Entonces, esta es tu mamá.-La menor señaló, y Sana asintió.

-Esa es mi mamá. -Sana señaló.- Y nos llamamos igual.

-¿Crees que cuando te diga en el cine algo obsceno me confunda de Sana?-Dijo en el oído de la otra, pero la mayor escuchó.

-¿Algo qué?

-Algo risueño. Y ambas Minatozaki's rieron, haciendo a Nayeon sonrojarse.

-Después de todo si dijiste algo estúpido.- Codeó la pelinegra, y todas rieron en el carro.



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Little Bunny~ SaNayeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora