ANNIE.
-¡Rápido, preparad el quirófano 2!- Todos corríamos en son a la camilla que llevaba a un moribundo Armin hacía el único lugar en el que tal vez, y solo tal vez, podría sobrevivir. Nos costó demasiado volver a casa desde Rusia, Petra y yo lo estabilizamos como pudimos, pero en aquellas fatídicas horas de espera, en ese horrible avión de carga del mercado negro que debía llevarnos de vuelta a nuestro hogar, perdió demasiada sangre, no teníamos el instrumental para intervenir, y Petra no podía hacer más con sus conocimientos de auxiliar médico.
Casi doce horas de turbulencias en el aire y no pudimos hacer nada más que sentarnos a mirar. Aún si hubiéramos tenido conexión vía satélite con Paradise, para que nos dieran instrucciones de como proceder, sin el material médico... Me quedé todo el trayecto a su lado, ni siquiera le solté la mano, comprobándole el pulso cada dos por tres, estaba muerta de miedo de que le dejara de latir el corazón, se me entumecieron los dedos. Los párpados se me caían por el sueño de no haber dormido en las últimas treinta y seis horas, y en lo único que se mantenía centrada mi mente, era en si después de todo lo que habíamos arriesgado, toda esa lucha encarnizada, serviría para algo. Porque sí tenía algo más que asumido: no permitiría que Armin muriese en vano, y me daba igual a quien tuviera que amenazar, matar o torturar para que me dieran una puta solución a un misterio que le iba a costar la vida al chico del que estaba enamorada.
El aterrizaje fue forzoso, demasiado viento, y nada más pisar tierra, ya nos esperaban preparados, Erd consiguió enviar una señal de auxilio al Cuartel General de la Legión, por lo que la Comandante Zoe se puso en marcha con varias ambulancias escoltadas por el Ejército, con Levi en cabeza, prepararon un despliegue digno de una operación de guerra; acordonaron el aeropuerto, cerraron calles y bloquearon los semáforos para dejar paso a la Legión, las sirenas de las ambulancias respondían a mi deseo de salvarlo y acudieron lo más rápido que pudieron.
-¡Qué el equipo médico se encargue de Arlet, es nuestra máxima prioridad, mandadlo al hospital Militar de Trost, los mejores cirujanos ya están avisados de que vamos para allá! ¡El resto atended al Escuadrón de Levi, algunos están malheridos!- Hanji-san daba las órdenes con tranquilidad y determinación, es sus ojos se notaba lo buena líder que era, pero también comprendí que estaban tan muerta de miedo, o incluso, más que yo de que Armin no saliese con vida de aquella situación.
El equipo de enfermería actuó de manera metódica, y nos curó todo lo que pudo las heridas de balas que algunos llevábamos, a Auruo y a Gunther se los llevaron en otras dos ambulancias por los traumatismos que tenían en la cabeza. A mí me dijeron que debía ir al hospital cuanto antes para que pudieran extirparme la bala, aunque segregaba tanta adrenalina por mi cuerpo, que ni siquiera noté el dolor en el brazo. No pensé, solo empecé a correr y me subí a la ambulancia en la que se llevaban a Armin.
-¡Oye! No puedes estar aquí.- El pobre chico se sentó de golpe en cuanto lo miré a los ojos. Estaba llena de sangre, cansada, irritada y con tanto odio recorriéndome por dentro que podría asegurar que en ese momento mataba a cualquiera que me llevase la contraria a la hora de estar a su lado.
-Hijo.- Yo la reconocí por la voz, pero él se giró para mirar a Hanji-san que observaba desde la puerta de la ambulancia.- Por tu propio bien, no te conviene prohibirle que se aleje de ese chico. Que se quede, nosotros os escoltaremos hasta el hospital, no supondrá ningún inconveniente.
-S-Sí... Comandante.
-Gracias.- Quería decirlo en alto, pero las palabras no salieron como esperaba, y se tornó en un susurro tímido, pero no hizo falta que dijera nada más, sonrió tristemente y asintió con la cabeza.
-¡Todos, en marcha!- Levi dio la orden y el convoy avanzó hacía la única esperanza que me quedaba en este mundo.
Solo fueron siete malditos minutos desde el aeropuerto hasta el hospital, y se me hicieron como siete interminables años, pensé demasiadas cosas en ese corto periodo de tiempo; desde rezar, cosa que jamás me imaginé que haría, ni por mí, ni por nadie... Hasta pensar un plan enrevesado para asesinar a los pobres cirujanos, si estos no conseguían salvarle la vida. Quería gritar, golpear un tronco hasta que me sangrasen las manos y los pies, llorar y que Armin viniese a curarme las heridas como hacía en el adiestramiento de cadetes. Lo necesitaba; no era una dependencia emocional de una relación tóxica de esas que se ven en las telenovelas cutres de las cuatro de la tarde.
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Una incógnita sin resolver (aruannie, Armin X Annie)
FanfictionArmin Arlet, antiguo Comandante de la Legión de Reconocimiento, pasa a ser profesor de la universidad más prestigiosa de Paradise por petición de su mentora. Annie Leonhart, ex-espía de Marley vuelve a la isla, no como infiltrada, si no como estudia...