Capítulo 27- 30

36 5 0
                                    


CAPITULO 27

Intento pasar el resto de la semana esquivando a Álex como puedo, tan solo ha bajado a cenar el jueves y sin decir una palabra. Mi hija, al contrario, si ha pasado tiempo con él, cada vez que le ve se vuelve loca porque la coja, y él, pidiéndome permiso antes, lo ha hecho encantado.

Sigo sin poder dormir bien, voy haciéndolo a ratos, siestas... como puedo.

Ayer jueves, vi en el supermercado carteles de un circo infantil que van a poner en el pueblo hoy y que durará hasta el domingo, así que ya tenemos plan de viernes, y si nos gusta mucho, plan para todo el finde. Me gustaría llamar a Mike, para que nos acompañara, pero no he vuelto a hablar con él desde la última vez que nos vimos.

Lorena y Matt han vuelto a irse esta mañana a pasar el fin de semana fuera, esta vez de relax a una casita rural en Gales, que bien viven y que pareja tan bonita hacen...

Después de comer nos ponemos en marcha rumbo al circo.

Tan solo tenemos que coger un bus y en veinte minutos llegamos a nuestro destino. Me preocupaba no saber cuál sería la parada final, pero resulta que el autobús va lleno de familias que se dirigen al mismo sitio. Evito fijarme en estas cosas, pero no consigo dejar de ver parejas felices con hijos por todas partes, en esta ocasión incluimos también a abuelos y abuelas felices junto con sus hijos y nietos, tíos y tías, primos y primas... inconscientemente sonrío mirándoles, me agacho hacia el carro de Álex y la beso, prometiéndole en silencio que siempre estaré con ella, y que toda su familia la adora y la echa de menos, y que esta situación no siempre será así.

Al bajar del autobús tenemos que andar por un camino de tierra hasta llegar a la carpa que se ve a lo lejos, vamos decenas de personas unas de detrás de otras, como hormiguitas.

Hay dos carpas, una más grande que otra, la pequeña está destinada a actividades para los niños y la grande es donde se celebra el espectáculo, alrededor de las carpas hay puestos de comida y de juguetes, como en una feria. Compro los tickets de entrada y paseamos mirando los puestos hasta la hora del espectáculo, en treinta minutos. Entramos un poco antes de la hora, para coger buen sitio y conseguimos sentarnos justo en el centro. Me agobia un poco el hecho de haber tenido que dejar el carrito en un espacio ubicado para ello, tan solo había tres carros, y no puedo dejar de vigilarlo desde la grada, pero una vez que empieza el espectáculo me olvido de todo y disfruto de ello con mi hija en brazos.

En este circo se reivindica el derecho de los animales, por ello, todos los animales que participan en el espectáculo han sido rescatados y rehabilitados, ninguno hace trucos ni nada por el estilo, tan solo salen con sus cuidadores, quienes nos explican sus características mientras ellos campan libres por el escenario, juegan y comen.

Álex está entusiasmada con todo lo que ve, los payasos le hacen reír al dejar caer los malabares, los elefantes le hacen abrir los ojos y no perderse detalle, sigue a los trapecistas por todo el escenario, con los tigres se emociona y los señala, de vez en cuando tose y yo le tapo con la mantita que he cogido del carro, ella sigue disfrutando y yo me pregunto ¿quién en su sano juicio querría perderse estos momentos con su hijo? Yo no encuentro ningún motivo por el que podría perdérmelo, ni este ni ningún momento a su lado, la cosa más absurda que consigue yo la aplaudo, no creo que yo sea rara, sino madre.

Nos hago selfies como puedo estirando un brazo para que se nos vea a las dos y consigo hacer algunas muy buenas en las que yo salgo sonriendo a la cámara y mi hija alucinando señalando a los tigres. A sus abuelos les va a encantar.

Al final del espectáculo sigue preocupándome un poco la tos que ha empezado a tener, pero ella esta animada y no tiene fiebre por lo que nos vamos a la segunda carpa donde después del espectáculo empiezan las actividades para los más pequeños, aunque no tan pequeños como Álex. Ambas miramos cómo los niños se divierten escalando muros, aprendiendo a hacer malabares, a montar en monociclo... Nosotras nos hacemos fotos en los fotomatones y nos regalan un peluche de pingüino que mi hija acepta encantada.

Peli y palomitas (pendiente Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora