𝙼𝙰𝙺𝙴 𝙰 𝙼𝙴𝚂𝚂 𝙾𝙽 𝙼𝙴

237 20 3
                                    

––Si supieras todo lo que he hecho por volverte a ver, no te enfadarías nunca y no dudarías de mi amor por ti.

Desquiciadas palabras que escuche cuando sus pasos le delataron poco después de su inesperada visita, le había yo seguido como una sombra que no se despega de un cuerpo tras la luz del sol, y ahora yacía recubierto de tierra por encima y hojas muertas como él batidas por el suelo dónde a unos pasos se encontraba una casilla descuidada en el medio de una periferia de árboles altos, y un pequeño claro con un arroyo del lado contrario.

Lisa resopló y miro a Rosé con bochorno, y yo salté por encima de él para correr y romper la puerta de madera de una fuerte vez.

El olor era viejo, encontrando en mi camino desteñidas paredes y un colchón con la imagen más desgarradora de toda mi vida, la que colgaba de un hilo ahora mismo.

Jennie, mi Jennie recostada y atada con un estado febril que la hacía mirarme desorientada. Perdía ya la conciencia del cansancio puesto que, al arrimarme su agotamiento apenas le daban para abrir los ojos, ya podía ver las vénulas de sus parpados y de sus brazos, todo eso habían sumido su espíritu y cuerpo en un inmundo destiempo de sufrimiento y ansiedad.

Desate las sogas y le llamé tan cariñosamente al borde de las lágrimas, incapaz de creer que ella se encontrara en mis brazos y de esta deplorable forma. Pesaba la nada misma cuando la alce entre mis brazos, no emitía ningún sonido, sus preciosos labios yertos ahora secos y sangrantes no se despegaron, pero poco fue el impedimento que tuve para unirlos a los míos.

––Estoy aquí Jen, estoy aquí –– Ella entre abrió los ojos por mi voz y suspiro cansada, derrotada.

Su desfallecimiento me hizo gritarle a Rosé que se apresurara, Lisa conducía a toda velocidad, ganándose ya muchas más infracciones, Rosé al teléfono y yo sosteniendo a mi vida en las manos, detallando el daño en su carne dónde las sogas se apretaron, sus piernas con marcas de quemaduras de la cenizas del tabaco, su pómulo morado verdoso, y si levantaba la sudadera, lloraría aún más.

––Te amo Jennie, te amo, quédate conmigo, quédate, te lo suplico, quédate. –– Le susurre y estaba segura que las chicas también me han oído. Ni la rozadura de un casquillo, ni un agujero en su cuerpo pudo ser visto, besé incontables veces su rostro, acaricie su cabello y la abrace tanto como pude antes de llegar a urgencias. Agonizaba.

Soltarla fue doloroso. Esperar lo fue aún más.

Temblaba toda, me temblaban las piernas, las extremidades y me recorría un sudor frio. Llegó una mujer elegante hecha añicos por la central al enterarse era su madre, detrás un hombre de severo rostro que se apaciguo cuando miro a su esposa desplomarse en un sillón de la sala de espera, dónde Lisa, Rosé e Irene ya se encontraban, seguidos de estos dos, conforme el día avanzaba, más personas también llegaban.

Junte mis manos y baje la cabeza, cerrando mis ojos y suplicando divinamente que Jennie siguiera viva, que se quedara.

Así fueron exactamente dos semanas; yo siendo la peor presentación de mí misma, siendo el repudio de su madre destrozada y un padre que me miraba decepcionado, impidiendo con derechos que me alejara de su hija. No lo hice.

Legalmente, habíamos sobornado sino más que ello, acallado las noticias sobre lo ocurrido y los hechos enterrados como lo estaba Hae-in. Descubriendo indicios de su enferma condición.

Mientras tomé los turnos nocturnos cuyos accesos sean desparramando el dinero que tan necesario e insignificante es y me permita verla a hurtadillas, seré meramente feliz.

Ha mejorado, su pómulo esta mejor salvo una marca marrón que se asienta en su piel hidratada, lleva una bata de hospital que cubre sus muslos y sobre ellos, varias mantas y calefacciones que le permiten dormir muy cómodamente, una muñeca de porcelana.

––Recuerdo las noches lluviosas como estas, Navidad no debería ser así, siempre que estabas a mi lado cuando paraban, yo mejoraba. ¿Te acuerdas de tu suéter azul que llevabas puesto cuando me pediste que me casara contigo? Aún duermo con el puesto, creyendo que eres tu quien me abraza.

Modulo mi voz para que sea más soñadora.

––Aún sueño con esa tarde, el anillo no deja mi dedo, ahí se quedara... Porque yo si asistiría a nuestra boda. Lo que viste, no es cómo crees, nunca hubo nada, él solo se acercó y lo hizo, y no estoy justificándome, solo quería advertirte que, luchare lo que haga falta para recuperarte... Si tu tan solo...

Besé el dorso de su mano y hubo un espasmo al instante. Alce mi vista.

Ella estaba despierta.

–– ¿Qué haces? –– Escuche su susurro desorientado.

–– ¡Estas despierta! –– Lloré.

––Retírate por favor, por favor vete. –– Sus ojos heridos no me miraban.

El infierno no son llamas naranjas y rojas, estoy en el fin del mundo junto a ella. La muerte errante se asomaba por mí, con Jennie desairándome y despidiéndome cuan fantasma del pasado, me iría si, deshecha y de la mano de la perdida insuperable de su amor.

Mientras avanzaba hacía la puerta, gire el torso y la escena de su cuello girándose a verme por última vez me desgarro completa, si me quería para ella ya no importaba, sin mover un solo miembro me despidió con una mirada que no dejaba a dudas lo muy apresurada que estaba por dejarme atrás, estaba de espectadora desinteresada de mis acciones, la que antes fue una mirada de admiración y amor ahora anunciaba abiertamente lo libre que estaba y quizá en busca de otro amor. Me pareció entonces que mis labios por si solos se despidieron con una sonrisa desanimada. Y por mi miedo hirviendo de que fuera la última vez que me encontrase en el mismo espacio, di zancadas enormes asustándola y haciéndola rizar sus manos en los bordes de la cama, para luego yo sujetar su cara entre mis manos y besarla hambrienta.

Obtuve quejidos y gemidos, que me apartaron cuando el sabor de sus labios al final fuera lo que me llevaré conmigo.

Dejarla sería un martirio, dejar la cuidad como me lo ha pedido su familia también sería un suplicio, más no lo consideraría por mucho tiempo, creo firmemente que fallecí cuando esa noche se alejó destrozada.

Al separarme, su mano tuvo la suficiente fuerza para disparar una bofetada que rasguño mi mejilla.

––Vete para siempre

Todo lo que me pida, se lo daré...





––Patrick🥀

TURN ON JENNIE - JENSOODonde viven las historias. Descúbrelo ahora