3. Nebulosa de la mariposa.

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Jimin soñaba con el día en que llegaría a pisar la superficie de la tierra, dibujaba múltiples veces como suponía que debían de verse los árboles en primavera, los ríos, las montañas y todas esas especies ahora extintas. Claramente era consciente de que ya nada con lo que fantaseaba era real, no existía ese mundo que alguna vez fue utópico, pero le gustaba pensar que si llegaba hasta arriba, podría ver lo mismo que habían visto los humanos hacía miles de años. Quedaban evidencias en fotografías, le parecían maravillosas, las coleccionaba cariñosamente y hacía mosaicos con ellas.

Las únicas personas que le ayudaban a coleccionar esa enorme cantidad de fotografías eran Romolo y Maxine, dos soldados de élite que actuaban con amabilidad a pesar del duro entrenamiento que recibían. Jungkook era un buen chico, alguien realmente soñado, pero no era lo amable que podían llegar a ser ambos soldados, los dos parecían sacados de otro mundo y a Jimin le gustaba compartir con éstos, porque le hacían sentir escuchado. Sin una familia cariñosa que lo abrigara, lo único que le quedaba era depender de otros.

Su casa se encontraba en un sector lejano, en la periferia de Eclipsi. Era una pequeña casa de dos pisos que tenía llena de decoraciones que él mismo había hecho, todas con chatarra que recogía de la calle, era una persona extremadamente creativa, pero no tenía los recursos suficientes para comprar objetos y por lo mismo dependía de todo lo que podía recoger en el exterior. Nada le impediría llevar una vida feliz bajo tierra, buscaría formas de seguir su cotidianidad con alegría.

— ¡Jimin! — Le saludaron desde lejos, era una voz femenina y la reconoció de inmediato, se trataba de Maxine.

No esperaba encontrarla en el sector donde vendían baratijas, los soldados no pasaban mucho por ahí, algunos se aprovechaban de esa situación y vendían cosas relativamente ilegales. Jimin sabía que era un sitio peligroso, aparte de que la iluminación era pésima y le estresaba que los focos se encendieran y apagaran a cada momento, pero era lo único que se podía permitir con una capacidad adquisitiva tan baja. Eso sí, jamás compraba productos indebidos, era una persona que cumplía las leyes sin importar qué.

— ¡Hola! Es agradable verte por acá. — Saludó contento, siempre se sentía extremadamente pequeño cuando Maxine se le acercaba, ella era alta, aparte de ser una mujer fuerte. Él sabía que era hábil en la lucha, que podía derrumbar a cualquier persona que no tuviese el entrenamiento adecuado, la había visto en acción y le pareció atemorizante.

— Los jefes están un poco preocupados, creen que la gente está teniendo mucha libertad por acá, quieren que los vigilemos de cerca.

— Y sí que tienen mucha libertad, a veces da miedo caminar por estas calles.

— No te preocupes, tendremos todo bajo control en poco tiempo. — Maxine le dio una palmadita en el hombro mientras le regalaba una dulce sonrisa. Ella era preciosa, tenía el cabello negro, muy largo y un poco ondulado. Sus ojos eran color miel, demasiado brillantes, aparte de una piel que parecía de porcelana. Jimin solía compararla con la nebulosa de la mariposa, tan hermosa que te robaba el oxígeno.

Entendía la razón por la cual a algunos le deprimía tanto el ser rechazados por Maxine, pero también entendía a la soldado, ella no estaba interesada en ser una más del montón, ni siquiera se sentía atraída por la belleza física de las personas, no era consciente de su propia apariencia, no podía entender por qué las chicas hacían tanto alboroto por otros soldados, aunque sí podía comprender a quienes se encariñaban con Romolo, pasaba mucho más tiempo junto a él que con cualquier otra persona, los dos eran realmente similares.

— ¿Estás sola? — No quería que la dejasen patrullando sin nadie a su lado. Sin importar lo fuerte que fuese, alguien podría lastimarla.

— No, Joonjae me hará compañía en estos días de patrullaje, luego nos cambiarán el sector, así que todo bien, no te sigas preocupando.

ANILLOS DE SATURNO 土星 KOOKMIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora