Capítulo 6.

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Aurora Jones.

Miraba por la ventana del auto, Turquia es más linda de lo que pensé, un señor me recogió en el aeropuerto, fue enviado por mi padre, es su chófer de confianza.

Llegamos aún gran terreno con un edificios bastante grande, ¡era la empresa de mi papá!,la había visto por las revistas y los periódicos.

Me abrieron las puertas del auto dejándome ver tremenda entrada a mis ojos, me quedé observándolo por unos segundos, me veo como una hormiga al comprarme con la puerta de la entrada.

—Señorita Castañeda, llevaré su equipaje a casa, la señora Hulga la llevará con su padre el cual lo está esperando —yo asenti amablemente, es un señor bastante amigable, hasta me compro un helado—. Bienvenida a casa Aurora.

¿A casa?, es absurdo solo me quedare por unos meses, no es para tanto, ¿o si?.

La señora no es mayor, es una mujer que no pasa de los veinte y cuatro, su cabello rubio y sus ojos eran azules, típica gringa, no es por escucharme racista pero si se ponen a pensar, el noventa y cinco por ciento de la población de mujeres estadounidenses son así: rubias, ojos, azules, piel pálida.

Quería preguntarle, pero me quedé calla, tal vez hoy no estaba de buen humor para liderar con una niña.

—Usted pase primero señorita Castañeda —dice mientras se quita de estar delante de mi.

Las puertas eran automáticas, pero debías presentar tu placa de identidad y poner tus huellas en una máquina que estaba aún lado de la entrada. Esto no es para nada como la empresa de mi abuela, haya solo debes llenar unos documentos y escanean tus datos y nos ponen en el computador, solo una vez, aquí tienes que hacer bastantes artimañas para entrar.

Subimos aún elevador, hombres en traje, mujeres en faldas llenando documentos, mensajeros, secretarias, hombres guapos, mujeres altas como jirafas, unas más atractivas que otras claro, y hombres que parecen bombones caminando.

Ya me estaba mareando de tanto mirar para abajo por el ascensor, ¿qué nadie debía subir arriba?, emos subido como veinte pisos y pocas personas han llegado tan arriba.

—¿Eres familia del señor Jones? —pregunto ella rompiendo el silencio del ascensor.

—Usted —recalco—. Para ti soy usted, señorita, y ¿qué le importa?.

—Disculpa niña, yo soy su secretaria.

A comparación conmigo querida eres nadie.

—Lo que usted diga señora amargada.

—Aver como llegas sola con el señor —y así en la siguiente parada se bajó, ella se quedó de espaldas, ¿estaba esperando que le pidiera que se quedara?, ¿una disculpa?.

—Ve guardando tus cosas señorita Hulga, porque estás despedida —toqué el botón para que las puertas se cerrarán.

Ahora si, no quería llegar con mi padre tan rápido, quería dar una vuelta ¡sola!, sin tantos ojos observando mis movimientos, ¿quién me decía a mi que sus guardaespaldas no están detrás de mi?, el señor Jones es más histérico que yo cuando se trata de una de sus hijas.

Baje en el siguiente, no habían oficinas, solo puertas y personas saliendo y entrando de ellas, hasta que vi los letreros, eran los baños, genial.

Cuando me giré para tomar el siguiente elevador no subi sola, sino que dos hombres y tres mujeres fueron conmigo, era como si no notaran mi presencia, ¿era tan pequeña?.

—¿Alguno de ustedes sabe dónde se encuentra la cafetería? —llame la atención de todos, se miraron entre ellos hasta que notaron que la voz provenían de más abajo.

Antes de Todo (Saga Castigos #2).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora